La caída de la dictadura de Primo de Rivera en 1930 arrastra consigo a la monarquía, despeja el camino al establecimiento de la Segunda República y recupera la ley reguladora de
ejercicio constitucional de reunión de 15 de mayo de 1880, que en su artículo 1º permitía el derecho de reunión pública, con la obligación de informar a la autoridad municipal del lugar y hora de la
reunión con 24 horas de antelación, lo que nos ha permitido seguir la pista a estas asociaciones.
En Fuente de Piedra, asociaciones o sociedades obreras que habían estado acalladas, empiezan a salir de la clandestinidad y a
legalizarse. La que se mostró más activa fue la llamada «Sociedad de Obreros Agrícolas En Pos del Progreso,» constituida el 29 de julio de 1930. La primera reunión, en la que se
constituye oficialmente la sociedad, tuvo su sede inicial en la entonces llamada calle Primo de Rivera, número 1 (hoy calle Juan Carlos I), en el bar cafetería propiedad de Modesto Doblas (hoy Bar
Soto), que convocando a sus miembros, de los que asistieron 19, se levantó y leyó el acta inaugural, en la que se nombraban interinamente cuatro cargos: tesorero, contador y secretarios, que
recayeron en José Montero, Joaquín Leiva, Francisco Morente y Diego Pachón, respectivamente y bajo la presidencia de Manuel Pérez Montesinos y Antonio Torres, en función de vicepresidente. Durante
seis años, hasta mediados de 1936, se mantuvo muy activa, salvo un período intermedio en la que apenas se nota su presencia. Su domicilio social se trasladó al número 3 de la recién bautizada calle
Cervantes, entonces conocida como el Callejón de la Posá, y finalmente al número 1 del Barrio Bajo (hoy Manuel de Falla). Varios vecinos ocuparon la presidencia de este sindicato:
Manuel Luque, Francisco Leiva, Francisco Medina, Francisco Mancebo y como hemos dicho más arriba Manuel Pérez Montesinos, miembro fundador.
Hubo otras sociedades, entre ellas la «Sociedad Obrera Acción Agraria de Fuente de Piedra», muy activa en 1935,
siendo su presidente José Ávila Cano y aunque tuvo la sede en su domicilio particular de la calle Los Solises 33, entonces llamada Maura Montaner, celebraba las reuniones en el Bar de Modesto, hasta
que en mayo de ese mismo año trasladó el domicilio social al número 12 del Barrio Bajo, convirtiéndose desde entonces en lugar de reunión.
Desde la llegada de la república en abril de 1931 asistimos a una sucesión ininterrumpida de huelgas convocadas por la «S. O. A.
En Pos del Progreso» que se prolongan hasta la primavera de 1934. Dos enlaces sindicales procedentes de Antequera, Antonio García Prieto en los primeros momentos y más tarde Rafael
Torralba Gallardo, se encargaban de exaltar el ánimo de los afiliados, provocar el desorden y coaccionar a los que no secundaban la huelga llamándoles esquiroles y patas
negras, según denunciaba de continuo la Alcaldía, que solía pedir auxilio a la Guardia Civil para restablecer el orden.
A mediados de 1934, «En Pos del Progreso» convoca dos huelgas sin contar con el apoyo de sus afiliados, que acuden
al trabajo desoyendo la llamada de sus dirigentes, lo que hace entrar a la sociedad obrera en una crisis que la mantiene aletargada hasta la llamada Primavera Trágica, en 1936. El vacío sindicalista
de esta sociedad de mediados del 34 a finales del 35 lo ocupa la Sociedad titulada «Acción Agraria», cuya actuación sindical se aprecia más calmada.
En Febrero de 1936 resurge de nuevo «En Pos del Progreso» desarrollando una enorme actividad hasta que a mediados
de agosto, con la ocupación del pueblo por las tropas rebeldes, junto con el resto de sociedades sindicales termina desvaneciéndose, al igual que las Juventudes Socialistas, de carácter
netamente político.
Muchas fueron las incidencias, los desórdenes y las falsedades que se cruzaron a cuatro bandas: obreros, patronos, autoridad
municipal y policía local. Pero esa es otra historia.