Ranos 54-55
Ranos 54-55

FUENTE DE PIEDRA

 

Desastres Naturales

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LAS EPIDEMIAS

 

Hay aguas que, bebidas, curan los mayores males.

Pero hay otras, cuales las del lago Lincestes,

que hacen enloquecer a quien las bebe

 (Ovidio)

De todas las calamidades que los villafontenses han sufrido, las epidemias se llevaron la palma, pues a finales del siglo XVIII, dicen los documentos que la población quedó tan “diezmada” que estuvo a punto de desaparecer.

Muchas fueron las epidemias que el pueblo padeció; de algunas de ellas ya hemos dado cuenta en otros temas,1 especialmente las de “tercianas” y “cuartanas” de la segunda mitad del XVIII y principios del XIX, que afectaron a Fuente de Piedra tan intensamente que dejaron el Lugar prácticamente deshabitado, provocado por los vapores que exhalaban las aguas estancadas y podridas en el Prado (hoy Plaza Pública),

En 1792, ante la gravedad del problema, el Ayuntamiento de Antequera (del que dependía entonces el municipio), ante la presión de varios concejales –entre los que hemos de destacar apellidos vinculados al pueblo como Casasola y Conde del Castillo de Tajo--, tomó cartas en el asunto, aunque las gestiones que comenzaron el 21 de septiembre de 1791 no quedarían reflejadas en acta hasta el 13 de abril de 1792.2 En ella constan las declaraciones de los señores Casasola y Moreno sobre la urgente necesidad de socorrer al vecindario de Fuente de Piedra que sufría una gran mortandad de población por el estancamiento de las aguas de la “fuente de la piedra”.3

De todas las manifestaciones de los regidores antequeranos fue acordada por mayor número de votos la propuesta del Sr. D. Antonio de Leiva, de forma que la esperanza de los moradores de Fuente de Piedra de ver saneado el pueblo quedaba nuevamente en tramitación, y las epidemias seguían cobrando su tributo. Tributo que costaba la vida a los que bebían el agua contaminada. El pánico cundió entre la población y la muchos de ellos, si no murieron fue porque abandonaron el Lugar. La situación se agravaría más tarde, pues nadie iba a tomar las aguas por temor a contagiarse. De este modo, Fuente de Piedra, un pueblo que basaba su economía en la ganadería y agricultura, pero que aumentaba sus recursos con los comercios, posadas y mesones, destinados a abastecer y dar cobijo a los enfermos, entraron en una etapa de crisis que culminaría en una ruina total en este sector. Fuente de Piedra recibía un duro golpe.

Habría de pasar un cuarto de siglo hasta que se llevaron a efecto las obras de reparación y desecación en 1819. Para conmemorar el acontecimiento se mandó esculpir una lápida que fue colocada en el cancel del templo, frente a la que hace referencia al terremoto y dice así:

“Las agvas de esta Fvente detenidas por falta de corriente llegar a formar un Pantano que ocvpaba toda la extensión del exido, hasta las hvertas, las enfermedades cavsadas por los vapores corrompidos del pantano redvxeron esta población a una décima parte de lo qve había sido en el siglo anterior. Los vesinos qve actualmente había estaban tratando de abandonarla. La virtud de estas agvas tan aplavdidas desde la mas remota antigüedad para curar entre otras, las enfermedades de piedra, y estomago, estaba ya casi desconosida, no concurriendo a tomarla los que la necesitaban, por el temor de contagiarse con la residencia en el pveblo, avnqve fvese por pocas horas.

Levantadas las agvas de la Fvente, y desecado el Pantano en la forma qve ahora se halla se restablecio la sanidad de esta poblacion, y facilito a los enfermos el remedio a svs dolencias. La obra se hizo baxo la benefica proteccion de nvestro amado soberano el Sr. D. Fernando VII el deseado, el fomentador de la felicidad de los pveblos, se costeo Pr, el Illmº. Sr. D. Alonso Cañedo, Obispo de esta Diocesis, y la dirigio el Sr. Dn. Juaqvin Peri Yngeniero en Gefe de Marina. ... (rota) ... Gloria de Dios y a beneficio de la ... (rota) ...  citada a 1 de Julio de 1819.”4

Sin embargo, tras sanearse la zona las epidemias continuaron. Cierto que El Prado, inundado por aguas estancadas y podridas no debía ser nada saludable, pero una vez desecada la zona y reconducidas todas las corrientes que allí vertían, incluidas las de la fuente de la piedra, el problema de epidemias continuó, y como había que buscar un chivo expiatorio esta vez recayó en la Laguneta del Cerro del Palo, que un siglo más tarde seguía con el sambenito.

En 1885 surge un brote de cólera que afecta a todo el país y sabiendo por experiencia como atacaban las epidemias a Fuente de Piedra, se adoptaron medidas extremas, como suspender totalmente las clases para evitar el contagio e impedir que el médico abandonase el pueblo para estar presto a cualquier auxilio que se necesitase.5

Decíamos que era a la Laguneta del Cerro del Palo a la que se culpaba de los brotes epidémicos. Si bien La Laguna en general, dada su característica endorreica se secaba cada año, con la entrada del aporte de agua del arroyo de Santillán, aunque en mínimos, mantenía un ligero nivel de agua. Esto no ocurría con La Laguneta que, al quedar aislada del vaso principal, terminaba secándose durante el estío. En estas circunstancias se veía en ella a la culpable de los distintos brotes epidémicos que continuaron dándose durante el siglo XIX y parte del XX.

En 1910 leemos en un acta del consistorio:

“... en un canal que sale desde la misma laguneta hasta llegar al canal de la Laguna cuyo canal parte el camino llamado de Málaga, pues bien desde parte de este puente hasta llegar a la entrada del canal ha sido obstruido y según manifestación ha sido por cabar cañas donde según se deduce habrá conejos habiendo desde luego echado toda la tierra al citado canal y como quiera que en la condicion en que han puesto el referido canal no pueden subir las aguas (...) que se hicieran los trabajos necesarios tanto en el puente como canal con el fin de que cuando principie a llover no se encharque la Laguneta que sabido es de todos que tantos perjuicios ha traido al pueblo en años anteriores esas aguas corrumpidas con las calenturas que se han desarroyado con las miasmas producidas por causas de estas las expresadas aguas estancadas.”6

        Una de las medidas que se tomaron para frenar los brotes epidémicos, especialmente malaria o paludismo fue el sembrar eucaliptos en ese entorno de La Laguna que año tras año terminaban secándose en verano, lo que resultó ser un acierto no sólo en lo sanitario, también en lo social, económico y medio ambiental.7

La llegada de la penicilina y la puesta en práctica de mejores condiciones higiénicas contribuyó a que las epidemias que caracterizaron a los siglos precedentes terminaran por desaparecer, contribuyendo a un espectacular aumento demográfico en pocos años. 

 

 

Fragmento de “Historia Temática Villafontense”

Capítulo.- DESASTRES NATURALES:

Las Epidemias

Francisco Muñoz Hidalgo

(Obra en composición)

 

 

 

 

 

       NOTAS

(1) Véase también:. La Fuente de la Piedra, clave del nacimiento del pueblo.

(2) Las gestiones, que comenzaron el 21 de septiembre de 1791, revisadas el 24 de octubre de ese mismo año y el 4 de febrero de 1792, quedaron definitivamente reflejadas en el acta capitular de la sesión del 13 de abril de 1792.

(3) Para conocer en detalle los argumentos y voto de cada uno de los concejales sobre este tema, véase el   ANEXO correspondiente.

(4) Esta inscripción se sitúa frente a otra de proporciones similares que hace referencia al terremoto sufrido en la población en 1884. Para conocer algunos detalles sobre su procedencia, traslado, nueva ubicación y otras curiosidades véase el tema Inscripciones Conmemorativas.

(5) A.M,F.P. Doc. Sec. Año 1885 doc. Nº 193. Ante otros brotes epidémicos que se habían dado antes, no se habían tomado medidas tan severas. Entendemos que su impulsor fue D. Emilio Serrano Rodríguez que, desde que tomó posesión de la plaza de médico titular en 1873, la responsabilidad de la salud del municipio estaba en sus manos.

(6) A.M.F.P. Libro Acta de Sesiones. Pág. 41. Acta Cap. de 15 oct. 1910..

(7) Véase el tema: La Fiesta del Árbol, dentro del bloque Las Fiestas.

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