Ranos 54-55
Ranos 54-55

FUENTE DE PIEDRA

Lugares con Historia

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LA VENTA DE LAS SALINAS

   

Inmediatamente después de ser reconquistada Fuente-la-Piedra (1462) tuvo lugar el repartimiento de tierras y, de esta guisa, el 13 de julio de 1497, medio siglo antes de que naciese el pueblo actual, se hizo donación a Gonçalo de La Puebla y a Pero Hernández de Córdoba de «[sic] un sitio para venta cerca de La Laguna Salada en un ojo d’agua questá cerca del camino que ba a Córdoba entrando en el monte».[1]

Aquella venta, que desapareció hace más de un siglo, se situaba junto al puente por cuyos ojos aún discurren las aguas que del arroyo de Santillán van a morir a la Laguna Salada y al que le ha dado su nombre: Puente la Venta, junto al también «[sic] camino que ba a Córdoba», que hoy llamamos de Conejo.

Durante los más de cuatrocientos años en los que la venta llamada de las Salinas se mantuvo en pie, sus paredes presenciaron tanto nobles hazañas como actos vergonzosos, y oyeron  intrigas, conspiraciones e increíbles historias, propias del ambiente romántico decimonónico en que sucedieron.[2]

Si bien la mayor parte de aquellas historias y anécdotas quedaron enterradas cuando a la par que el siglo XIX la Venta de las Salinas también desaparecía, algunas han llegado hasta nosotros. Las hay de todo tipo, veamos alguna.

El capitán inglés y viajero romántico Charles Rochfort Scott,[3] que visitó el pueblo, al hablar de los españoles cita la venta a la que llama de Fuente de Piedra,  tildándola de ejemplo de atención y cortesía por parte de los posaderos. Siendo buen observador, también detalla los medios que se le ofrecieron y como el relato no tiene desperdicio, mejor no alteramos su comentario y lo reproducimos literalmente:

«Los españoles dicen que nosotros los ingleses somos víctimas de la etiqueta; y por nuestro lado, podemos halagarles asegurando que ellos son completamente esclavos de las formas.

Ejemplos que prueban esto ─aunque a menor escala y menos ridículos que el que acabo de relatar─ nos fueron ocurriendo diariamente durante todo nuestro viaje. Por ejemplo, al abandonar la Venta de Fuente de Piedra, donde la habitación en la que dormimos era solo un poco mejor que el establo al que daba, la posadera insistió en servirnos por la mañana nuestra taza de chocolate en una mesa parcialmente cubierta por un sucio mantel, alegando que no sería decente  que lo tomásemos de pie junto al fuego de la cocina».[4] 

         Durante el siglo XIX, mantener el orden en el pueblo no fue tarea difícil. Lo difícil era mantener la seguridad en el término, puesto que, de una parte,  las partidas de ladrones y bandoleros no dejaban de hostigar la zona dada su situación geográfica, a caballo entre Lucena, Estepa y Ronda, en cuyas serranías mantenían sus guaridas y, de otra, tener enclavada en el corazón del término municipal La Laguna Salada, que cada año sufría múltiples ataques y asaltos para extraerle la sal. La guinda la ponía la venta que venimos tratando, conocida como Venta de las Salinas, situada en el cruce de caminos de Fuente de Piedra a Sierra de Yeguas con la vía pecuaria que tomaba dirección Córdoba.[5] Venta en la que se daban cita ante una botella de vino o una «arriera»[6] de aguardiente, muleros, militares, aldeanos y arrieros, contrabandistas y ladrones, borrachos y estraperlistas, buhoneros y campesinos envueltos en sus capas pardas, cantaores de flamenco,  tocaores de guitarra, amén de otras lindezas por el estilo. Allí se concentraban también miembros de la Comandancia de Resguardo de la Sal, encargada de vigilar La Laguna para evitar la extracción del mineral. Paradójicamente, eran los propios dependientes, o sea, los guardas de dicho Resguardo, los que mirando de soslayo, cuando el peligro se alejaba, conspiraban y delataban los movimientos de la Comandancia a los asaltantes.

En sus últimos tiempos corrió la sangre y la Guardia Civil tuvo que intervenir en más de una ocasión. Medio siglo antes, a principios del XIX, dice la tradición oral que los migueletes tuvieron que combatir enérgicamente a los estraperlistas, pues tenían la venta de punto de encuentro y despacho de sus negocios y manejos traficando con tabaco principalmente.

No todo fue negativo, la pluma de un insigne viajero norteamericano, aunque no la nombrase explícitamente, dejará la venta inmortalizada para la posteridad. Cuando Washington Irving se dirigía a Granada, donde se inspiró para escribir sus Cuentos de la Alhambra,[7] al ir narrando el camino de ida, la visión que aquel 3 de mayo de 1829 tuvo de Fuente-la-Piedra y más concretamente de su Laguna, visión que dejó plasmada en su obra,[8] no fue otra que la que contempló desde la venta,[9] que le salía al paso y desde la que admiró, aquella tranquila mañana de primavera, las lejanas montañas de la serranía reflejadas en las quietas y cristalinas aguas de la Laguna Salada. Desde ningún otro punto de la periferia de La Laguna es posible esta visión.[10]

Y también estamos convencidos de que, mientras Irving escribía, Sancho, su fiel escudero, debía estar engolfado en charla fogosa con el dueño de la venta y con dos o tres de sus pegotes y mogollones, que diría el autor de los cuentos.

Pero aún hay más, en una investigación conjunta con el doctor en Antropología D. Antonio Mandly Robles, catedrático de la Universidad de Sevilla,[11] pudimos comprobar que la Venta de las Salinas, reflejada en el Repertorio de Pedro Juan Villuga, formó parte del rosario de ventas entre cuyas paredes se fueron gestando, a partir del fandango campero, los distintos palos del más puro flamenco.

Hoy, al igual que la Venta de las Salinas ocupa un lugar privilegiado en el Itinerario de las Ventas de Villuga, enclavada entre las ventas de Peñayas (Peñarroya) y de las Yeguas (Sierra de Yeguas), Fuente de Piedra tiene el honor de figurar en el de los Caminos del Flamenco por haber  albergado su solar la Venta de las Salinas, una venta que, fruto de los primeros repartimientos de tierras tras la reconquista de la zona, nacía en 1497, medio siglo antes que lo hiciera eb 1547 el pueblo actual.

 

 

 

[1] Libro de Repartimientos de Antequera, fol. 96v,

[2] Primera mitad del siglo XIX.

[3] El capitán inglés Charles Rochfort Scott estuvo destinado en Gibraltar ocho años, desde 1822 a 1830. Durante ese tiempo hizo varias excursiones por Andalucía, recogiendo todo tipo de información que en 1838, a su vuelta a Inglaterra publicó bajo el título  Excursions in the Mountains of Ronda and Granada.

[4] ROCHFORT SCOTT, C. Excursions in the mountains of Ronda and Granada. Londres: Henry Colburn Publisher, 1838, pp. 335-336.

[5] Hoy es el camino de Conejo, que partiendo del Puente la Venta toma dirección norte.

[6] Localismo que hace alusión a las copas de forma acampanada que llenas de aguardiente tomaban los arrieros al alba.

[7] IRVING, W. Cuentos de la Alhambra. Granada: Edilux, 1975, p. 31.

[8] Literalmente dice: «Andando el día, pasamos por Fuente la piedra, cerca del lago salino del mismo nombre, reluciente sábana de agua que refleja como un espejo las lejanas montañas».  Si tenemos en cuenta que salieron temprano de Osuna y entraron en Antequera cuando anochecía, debió ser al mediodía cuando llegaron a Fuente la Piedra.

[9] Hoy solo se conserva el puente.

[10] En el siglo XIX, el camino seguido por Washington Irving bajaba del cortijo Alto, giraba a la izquierda en Las Vicarias, desde donde se observan Laguna y pueblo, avanzaba por el Llano Soldado y doblaba a la derecha dando vista a la Venta de las Salinas, a la altura del Puente la Venta. Y es desde este lugar, si miramos al mediodía, desde donde las lejanas montañas de la serranía se ven reflejadas en las aguas del vaso lacustre.

[11] Tuve la suerte de tenerle de profesor de Antropología Cultural y conocerle más profundamente gracias a los contactos mantenidos en un trabajo del que solicitó mi colaboración, relacionado con la Venta de las Salinas, Fuente de Piedra y los orígenes del cante flamenco.

Aspecto natural del  vaso lacustre durante el estío: la sal precipitada por la evaporación del líquido.

   

 

 

Fragmento de Historia Temática Villafontense

Capítulo: Lugares con Historia

La Venta de Las Salinas

Francisco Muñoz Hidalgo

(En composición)

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