Ranos 54-55
Ranos 54-55

FUENTE DE PIEDRA

Lugares con Historia

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EL PÓSITO DE FUENTE DE PIEDRA

Historia de la «Casa Panera»

En Fuente de Piedra, el Pósito fue conocido como Casa Panera. Los pósitos fueron graneros especiales de trigo, cuyo objeto era abastecer de pan al público en las épocas de carestía y prestar grano a los labradores para la siembra o el consumo de los meses de mayor escasez, librándoles así de caer en las garras de la usura. De aquí su triple naturaleza de institución de policía de abastos (contención de precios), servir de crédito agrícola y de beneficencia.

Fuente de Piedra fue una de las pioneras en la fundación del Pósito. Se creó allá  por 1600, según reza en sus documentos. España lo había sido a su vez respecto a otros países; fue implantándose a principios del XVI, pues según Castillo de Bobadilla, en su Práctica de Corregidores, decía que se usaban hacía pocos años.[1]

Si quisiéramos encontrar algún paralelismo entre el pósito y otras instituciones similares anteriores, podríamos equipararlo a los llamados montes faraónicos, o los alhorís árabes, aunque su funcionamiento no fue exactamente el mismo.

El pósito de Fuente de Piedra nació siendo un establecimiento privado, por iniciativa de los primeros pobladores de la villa, según datos que se conservan. Más tarde pasó a manos de la administración, como la de tantos otros pueblos.

Los pósitos públicos, también llamados concejiles o Reales, estaban administrados por el Ayuntamiento y sometidos a la legislación del Estado. El pósito de Fuente de Piedra pasó de privado a público en la segunda mitad del siglo XVIIl.

Desconocemos donde se almacenaba el grano hacia 1600, cuando se crea el pósito. A mediados del XVIII, concretamente en 1753, bajo el reinado de Carlos IV, el conde de Floridablanca, a la sazón Superintendente General de los Pósitos del Reino, dio instrucciones precisas para el pósito. Habría que esperar a finales de 1788 para que se iniciara el proceso en Fuente de Piedra y todo ello acelerado por las epidemias de tercianas y cuartanas que se venían padeciendo, lo que provocó que a aquella Real Instrucción sobre Pósitos de 1753 se anexaran otra instrucción más sobre la construcción de la Casa Panera y saneamiento de la Fuente Pública.

En esta Real Instrucción sobre Pósitos, muy extensa por cierto,[2] se daban las directrices para que los entonces alcaldes pedáneos Francisco León y Francisco Camacho, convocaran al vecindario en la iglesia el domingo 28 de diciembre de 1788, para decidir, entre otros asuntos la elección de un lugar seco, alejado de edificios y ventilado, para la construcción de la Casa Panera, la cual debía tener unas dimensiones mínimas capaces de almacenar, aparte de las que determinase el concejo, doscientas fanegas más.

En 1792, bajo el reinado de Carlos IV, el pósito privado de Fuente de Piedra pasaba a convertirse en Institución Real de Crédito Agrícola, administrada por el Ayuntamiento y supervisada por el Estado, el cual estaba obsesionado con el arca de tres llaves, tanto para el dinero como para el depósito de grano. Llaves que obraban en poder de otros tantos personajes. En Fuente de Piedra fueron: el alcalde, un regidor-diputado y un depositario. De esta forma se pretendía que los tres cargos tuviesen constancia de todo movimiento que se llevara a cabo.

En los años que sobre este asunto venimos historiando, Fuente de Piedra es un arrabal de Antequera y sufría, debido al estancamiento de las aguas de la Fuente de la Piedra, las epidemias de tercianas y cuartanas. Analizada la situación por los responsables municipales antequeranos, se dieron instrucciones precisas para que se levantasen las aguas estancadas y parte de su costo se sacara del pósito. Al mismo tiempo, no reuniendo buenas condiciones la llamada Casa Panera, que es donde se custodiaba el dinero y el grano, también se dieron instrucciones para la construcción de un edificio, exigiendo que estuviese en un lugar seco, ventilado, con siete varas de fachada, etc. Pues bien, el lugar más ventilado y seco que se encontró fue un solar, entonces ocupado con cabras y ovejas, propiedad de D. Josep de Matas, en la calle Ancha, correspondiendo al número 12 de dicha calle. Este edificio sería posteriormente, durante la dictadura franquista, la Escuela de Niños y, más tarde, cuando quedó disponible el edificio al trasladarse las aulas escolares diseminadas por el casco urbano al actual Grupo Escolar, pasó a ser Consultorio Médico. En la actualidad, dicho edificio acoge los Servicios Sociales Municipales y la Escuela de Adultos.

De este modo, bajo la dirección de D. Juan de Reyna, «Maestro de Arquitecto y mayor de obras de la Ciudad de Antequera», que siguió las instrucciones dadas, la levantó  «[…] con un solo cuerpo y cuarto despacho para los Interventores y archivo de obra tosca sin más sillería que la precisa para puertas y ventanas”.[3]

En la visita girada para la elección del solar donde levantar la Casa Panera, se inspeccionó y levantó acta de las existencias del pósito, dando constancia que aquel día 28 de diciembre de 1788, «según los libros y papeles» había de fondo de granos 1.158 fanegas y 8 celemines, de las que había repartidas y en débitos 855 fanegas y 11 celemines y existentes en sus paneras 302 fanegas y 9 celemines. En dinero, 891 Reales de Vellón y 21 Maravedíes, que estaban custodiados en el arca de tres llaves.

Se acordó que las 302 fanegas y 9 celemines de trigo se vendiesen al mejor precio posible y con su importe se costease la obra, advirtiendo que si no se alcazaba la cantidad necesaria, se paralizase la construcción hasta mejor ocasión. Y eso fue lo que ocurrió, al menos, con la Fuente de la Piedra, que tuvo que esperar hasta 1818, puesto que tras la paralización de las obras, el municipio sufrió los avatares de la guerra de la Independencia y las existencias del pósito, según más adelante se verá, desaparecieron.[4]

Terminada la Casa Panera, el depósito de grano fue traslado desde el lugar donde hasta entonces se había custodiado a la nueva construcción en el número 12 de la calle Ancha. Edificio muy seguro para la época, con vigas de pino de Flandes y demás. Allí se colocó el arcón de tres llaves, el despacho y el granero, también con sus tres llaves, como establecían los cánones.

Edificio público seguro, la Casa Panera hizo también la función de cárcel, a falta de otro lugar más idóneo. Allí era retenido todo aquel que era cogido in fraganti hasta su traslado a Antequera,  que contaba con mejores medios.

Retomando el funcionamiento de la Casa Panera como institución de crédito agrícola, tras el reinado de Carlos IV, cada vez que surgía una necesidad -lo cual era muy frecuente-, se recurría a la Casa Panera, o sea, al pósito. Podríamos decir que funcionó como una hucha de emergencia. Realmente era ese su cometido, pero sus recursos fueron destinados a todo tipo de aprieto económico, lo que provocó que cuando se hacía necesario su concurso para atender los objetivos para lo que había sido creado, las arcas y el granero estaban  vacías.

Fue pasando el tiempo hasta que hubo que rendir cuentas seriamente en 1843. Decimos seriamente, porque los años que le precedieron, los números se tiraban sobre el papel según cayeran; y nunca se presentó queja alguna o, al menos, no tenemos constancia de ello. Pero en 1843 hubo que rendir cuentas. Eso de justificar las entradas y las salidas. Cuadrar el «cargo» y la «data». Las autoridades esperaban ese cuadre y los ediles empezaron a mirarse unos a otros a ver quién daba un paso al frente. A falta de voluntarios, el alcalde no le quedó más remedio que armarse de valor y ponerse a escribir con ayuda de su secretario.

Estudiaron la situación y empezaron por lisonjear al supervisor, un tal D. Antonio Ramírez Arcas, (que por cierto no se dejó arrastrar tras los múltiples halagos que se le hicieron) y a continuación pasaron al combate. De todo lo que se hizo queda constancia escrita y no teniendo desperdicio, hemos optado por reproducir el documento en su integridad, respetando faltas, giros, puntos y comas... y presentándolo como salió de boca del alcalde y pluma del secretario. El escrito dice así:

«[sic] Sr. Coronel D. Antonio Ramírez Arcas

Esta corporación Municipal ‚ individuos que concurrieron   emitir sus votos en la urna electoral; no podían menos de lisongearse con un felis exito al dar sus votos en favor de su E.S. mediante a las noticias que tenian de sus Virtudes civicas en favor de los dchos (derechos) incontrastables de los pueblos; y asi es que se lisongean de la buena eleccion echa, y provada ya por esperiencia al ver su atento escrito que se ha resivido con la fha (fecha) de 29 de Septbre ultimo: Y contando con la proteccion que su E.S. propone haser en favor de este vesind (vecindario); el Ayuntamiento le manifiesta las nesesidades que deven remediarsele asaver = En este pueblo hay un posito comun de granos denominado hoy N.; [Nacional] y su primitivo nombre lo tomó al tiempo de su creacion por los años de 1600, razon   que constituyó su primer fondo varios vesinos de este pueblo. En el dia consta este establecimiento de 2.500 fanegas de trigo, la mayor parte conproblable, al menos que no se dejaren   pereser sus vesinos y con todo no podria reintegrarse sus fondos por que   la mitad de los deudores faltarian los vienes de fortuna. Estos establecimientos tanto en este pueblo como en los demas de la Nación; son ya en el dia sumamente perjudiciales   sus vesinos, por la escandalosa arministracion y perdidas que han tenido desde la guerra de la independencia del año de 1808; por otra parte radica en el termino alcavalatorio de este pueblo unas 200 fanegas de tierra calma que sus vesinos roturaron por ser incultas y pantanosas antes de su cultivo y las han traido lavoreables y permanentes a fuerza de continuados gastos y travajos personales haviendo ya mas de 30 a. [años] las difrutan en quieta y pasifica posecion; pero el caudal comun de propios de la ciudad de Antequera quiere apropiarselas fundado en privilegios antiguos que ya han caducado; por lo que cree este Ayuntamiento deve corresponder   su pueblo puesto que lo tiene en su ruedo y tantos sudores a costado   sus vesinos para haserlo frustifero y venir muy provechoso   sus vesinos se aplica sus c nones a favor de un Maestro de 1/as letras que por haverlo se carese de la mas presisa instruccion; y no se ocultara a su E.S. los transsendentales males que suele traer consigo la falta de instruccion; y al mismo tiempo asegurarian su propiedad los senareros[?]. Este ayuntamiento pudiera esplanar mas las dos particulares de que le habla; pero confia en su notoria saviduria y buenos sentimientos manifestados por su E.S. aquien se ofrese esta corporacion con los mas sinseros deseos de poder servirle y complaserle. = Dios G.(guarde) 5 de Octbre de 1843. [siguen firmas]».[5]

El documento es firmado por el alcalde y el regidor; el depositario no sabe y lo hace con una cruz: (+)

El escrito hizo poca mella en la sensibilidad del Sr. Ramírez Arcas y vuelven a insistir un año más tarde (1844). En el nuevo documento descubrimos que los villafontenses se habían apropiado del grano en 1810 para evitar que cayese en manos de los gabachos, que por esas fechas andaban por nuestro suelo. Ahora son muchos los vecinos que para que les sean perdonadas sus deudas firman la exposición de hechos. Lo de firmar es un decir, pues al no saber y no estilarse aún eso de dejar la huella, ponían una cruz, (o una X) junto a su nombre y requisito cumplido.

En el último pliego del  documento, donde se debiera recoger la rúbrica de las firmas, solo aparecen cruces. No hemos de olvidar que en aquel tiempo, aparte del secretario, el médico, el cura y algún agraciado más, era difícil encontrar a algún vecino que supiera leer o escribir.

Como resulta igual de interesante ese documento, hemos creído conveniente reproducirlo también respetando su escritura. Comienza:

«[sic] Los esponentes que abajo firman y señalan de cruz vesinos de esta Poblacion y deudores los fondos de trigo su Posito comun de granos a V.V. con el devido respeto dicen: Que la mayor parte de las obligaciones que tienen echas en dcho [dicho] establecimiento son hereditarias;aun cuando en algunos resultan las escrituras otorgadas por los que hablan, prosede esto de haberse hecho varias reobligaciones de orden del Gobierno, ó por la prevision de sostituir unos fiadores   otros. Tamvien en tiempo del absolutismo[6] solian ver vejados con ejecuciones y apremios monstruosos, y no dándoles ningún respiro se veían obligados reintegrar contrayendo otros empeños, que para cumplir con ellos no tenían otros recursos que volver sacar trigo del  mismo Posito. Los antesesores de los que esponen sacaron realmente el trigo que estos adeudan, aunque no en cantidad  igual   los debitos del dia; pues estos han subido mas de un duplo por causa de la cres de medio celemin por fanega anualmente. Pero el origen de estos empeños fue eminentemente Nacional y patriotico como se va manifestar. En fines del año de 1809 y principios de 1810 proxima la invasion fransesa en esta provincia de Malaga, se reunieron los Padres y abuelos de los que hablan y se repartieron todo el trigo existente para librarlo por este medio como lo consiguieron, de que se lo llevaran los franseses. No fue esto solo, sino que firmes en su proposito, sufrieron mil apremios y vejaciones de los Españoles que mandaban   nombre del Gobierno intruso y acosta de sus propios intereses lograron sacar libres los fondos de un establecimiento creado en gran parte por sus antepasados: de otro modo hubieran desaparesido como otros tantos en la peninsula. Es de arvertir que este posito deve su creacion a un donativo voluntario que hisieron estos vesinos y por eso es comun. Las continuas vicisitudes y trastornos que ha sufrido esta trabajada Nacion desde 1808 y aun antes, han hecho vien infeliz la suerte de los pueblos y de los particulares como es vien notorio no siendo el menos perjudicado este, pues sufrio un orroroso saqueo por los invasores en 1810, por su conosida adhesión la causa de la independencia. De este modo peresieron casi todas las fortunas de sus vesinos al mismo tiempo que el Posito quedo intacto.  En el año de 1823 contribuyo este establecimiento, con sierta cantidad para la causa Nacional y el Gobierno absoluto hiso que se reintegrara   costa de los vesinos. Los esponentes nacidos en mejores dias e hijos de unos Labradores acomodados han visto desapareser sus fortunas y para colmo de sus desgracias las pocas fincas que les quedan las tienen ipotecadas al posito para la seguridad de sus adeudos; siendo seguro que aun no vastan para cubril (repite) para cubrir una mitad. En vano reclamaron al Gobierno real para que enconsideracion   estos antesedentes, se les perdonara siquiera una mitad, ó alo menos se les redujeran sus devitos   lo que eran en fines de 1809 con lo que quedaba el posito muy favoresido: estas justas quejas ó reclamaciones no meresieron ser hoidas; y ya desesperaron de todo beneficio y proteccion sino tuvieran una grande fe en el por venir fundada en las instituciones que felizmente nos rigen. Si señor, seguramente es llegado el tiempo de oir clamores de los pueblos, y norabuena que no se estingan estos fondos, pero que se tenga en consideracion tanta escases y tanta miseria para aliviarla siquiera por un medio que no es gravoso de ningun modo   el Estado. Por todo lo dcho [dicho]

A V.V. Suplican los que subcriben, se sirvan perdonarles sus adeudos de trigo, mandando canselar las Escrituras de obligación, y sinó estubiese esto en las atribuciones de la Municipalidad, tomarla  lo menos en consideracion».[7]

El documento en sí informa que el pósito originario fue fundado por los propios vecinos allá por el año 1600, o sea, casi a la par que el nacimiento del pueblo, con carácter privado y, tras institucionalizarse, pasó a ser Nacional. Que durante la guerra de la Independencia el pueblo se reunió y se repartió el grano para evitar que cayese en manos de los franceses. Que muchos vecinos perdieron su fortuna por luchar a favor de la independencia y que durante 1810, el pueblo sufrió el saqueo del invasor por su oposición al gobierno galo. Tras la llegada de Fernando VII, (1814), el absolutismo se mantiene hasta 1820, en que el general Riego, tras su levantamiento, da paso al llamado Trienio Liberal,[8] teniendo que contribuir el pueblo con el aporte de grano. Grano que se saca del pósito y una vez restablecida la situación política, el gobierno absolutista, en esta segunda etapa, hace que sea el vecindario el que reponga las extracciones de grano que se habían hecho.

A pesar del informe practicado, la liquidación que para su extinción se había hecho no quedó suficientemente justificada, por lo que se exigió  se confeccionase de nuevo, aclarada y acompañada de los certificados correspondientes. Añadía que las existencias en grano eran 1.779 fanegas y un cuartillo de trigo que estaban en poder de deudores (que se justificó en tanto que habían fallecido ya), y en metálico, el depositario, 78 reales de vellón. De nuevo a confeccionar la cuenta y a justificar esos 78 reales.[9]

Se dejó pasar el tiempo, con miras a que el tema cayera en olvido. Pero no fue así. El asunto se complicaba, sobre todo por venir de un pasado tan lejano que nadie sabía por dónde meter mano para intentar al menos aportar un poco de luz a la cuestión. D. Antonio Rabanal (agente de gestión en Málaga) solicitó la presencia del Sr. Cañero, entonces secretario del Ayuntamiento, para que se desplazase a la capital y allí formar la cuenta[10] en la que figurarían, en el cargo, los débitos y en la data el expediente de fallidos, advirtiendo el Sr. Rabanal que no respondía de lo que ocurriese por no haber sido hecho en tiempo y forma.

En un estadillo remitido en noviembre de 1848 a todas las poblaciones del Reino para su cumplimentación, en el punto 2º, la autoridad villafontense dice:

«… 2º Que el Pósito, que tantos quebraderos de cabeza llevaron a las autoridades de años pasados ya no existía, informando que su origen y fundación fue con intereses de sus vecinos. Pero que ese mismo año de 1.848 había dejado de existir por resultar incobrables sus débitos al haber fallecido las personas que lo contrajeron».[11]

El pósito continuó funcionando. Los años 1851 y 1852 fueron desastrosos para la agricultura, en especial este último debido a las tormentas. Por este motivo se aprobó la extracción de trigo del pósito para los labradores necesitados.[12] La aprobación vino en el mes de enero de 1852, lo que indica que la cosecha mala fue la de 1851.

En 1852 ocurría otro tanto y, en diciembre de ese mismo año se volvía a aprobar la extracción de la tercera parte del trigo existente en el pósito,[13] que no debía ser mucho puesto que se habían atendido las necesidades de los labradores el año anterior.

Y si las cosechas de 1851 y 52 fueron malas, la de 1853 fue desastrosa por la fuerte nevada que sufrió la comarca.[14] Los olivares se quemaron casi en su totalidad y apenas se recogió cosecha. Por ello, se autorizó de nuevo extraer del pósito otra tercera parte de las existencias[15] para atender la sementera de 1854.

Todo este cúmulo de circunstancias llevó a que las existencias del pósito quedaran prácticamente agotadas y al continuar las malas cosechas en los años sucesivos, el gobernador civil solicitó al  alcalde que, con toda reserva, averiguase las existencias de grano que cada labrador del pueblo tuviese almacenada. Situación delicada que el máximo edil supo resolver de la forma más equitativa posible. Aun sin faltarles jamás el respeto, los grandes terratenientes no gozaron de la simpatía del pueblo ni de sus gobernantes. Quizá influía en esto el que, aún teniendo casa abierta, fijasen su residencia en Antequera, Granada, Málaga o Madrid y solo se les viese por el pueblo cuando habían de cobrar las rentas del fruto conseguido con el sudor de los vecinos. Como sospechara el alcalde que se le podía echar mano a las existencias acumuladas por los vecinos, que pasaban por situación muy lamentable, el alcalde informó que todo el trigo que aparecía -detallado en nota adjunta-, era de grano recio y de buena calidad, así como los demás cereales que se indicaban, haciendo constar al principio de la lista a la señora marquesa de Fuente de Piedra, seguida del conde del Castillo de Tajo y D. Diego Casasola que «aunque son forasteros, -decía-, tienen su labor en el pueblo con casa abierta». Completaba la lista poco más de una veintena de nombres,[16] pero sus existencias no se aproximaban a las de los terratenientes ni por asomo. Estos vecinos -concluía el alcalde D. Juan Fernández-, pertenecen a la clase de «pegujares pelentrines, los cuales necesitan los cereales que tienen para la siembra y manutención de sus familias».[17] 

La crítica situación continuaba y en 1859 se autorizó extraer del pósito el total de las existencias de grano.[18]

El pósito seguía haciendo sus funciones, es decir que debió tener entradas de grano y en 1869 se encontraba de nuevo con existencias.[19]  Entre los cambios, habida cuenta que la situación política también lo había hecho -ahora nos encontramos en el sexenio democrático-, el cargo de Depositario también cambió; pasando a ocuparlo con carácter interino D. José Caro.[20]

Y de nuevo, vuelta a las andadas. La entrada y salida de grano nunca cuadraba. En 1869 se extrajeron de paneras 143 fanegas de trigo que fueron repartidas en noviembre de ese mismo año.[21] Esta salida no se justificó y en 1875 aún seguía sin justificarse ante el Negociado de Pósitos del Gobierno Civil que, con la experiencia que tenía, sabiamente se armaba de paciencia.

En lo referente al edificio del Pósito, también llamado Casa Panera, fue uno de los mejores locales en cuanto a su construcción. Sito en la calle Ancha, por  sus mejores condiciones de seguridad hizo la función de cárcel. Al paso del tiempo se fue deteriorando y hubo que hacérsele algunas reparaciones.[22]

En 1910 se interesó su venta, que se retrasó varios años al no haber sido inscrita la finca tras su construcción, en el Registro de la Propiedad,[23] Cuantas certificaciones se emitieron para legalizar la situación y proceder a su enajenación, fueron devueltas por el Registrador que exigía que en la certificación que se emitiese debía hacerse constar que el propietario de la Casa Panera era el Pósito de Fuente de Piedra.[24]

En 1914 pasaba a propiedad de D. Rafael García Cabrera tras haber depositado el último plazo para su compra.[25] Un hecho un tanto extraño, pues Don Rafael compraba el inmueble para inmediatamente donarlo al Ayuntamiento con objeto de instalar en él la Casa Capitular,[26] cosa que no llegó a ocurrir, pasando de inmediato a Escuela, función a la que se destinó hasta principio del los años 70 del pasado siglo. Continuó siendo Escuela de Adultos y Consultorio Médico y en la actualidad acoge los Servicios Sociales del municipio.

 

 

 

[1] Jerónimo Castillo de Bobadilla (1547-1605), vinculado a la Escuela de Salamanca, cursó estudio de leyes, fue corregidor en Soria y Guadalajara, letrado de las Cortes de Castilla y fiscal de la Chancillería de Valladolid. Publicó su Política para Corregidores en 1597, y estuvo al servicio de la monarquía del momento: la España de Felipe II.

[2] Para ampliar datos, consúltese el Anexo N.º 5.

[3] Para ampliar datos, véase el Anexo N.º 5.

[4] Ibidem.

[5] AMFP. Doc. de Sec. Año 1843, doc. N.º 9 y Corresp. Oficial, Año 1843, 5 de octubre, doc. N.º 2552 y 2553.

 

[6] Hace referencia a los años 1814-1820 y 1823-1833, bajo el reinado de Fernando VII, quedando excluido 1820-1823, es decir, el Trienio Liberal, que tuvo comienzo con el levantamiento del general Riego y puso fin la entrada de los cien mil hijos de san Luis.

[7] AMFP. Doc. de Sec. Año 1842, doc. 793.

[8] El Trienio Liberal finaliza en 1823, tras la llegada de los cien mil hijos de san Luis.

[9] AMFP. Doc. de Sec. Año 1849, doc. N.º 235.

[10] Ibidem. Año 1851, doc. N.º 317.

[11] AMFP. Doc. de Sec. Año 1848, doc. N.º 4.

[12] Ibidem. Año 1852, doc. N.º 401.

[13] Ibidem. Año 1852, doc. N.º 466.

[14] Esta situación tan precaria desembocará en la mayor crisis de subsistencia del siglo XIX, la de 1857, que hemos desarrollado en un capítulo específico en el bloque temático Desastres Naturales.

[15] AMFP. Doc. de Sec. Año 1856, doc. N.º 399.

[16] AMFP. Doc. de Sec. Año 1856, doc. s/n

[17] Ibidem. Año 1856, 21 de enero, doc. N.º 174.

[18] Ibidem. Año 1859, doc. N.º 377.

[19] Ibidem. Año 1869, doc. N.º 423.

[20] Ibidem. Año 1869, doc. N.º 619.

[21] Ibidem. Año 1875, doc. N.º 281.

[22] Ibidem. Año 1862, doc. N.º 118.

[23] AMFP. Libro de Actas Año 1910, p. 20.

[24] AMFP. Libro de Actas Año 1911, sesión de 11 de noviembre de 1911, pp. 20-21.

[25] AMFP. A.C. 25 de marzo de 1914.

[26] Ibidem. 7 de julio de 1915.

 

 

Fragmento de Historia Temática Villafontense

Capítulo: Lugares con Historia

El Pósito

Francisco Muñoz Hidalgo

(En composición)

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