En 1923, Fernán Martínez Huarte, aquel abogado que había presentado una instancia en el ayuntamiento como socio y gestor de la compañía Lozano Pintado y Cía. para construir la fábrica de orujo, aprovechando que el Sr. Lozano poseía otros terrenos al sureste de los ya marcados para la fábrica de orujo, solicitó en el mismo expediente la creación de otra industria, la fábrica de jabones, conocida popularmente en el municipio como La Doga.

     Su nombre comercial: Perfumería Doga. S.A.[1]

         El Ayuntamiento estudió la solicitud y, al cumplir con toda la reglamentación y disposiciones vigentes, fue aprobado el proyecto dando inicio de inmediato a la construcción y puesta en funcionamiento la citada fábrica de jabón.

         Respecto del volumen que facturaba, habida cuenta que durante la guerra civil se hacía necesario comunicar la producción para recibir la correspondiente autorización para su venta, sabemos que en plena contienda, en septiembre de 1938 en los almacenes de esta fábrica había 20.000 kilos de jabón, esperando la imprescindible guía para ser despachados.[2] Tres semanas más tarde, otros 10.000 kilos esperaban la autorización pertinente[3] y lo mismo ocurría dos meses después, en diciembre con «[…] 30.000 kilos de jabón que solicita el Sr. Encargado de la fábrica que poseen los Sres. Pallarés Hermanos en esta población para varias plazas de nuestra zona liberada».[4]

         La facturación de 60.000 kilos de jabón el último trimestre de 1938, en plena Guerra Civil, viene a indicarnos la importancia que Perfumería Doga S.A. llegó a tener.         

         En 1950 se volvía a solicitar autorización al Ayuntamiento para la construcción de una nueva planta en la calle Pardo Casasola 31, propiedad de la citada empresa.