FUENTE DE PIEDRA
Edad Antigua
1
PERÍODO ROMANO
Siglos III a. de C. a V d. de C.
Historia es lo que se escribió,
pero ignoramos si es lo que sucedió
(Jardiel Poncela)
Bajo la dominación romana, Fuente de Piedra se llamó FONS DIVINUS, es decir, FUENTE DIVINA, nombre que recibe del manantial medicinal.
Sabemos que un legionario romano sanó del mal de piedra (litiasis urinaria), gracias a las propiedades del agua, y en agradecimiento mandó esculpir un ara o altar, inscrita en latín, para que quedase constancia de su gratitud.
Al respecto, Ambrosio de Morales (1513-1591), en su Corónica General de España, dice:
«[sic] Tenemos un testimonio de más de 1.300 años. Es una piedra que está agora en Antequera a la puerta del Hospital de la Concepción: mas muchos son vivos que saben cómo se traxo de las ruinas de la antigua ciudad de Nescania. Allí estaba la piedra en una huerta cabe en una fuente casi tan buena como esta otra de que vamos tratando de la cual no está muy lexos. Es ara, y assí tiene estas letras:
FONTI. DIVINO.
ARAM L. POST
HVMIVS. SATV
LIVS. EX. VOTO
D.D.D.
Que dice en castellano: «Lucio Postumio Satulio por voto que tenía hecho dio, y dedicó esta Ara de esta Divina fuente». Parece cierto –prosigue- que este Postumio Satulio, sanó con el agua de aquella fuente de alguna enfermedad, y así hizo voto de ponerle aquel Altar con su dedicación, y llamarla Divina para declarar su excelencia y celestial virtud».[1]
Si bien las aguas fueron realzadas al máximo en los siglos XVI-XVII, sus propiedades eran conocidas hace más de dos mil años. Se cuenta que el emperador Trajano[2] padecía del llamado «mal de piedra» (dolor de riñón) y se hacía llevar a Itálica y posteriormente a Roma agua de la fuente mediante un correo con relevo de caballos.
Los pueblos que rodean a Fuente de Piedra fueron ocupados por los romanos, cuando no fundados por ellos y conociendo la lógica frialdad con que actuaban las legiones romanas, «[…] alrededor de aquella fuente a la que llamaron «Divina», nació un núcleo urbano muy singular y de cierta importancia en la comarca precisamente por el poder curativo de sus aguas”.[3]
En antiguo Lugar o villa que ocupara la actual Fuente de Piedra fue paso obligado para las legiones romanas casi a mitad de camino entre Urso y Anticaria (Osuna y Antequera). La ruta partía de Hispalis (Sevilla), por Carmo (Carmona), hasta Astigi (Écija), bifurcándose en este punto dirección Corduba (Córdoba) y Anticaria (Antequera). La prolongación hasta esta última pasaba por la Realenga de Sevilla o Camino de la Cruz, a mitad de camino —como apuntábamos al principio—, entre Osuna y Antequera.[4]
Hay que considerar la importancia de Urso en aquella época, su proximidad y haber sido uno de los escenarios más significativos en la guerra iniciada con la rebelión de Viriato. En Osuna establecería igualmente su cuartel general el cónsul Quinto Fabio Máximo el año 145 a. de C., enviado por Roma con pertrechos y tropas que en parte llegaron por el puerto de Málaca (Málaga), lo que puede darnos una idea de la enorme actividad militar que se desarrolló en toda la zona.
Hasta el momento han sido localizados 114 yacimientos romanos repartidos por todo el término municipal (y otros que no presentan la consideración de yacimiento, pero que han aportado material arqueológico de superficie encuadrable en este período). En ellos se pone de manifiesto, a partir del análisis del material encontrado y la dispersión de estos yacimientos, la intensa presencia de Roma desde la República (siglo II a. de C.) hasta el Bajo Imperio (siglos III-IV d. de C.)
Entre los restos encontrados podemos citar un sarcófago romano, basas y tambores de fuste de columnas, igualmente romanas, bloques de sillería, abundantes trozos de cerámica común y sigillata (hispánica y sudgálica), piedras de molino, bases y morteros, tégulas e ímbrices, así como material de diverso uso, doméstico, constructivo o industrial; tal es el caso de dos grandes piedras con perforaciones cuadrangulares en su cara superior que constituían el punto de anclaje de un molino oleolícola.
De estos yacimientos destacan los localizados en:
Los Grajos (2 yac.)
Curva de Juan Moreno
Vista Hermosa (4 yac.)
Los Visos
La Redención (2 yac.)
Las Albinas (5 yac.)
Camino de Conejo
Conejo (3 yac.)
La Culebra
Esperapanes
Los Tontos
La Paloma (3 yac.)
Las Vicarias, (La Vicaría) (2 yac.)
Cerro de La Virgen
Zona oeste del cementerio y camino del cementerio
Los Castillejos (2 yac.)
Carretera de Los Carvajales
La Molinilla
Las Arenas (4 yac.)
Párraga (2 yac.)
Pasada de Párraga
Arroyo de Santillán (junto al límite del término)
Cabrera (3 yac.)
Camino de Santillán
Las Conejas
Fuente de la Piedra (casco urbano)
La Noria
La Ermita o los Granaínos
La Fuente Santa
Cortijo San José
Loma y ladera del Charcón
Los Prados
La Victoria
El Puntal (2 yac.)
Falda de la Sierra
El Navazo (3 yac.)
Matalondras
Mora (2 yac.)
San Luis
La Laguna (5 yac. junto al vaso lacustre)
Herriza El Rallado (2 yac.)
La Plata (2 yac.)
El Cuco
La Torca (5 yac.)
Las Lomas (2 yac.)
Cerro de Juan Mancas
Cojito
Cortijo Ratón
Los Frailes
Haza del Valle
El Tesorillo
La Rábita
Febrero (2 yac.)
Los Piquetes
Campos (2 yac.)
El Risquillo (2 yac.)
La Herriza (3 yac.)
Bermejo (2 yac.)
La Doctora (2 yac.)
La Caridad
Los Blancares
Cortijo Nuevo (2 yac.)
El Diablo (2 yac.)
Dada la importancia de algunos de estos yacimientos detallamos a continuación sus características u objetos en ellos encontrados.
LA DOCTORA:
En el actual emplazamiento de la hacienda son fácilmente observables estructuras romanas de considerables dimensiones. Al sur, en el camino, a unos 5 metros de la pared de la actual construcción, se aprecia la base de una posible fuente o abrevadero (opus signinum).
Siguiendo la estructura observamos que en su momento debió estar en el interior de recinto. Abundan los restos cerámicos esparcidos por doquier de tégulas, ladrillos y sillares; muchos de ellos aprovechados para la construcción de la hacienda, otros junto al borde de los caminos que van a La Caridad y el que desciende hacia el norte buscando el arroyo de Mari Fernández. La extensión de los restos es bastante amplia en todas las direcciones a partir de la hacienda.
El abundante monetario recuperado en la zona fue acuñado bajo el mandato de los siguientes emperadores: Aureliano, Constantino «El Grande», Constancio II, Juliano «El Apóstata», Graciano y Valentiniano II, de lo que deducimos que la villae tuvo su apogeo durante el Bajo Imperio, en el siglo IV.
LA TORCA:
La zona conocida como La Torca presenta varios yacimientos: el primero en las inmediaciones a El Torquillo, del que se extrajo la basa y parte del fuste de una columna en un solo bloque. Otro, más importante a juzgar por la abundancia de restos, se sitúa al sur de La Torquilla, en el sitio llamado La Mina, del que se trasladó otra basa de columna de características similares a la anterior.
Tambores de fuste, abundantes tégulas, ladrillos y trozos de cerámica común afloran a la superficie del yacimiento por efecto de las labores agrícolas. También ha quedado al descubierto la estructura de un muro. En una visita posterior al lugar recuperamos un trozo inidentificable de T.S.H clara (Terra Sigillata Hispana), y la base de un objeto de vidrio.
Situada a escasos metros del yacimiento, la Mina de Hierro es muy probable que fuese beneficiada por los romanos. En la actualidad la galería está hundida en algunos puntos, observándose en su recorrido varias entradas a dicho túnel por medio de pozos que actualmente están cegados.
Un kilómetro al este, en Las Lomas, cuando observábamos una sepultura romana que hacía poco había quedado al descubierto, encontramos dos monedas pertene-cientes a Claudio II «El Gótico»; presentando su reverso a la diosa Felicidad.
A la puerta del cortijo La Torca fueron trasladados varios sillares que, según afirman los propietarios del cortijo, pertenecen a yacimientos distintos, aún por estudiar. Uno de estos sillares presenta almohadillado. Hay que añadir un molino manual que conservan en la vivienda y una piedra de molino, bastante deteriorada y colocada en el borde izquierdo del camino a Fuente de Piedra.
Su momento de esplendor debió ser coetáneo al de La Doctora, si bien hay que señalar la presencia de T.S.H. clara.
VISTA HERMOSA:
Un sarcófago romano de gran tamaño (2,13 m de longitud), fue encontrado a unos trescientos metros al norte de la hacienda cuando se efectuaban labores agrícolas.
La última vez que tuvimos conocimiento de él hacía la función de pesebre en la finca. El objeto apareció sobre un montículo apenas perceptible en el que para su colocación fue preciso labrar la roca. La losa que lo cubría aún se encuentra en el lugar.
Dos centenares de metros más al norte, siguiendo el mismo eje, son visibles abundantes restos de tégulas, ímbrices, ladrillos y trozos cerámicos que pudieron formar parte de la vivienda que es posible que fuera propiedad del difunto que ocupó el sarcófago. Los grandes sillares que el arado moderno (brabán) ha venido levantando, se ven alineados a lo largo del camino, lo que invita a pensar en una villae de cierta calidad, en la que no faltó la presencia de fragmentos de sigillata hispana.
MORA:
Este paraje, al este de la Laguna Salada, ha aportado multitud de tégulas e ímbrices que formarían parte de una villa o necrópolis. En la misma zona apareció un denario de plata acuñado bajo el mandato de Trajano.
LOS GRAJOS:
Abundan los sillares, todos ellos de medidas similares y en su mayoría de forma cúbica, de 60 cm de arista. En algunos aún se aprecian restos del cemento empleado. Multitud de ímbrices, tégulas y abundantes lajas de piedra, han sido desplazadas hasta el borde del camino, donde se pueden ver amontonadas. Hay también restos cerámicos; uno de ellos, perteneciente a una gran tinaja, tiene incrustado un trozo de plomo a imitación de anilla o asa, cuya finalidad descono-cemos. Un poco más al norte, a unos 500 metros aproximadamente, en la ladera de subida a una pequeña elevación del terreno, también en este paraje de Los Grajos, observamos el mismo material (tégulas, ímbrices y restos de cerámica común), disperso por la tierra calma, llamándonos la atención la presencia de pequeños ladrillos, muy quemados, que pudieron ser parte del material empleado en la construcción del hipocaustum de la villae.
De una de las orillas del arroyo de Santillán, a su paso por Los Grajos, se recogió un fragmento de tégula en la que se habían sido grabados los trazos de un juego de alquerque de 9.[5]
LAS VICARIAS:
Situado a la altura del km 3 de la carretera comarcal Fuente de Piedra-Sierra de Yeguas, a la derecha de la curva que bordea este paraje, son visibles bloques de sillería, un pilón circular de 70 cm de diámetro y una piedra de molino (diámetro 77 cm), deteriorada por el paso del tiempo y lo que parece ser el contrapeso de una prensa de molino, fabricado con un conglomerado de piedra y cemento (opus signinum).
Penetrando hacia el interior —dirección norte—, restos cerámicos y ladrillos abundan en un radio de 150 m.
Aún son visibles las bocas de grandes tinajas enterradas en el suelo que hicieron la función de silos.[6] De este paraje de Las Vicarias se extrajo un Ara de 48 cm de alto, 30 cm de ancho y 22,5 cm de grosor. En la actualidad se encuentra en el Museo Arqueológico de Málaga.[7] En sus 7 líneas inscritas en capita-les rústicas leemos:
D M (S)
D M S
FLAVIS SEX
TIO. ANNO
RVM XXVIII
PIVS IN SVIS
STTL
D(is) M(anibus) S(acrum). D(is) M(anibus) S(acrum) Flauis Sextio annorum XXVIII. pius in suis S(it) T(ibi) T(erra) L(euis).
Cuya traducción sería: Consagrado a los dioses manes (bis). Flavio Sextio, de veintiocho años, piadoso para los suyos (yace aquí). Que la tierra te sea leve.
En su lateral izquierdo aparece, en relieve, un praefericulum; en el derecho una pátera y en el posterior un culter.[8]
LA NORIA:
La excavación de urgencia llevada a cabo ha sacado a la luz en lo que al período romano se refiere dos tipos de enterramientos. El primero (Tipo 4) se trata de una sepultura de incineración dotada de estructura de ladrillo y cubierta de tégulas. La excavación evidenció el colapso de la estructura, albergando en su interior los restos de la cubierta y algunos ladrillos. El segundo tipo de enterramiento (Tipo 5), responde a una inhumación primaria en fosa en la que el cadáver apa-rece en decúbito supino, conservando sólo el esqueleto postcraneal y adscrito a cronología imperial.
Como apuntamos más arriba, en La Noria hay un espacio productivo agrícola sobre la necrópolis protohistórica consistente en la alineación de fosas para el cultivo de la vid que, en principio, se remontaría a época romana. Son estructuras de planta rectangular, excavadas en la roca, que mantienen unas dimensiones más o menos constantes, formando alineaciones paralelas en sentido Noroeste-Suroeste. Has-ta el momento han sido excavadas 106 estructuras.
CERRO DE JUAN MANCAS:
Próximo a Los Cortijillos, en este cerro, además de las tégulas y trozos cerámicos que se vienen repitiendo en todos los yacimientos, han aparecido ladrillos semicirculares de 5 cm de grosor y 16,5 cm de radio utilizados en su día para la construcción de columnas. También aparecieron restos de vidrio, hecho que lo convierte, de momento, en uno de los pocos yacimientos en los que hace presencia este material.
LA HERRIZA:
(Zona oeste de la Laguna Salada). A orillas de uno de los caminos de la finca que va bordeando el vaso lacustre han sido trasladados una piedra de molino, la basa de una columna y varios sillares; uno de ellos presenta adosados por una de sus caras. También abundan ladrillos de grandes dimensiones con un haz de rayos en bajorrelieve. La T.S.H. clara también hace acto de presencia en el lugar. Es este uno de los yacimientos de más entidad del municipio durante la época bajo imperial, junto a los de La Doctora y La Torca.
CERRO DE LA VIRGEN:
En la actualidad corona la cima de este cerro los depósitos de abastecimiento de agua para la población. Cuando se procedía a la construcción de los mismos, objetos cerámicos aparecían por doquier, abundando las ánforas que, recuperadas intactas, pasaban a manos de los obreros que las encontraban. Los más sensibles se preocuparon de conservarlas, trasladándolas a sus viviendas, donde fueron utilizadas de diversas maneras (decorativas, tiestos, etc.)
En su momento (1966), el yacimiento no fue denunciado para evitar la posible paralización de las obras. Los depósitos se construyeron unos metros al oeste de su la ubicación proyectada en principio para evitar la boca de una galería, aún visible, que tiene planta de segmento circular de 2,5 m de cuerda y 1,5 m de flecha y unos 3 m de profundidad, perdiéndose dirección este, en forma de galería subterránea. La colmatación de piedras en el fondo impide un análisis más detenido, aunque puede que sea el horno de un alfar a juzgar por la cantidad de material cerámico defectuoso que se ha encontrado en las inmediaciones.
Si bien la tipología del material no es muy variada, sí es abundante, destacando ollas, cazuelas, vasos y en mayor cantidad ánforas de las que se han recogido multitud de restos (bordes, asas o paredes y algunas que por su tamaño debieron ser orzas.[9] Restos con menor representación son los pertenecientes a cuencos y platos. La ausencia de sigillata, cerámica ática o precampaniense podrían, con todas las reservas, marcarnos su cronología entre los siglos II-I a. de C.
En la ladera oeste del citado cerro quedó al descubierto una necrópolis a finales de los años cincuenta. Las tégulas eran extraídas prácticamente íntegras. Trazando un eje desde dicho punto a Los Castillejos y ocupando la media luna que describe con el actual cementerio municipal, cuando se procedía a la construcción de la carretera que circunvalaba el pueblo (1959) y hoy desdoblada en la A-92, alarmaba la cantidad de sepulturas de tégulas que los obreros y máquinas sacaron a la luz, presentando todas ellas, según información de testigos presenciales, idénticas características: varias tégulas apoyadas entre sí formando un prisma triangular y en su interior los restos del difunto, la mayor de las veces acompañado de ajuar funerario. Estos enterramientos se proyectan hasta Los Castillejos, donde el denso aumento de ímbrices, tégulas, ladrillos y cerámica común y de lujo (sigillata), ocupando una gran extensión de terreno que se prolonga al norte y oeste del actual campo de fútbol, hacen pensar en un poblado más que una simple villae. Los topónimos del lugar, Castillejos-Villares, apoyan esta teoría.
De una de estas tumbas y casi intactos, conservamos dos objetos cerámicos; un bol y un plato[10] de sigillata sudgálica lisa. El sello del bol es ilegible, en el del plato se puede identificar el nombre del taller que lo fabricó: OFGERM.[11]
La mayoría de los asentamientos relacionados páginas atrás tuvieron ocupación durante los siglos I-IV d. de C. No obstante, las primeras ocupaciones bajo dominio romano se sitúan en los siglos II-I a. de C., coincidiendo con los inicios y desarrollo de la conquista de estas tierras por Roma. A dicha época pertenecen los yacimientos situados en el paraje Los Prados, Carretera de Los Carvajales y Cerro de la Virgen, en los que hace acto de presencia la cerámica campaniforme y la común ibero-romana.
La localización de estos yacimientos en el término municipal nos indica que estas villae se sitúan en torno a tierras muy productivas, intensificándose especialmente en las zonas de La Torca y La Herriza, a ambos márgenes de La Laguna Salada; lo que no es óbice para que otros asenta-mientos se vayan distribuyendo por el resto del actual término municipal, lo que nos permite afirmar una ocupación casi total del mismo durante el Alto y Bajo Imperio, (siglos I-IV) a juzgar por el análisis del material de superficie que han aportado.
Si bien la zona presenta características muy propicias para la explotación agrícola del terreno y es indudable que se cultivó ampliamente, no hay que olvidar la importancia de la Laguna Salada de Fuente de Piedra, cuya sal, riqueza de primer orden para los romanos, explotó el Imperio y, con posterioridad, otras culturas.
Fue tan importante el aprovechamiento de la sal de la Laguna que se construyó una vía alrededor de ella que enlazaba a su vez con los múltiples yacimientos de su entorno.[12] De esta vía que discurría alrededor de La Laguna aún se conserva un vado romano, el único del que sepamos que existen restos en toda la provincia de Málaga. Se sitúa junto al cortijo de La Rábita, en su zona Sur, sobre el arroyo de Las Tinajas. Lo que aún puede apreciarse son dos enormes bloques pétreos en piedra caliza de buena calidad, tallados al parecer por sus seis caras (al menos, con seguridad en 5 de ellas). Las dimensiones de estos bloques son de 1,20 m por 0,45 m aproximadamente. En la zona terminal del que está situado hacia el norte se observa el arranque de una calzada de piedra, que tiene la cara exterior bastante plana, siendo todas ellas de tamaño medio, según se puede observar a pesar del deterioro sufrido por el conjunto. El bloque sur está un poco desplazado. Creemos que el vado debió contar al menos con un tercer bloque en línea con los anteriores, hacia el sur, y otros tres emparejados hacia el oeste. Formaba parte de un ramal que enlazaba la vía romana que rodeaba a La Laguna, a la altura del cortijo de La Rábita, y tomaba dirección Campillos.
La zona próxima a La Laguna era recorrida también por una importante vía que unía Antequera y Sevilla (Antikaria e Hispalis). Esta vía se refleja en fuentes como el Itinerarium Antonianum y el Geógrafo Anónimo de Rávena, siguiendo el siguiente orden:
ITINERARIO DE ANTONINO[13]
410.3 Hispalis. m VIIII
4 Basilippo m XXI
411.1 Carula m XXIIII
2 Ilipa m XVIII
3 Ostippo m XIIII
412.1 Barba m XX
2 Antikaria m XXIIII
3 Ad Gemellas m XXIII
GEÓGRAFO ANÓNIMO DE RÁVENA[14]
316.IV.45.11 Hispalis
13 Basilippa
14 Ursone
15 Olipium
16 Osipon
17 Urgapa (Fuente de Piedra)
18 Antigaria
19 Rataspen
En el Geógrafo de Rávena, la mansión Barba se omite y en su lugar, entre Osipón (la Ostippo del Itinerario, hoy Estepa) y Antigaria (inmediaciones de Antequera), se cita una población llamada Urgapa. Esta Urgapa pensamos que es distinta de la mansión Vizcaone del Itinerario, situado en la vía de Corduba a Cástulo, que se identifica con la Urgao o Urgavo (actual ciudad de Arjona) citada por el historiador romano Plinio, que la localiza entre el Baetis (Guadalquivir) y la costa, dándole de sobrenombre Alba, (adjetivo latino: álbum = blan-co/a).[15] Pensamos que ese apelativo podría haberlo motivado el color que presenta la sal de las salinas de Fuente de Piedra en el estío y que el nombre de la población existente en torno a La Laguna fuese igual o muy similar al de la Urgavo jiennense. De hecho, cuatro siglos más tarde, por evolución, en el Geógrafo de Rávena, entre Estepa y Antequera aparece la mansión Urgapa, lo que puede responder a una clara evolución del nombre (Urgao, Urgapa) de la población existente en el siglo I, que creemos podría estar ubicada entre La Torca y La Mina.
Hasta el momento, la arqueología no ha facilitado ningún nombre, pero las últimas excavaciones llevadas a cabo en La Noria son prometedoras y los estudios en la zona de La Torca y la excavación de las termas romanas del vecino pueblo de Sierra de Yeguas, ubicadas en la proximidad a La Laguna, van dando credibilidad a la existencia de al menos un gran poblado, que soportó bien la crisis, ya tratada, del Bajo Imperio (siglos III y IV), que pervivió en el tiempo y podría responder a la Urgapa citada en el Ravenate siglos más tarde.[16]
A pesar de soportar el entorno de La Laguna la crisis bajo imperial de forma aceptable, la aparición de múltiples villae alrededor del vaso lagunar ponen de manifiesto el alcance de la crisis y la fuerte ruralización, patrón que se repite en prácticamente todo el Imperio desde inicios del siglo III.
En algunos de estos yacimientos hemos detectado ladrillos semicirculares con evidentes señales de quemado, (hipocaustum?), que nos induce a pensar en la existencia de hornos. Hornos que pudieron dedicarse a un proceso de aceleración de la evaporación del agua para provocar el precipitado de la sal y en una industria de salazones de carnes o de pieles, más que en unas termas.
El único indicio cronológico global —con todas las reservas que ello implica—, lo podemos encontrar en el monetario recuperado de yacimientos del entorno de La Laguna, hoy en colecciones particulares y con un total de 71 monedas analizadas, lo que permite aventurar algunas hipótesis respecto de la cronología de los hábitats de época romana en el entorno de La Laguna, que no del resto del término villafontense.
Las monedas íbero-romanas y romanas halladas en yacimientos situados en las inmediaciones al vaso lacustre son las siguientes:
MONEDAS ÍBERORROMANAS
Ceca de Málaca 1
Ceca de Acci 1
Ceca de Emérita 1
MONEDAS ROMANAS
Época republicana. (As) 3
Tiberio (denario) 1
Claudio 5
Nerón 2
Septimio Severo 2
Galieno 1
Claudio II 4
Quintillus 2
Aureliano 3
Maximiano I 6
Majencio 2
Constantino «El Grande» 10
Crispo 4
Constancio II 10
Decentius 6
Juliano II «El Apóstata» 4
Valentiano 1
Graciano 1
Total 70
Se aprecia la práctica ausencia de monedas ibéricas. Sólo han aparecido tres de ellas y con una dispersión de dos yacimientos. No obstante, llama la atención la rareza de las cecas representadas (Emérita y Acci).
En cuanto al resto, la gráfica que se obtienen es normal teniendo en cuenta el poco número de piezas contabilizado. Destaca la abundancia del monetario de Constantino I «El Grande» y Constancio II, fenómeno que marca una época de inflación, bien conocida por el estudio de la circulación monetaria en otras zonas.
En la gráfica observamos un vacío desde mediados del siglo I d. de C. a finales del II d. de C. (Alto Imperio), que puede responder a un abandono del aprovechamiento de la sal de La Laguna para, a partir de entonces, reactivarse la explotación salinera, en constante ascenso, durante los siglos III-IV (Bajo Imperio). Todo ello como resultado de dos factores: de una parte, la fuerte ruralización provocada por las crisis socio-económicas y políticas del período conocido como Anarquía Militar (235-268), de forma que los centros de producción pasan de la ciudad al campo (villae) imponiéndose un régimen político autárquico y económicamente cerrado en la distribu-ción de los productos. La triada mediterránea (trigo, vid y olivo), se produce y elabora en las villae, siendo común encontrar restos de almazaras y molinos (piedras de prensado, bases, etc.), en estos yacimientos, los cuales nos informan de su enorme actividad durante el Bajo Imperio.[17]
En lo que al monetario se refiere, no podemos obviar el tesorillo aparecido en el término municipal villafontense, al norte del cortijo de La Doctora y próximo a Los Altos Ramírez y La Atalaya, en el límite con La Roda de Andalucía, consistente en 66 denarios que formaron parte de la Colección Marsal y actualmente se encuentran en el Museo Arqueológico de Sevilla.[18] Al tratarse de unos ahorros concentrados en la misma bolsa podemos especular sobre el estudio de dichas piezas sólo lo estrictamente necesario en cuanto a las monedas en sí. Sin duda, este tesorillo perteneció a algún pequeño propietario de la época que fue ahorrando de forma paulatina, sin que el montante final supusiese una gran riqueza, pero sí una notable ayuda en caso de necesidad. Las 66 monedas abarcan un espacio temporal que va desde las guerras celtibéricas del siglo II a. C. hasta una acuñación del emperador Trajano, muerto en Selinunte, Cilicia, en 117.
Analizando esta horquilla temporal obtenemos el si-guiente cuadro:
TESORILLO DE 66 DENARIOS ENCONTRADOS EN LOS ALTOS RAMÍREZ O LAS ATALAYAS
REPÚBLICA N.º de Piezas
Guerras celtibéricas 2
Conflicto sertoriano 3
Guerras Civiles 3
Enfrentamiento Cesar-Pompeyo 2
Marco Antonio 7
Denarios republicanos 17
IMPERIO N.º de Piezas
Augusto 4
Tiberio 2
Nerón 1
Galva 1
Vitelio 1
Vespasiano 15
Tito 3
Domiciano 7
Nerva 1
Trajano 14
Denarios imperiales 49
Total Denarios: 66
El estado de conservación de las monedas que conforman este tesorillo responde en cada una de ellas al tiempo en que estuvieron en circulación, de tal manera que las más antiguas son las más deterioradas, si bien, el conjunto perteneciente a Marco Antonio, en la etapa final de la república, presenta un mayor desgaste. Son las acuñaciones de la época Flavia (Vespasiano a Domiciano), las mejor conservadas, coincidiendo posiblemente con el inicio del ahorro y acumu-lación del tesorillo. La última de ellas, impresa durante el mandato de Trajano, parece recién salida del cuño.
Volviendo al aspecto económico de la zona en el Bajo Imperio, las salinas continúan su alta y solicitada producción, siendo quizás la industria de salazón la que mejor soportó la crisis del siglo III,[19] hecho que se confirma en Fuente de Piedra a partir de los resultados obtenidos de dicha gráfica. No hemos de olvidar la importancia de la sal en la época que tratamos y su aprovechamiento. Siglos más tarde, tras la Reconquista, veremos cómo Fuente de Piedra y su entorno se convierten en dehesas de Antequera para alimentar el ganado. Ahora, bajo el dominio romano, la situación es muy similar. Si bien el suelo está sembrado de cereales y otros productos, los pastos dominan también extensas zonas de este territorio, alimentando al ganado local y trashumante y es en ello que la sal de La Laguna jugó un importante papel, pues entre sus múltiples usos, como son la elaboración de salazones, curtido de pieles, mejora del vino, separación de los metales de la ganga, etc., estuvo la de ser alimento para el ganado.
No sería la sal la única riqueza que los romanos extrajeran de la Laguna: el flamenco, especie que alarmó a biólogos y ecologistas por estar en peligro de extinción en la zona, consecuencia del deprimente estado en que se encontraba su hábitat en los años setenta del pasado siglo y que requirió la urgente intervención del Estado, fue igualmente apreciada por los romanos, pero con otros fines: gastronómicos. Cecilio García de la Leña, en su citada Conversaciones Históricas Malagueñas, dice:
«[sic] Et Schythicre Volucres, Phoenicopterus ingens, que nuestro anotador Diego López traslada flamenco, y el comentador Farnabio añade, que la llama así por el color púnico, o de sangre de sus plumas. Es ave hermosa del tamaño de una paba, y algo mayor que la cigüeña; su pico más corto, encorbado y roxo, la parte superior muy gruesa y áspera por unos bultillos que tiene: las plumas son grandes, blancas por el lomo y cuello, pero lo demás del cuerpo, pecho, vientre, pico, por baxo de las alas, y piernas de color purpúreo o de sangre, que la hacen hermosísima y vistosa: las pier-nas muy altas y delgadas, mayores que los de la cigüeña. Los romanos la tenían por un gran regalo, y en especial sus lenguas, que les era un plato muy esquisito, compañero de los faisanes como se ve en dicho poeta satírico».[20]
O como víctimas de inmolación, según leemos en Suetonio:
«[…] Los ciudadanos más ricos se disputaban con tenacidad las funciones de este sacerdocio, objeto de toda su ambición. Las víctimas que se inmolaban a este dios eran flamencos, pavos reales […] y cada día una especie diferente».[21]
Ahora bien, dicho esto, no podemos obviar el que ningún historiador o viajero de los que visitaron La Laguna, ha hecho comentario alguno acerca de los flamencos en La Laguna de Fuente de Piedra. Por el contrario, dan noticia detallada de la abundancia de patos. La explicación la hemos tratado en el capítulo dedicado a la Crónica de La Laguna Salada en el tomo IV, al que remitimos al lector interesado.
Hasta aquí hemos visto dónde se asentó la población en aquel tiempo, cuáles fueron los materiales empleados para la construcción de sus viviendas o necrópolis, qué ajuar doméstico y funerario utilizaron, etc. Todos estos datos nos permiten recrear la vida de cualquier ciudadano de Urgapa o de Fons Divinus, un día cualquiera, hace dos milenios. El capítulo siguiente va dedicado a ello.
[1] MORALES, A. de Corónica General de España. Las antigüedades de las ciudades de España. Madrid: Imp. Benito Cano, 1792, v. IX, p. 182. – Más información en el Anexo N.º 28 (Tomo IV)
GARCÍA DE LA LEÑA, C. Conversaciones históricas malagueñas. Málaga: Imp. Real Colegio de San Telmo, 1789, pp. 140-141
[2] Marco Ulpio Trajano, primer emperador de origen provincial, naci-do en Itálica (provincia de Sevilla) el 18 de septiembre del año 53. Murió el 8 de agosto del año 117 en Selinunte (Cilicia).
[3] ARRANZ, J. L. «Fuente de Piedra», Diario Sol de España, 18/07/1982.
[4] Itinerarium Antonianum, 411, 3-412,2. y Geógrafo Anónimo de Rávena, 316.IV.45.11-18.
[5] RECIO RUIZ, A. «Fuente de Piedra (Málaga) y el Cerro de la Vir-gen. Bases arqueológicas y expolio». Málaga: Rev. Mainake XXIX/2007, p.546. Foto 1.
[6] Al suroeste de este yacimiento, a unos 800 m, en la zona del desa-parecido Cortijo Alto se repiten estos silos, visibles aún en la ladera de subida.
[7] SERRANO RAMOS, E y ATENCIA PÁEZ, R.: Inscripciones latinas del Museo de Málaga. Madrid: 1981, p. 53, insc. Nro. 54. Consideran, sin embargo, ambos autores el Ara sin procedencia, no obstante, su localización y origen queda confirmada en Diputación Provincial. Sala Temboury. Carpeta: Fuente de Piedra, sobre 1.Arq. 55.1.1 y 55.1.2.
[8] Praefericulum: Especie de vaso sagrado. Pátera: Vaso ancho de poco fondo utilizado para sacrificios. Culter: Cuchillo de pala ancha, utilizado en los sacrificios. Véase también sobre este cipo o ara fune-raria la descripción que de ella hizo D. Juan Temboury Álvarez y cuyo facsímil reproducimos en el tomo IV en la serie Documentos con el Nª 12.
[9] RECIO RUIZ, Op. Cit. p. 548.
[10] El bol responde a la forma Dragendorf 279 y el plato a Dragendorf 18.
[11] Sabemos que esta pieza fue trabajada en Marsella y que el taller que la fabricó mantuvo su industria desde el año 31 al 70 de nuestra era.
[12] GOZALBES CRAVIOTO, C. y MUÑOZ HIDALGO, F.: «Fuente de Piedra: la vía romana de la sal», Revista Jábega nro. 53. Málaga: CEDMA, 1986, pp. 20-23.
[13] N, del A. m = mille passum = 1 milla romana = a 1.480 m. La un-meración romana al margen de cada ciudad indica la distancia en millas respecto a la que le precede.
[14] PINDER, M y PARTHEY, G. Ravennatis Anonymi Cosmographia et Gvidonis Geographica. Berlin: F. Nicolai, 1860, p. 316.
[15] Llama la atención que de la población de Urgavo (Arjona, Jaén), Plinio describa su ubicación entre el Guadalquivir, río muy próximo a dicha ciudad, y la costa, que se encuentra a más de 200 km de dis-tancia. Si ubicásemos La Laguna entre estas dos referencias (Gua-dalquivir y la costa), observamos que se encuentra a mitad de camino y esas referencias que el autor romano da tendrían igual sentido sobre la ciudad ubicada en el actual término villafontense, lo que nos invita a pensar que pudiera tener el mismo nombre que la jiennense.
[16] El Geógrafo Anónimo de Rávena fue escrito en la segunda mitad del siglo VII.
[17] FERNÁNDEZ UBINA, J. «Sociedad y Economía en la Bética del siglo IV», Rev. Jábega. Nro. 8. Málaga: CEDMA, 1974, pp. 14 y ss.
[18] VV.AA: Navigare necesse est. Estudios en homenaje a José María Luzón Nogué.Madrid: Univ. Complutense, 2015.
[19] Ibíd., p. 14.
[20] Refiérese a la Sátira XI de Décimus Junius Juvenal, poeta satírico romano que criticó en su obra a la sociedad de su tiempo.
[21] SUETONIO, C.: Los Doce Césares. Madrid: Sarpe, 1985, Biblioteca de la Historia nro. 12.
Columnas de manufactura romana procedentes del yacimiento de La Torca
En los huecos rectangulares se alojaban las vigas de madera (arbores) que soportaban
el conjunto de la prensa de aceite (torcular)
Sarcófago romano aparecido en Vista Hermosa
Ara funeraria de Las Vicarias
Lumba romana
Fosas excavadas alineadas para el cultivo de la vid
Fragmento de Historia Temática Villafontense
Capítulo.- EDAD ANTIGUA
Período Romano:
Francisco Muñoz Hidalgo
(Obra en composición)