FUENTE DE PIEDRA
Lugares con Historia
1
LA FÁBRICA DE ABONOS
Y
LA ESTACIÓN DE FERROCARRIL
Una de las características históricas que define al siglo XIX es la industrialización. Gran parte de los beneficios obtenidos en la primera revolución industrial fueron reinvertidos. Así nacieron multitud de compañías convertidas en sociedades anónimas, en muchas de las cuales el capital fue aportado por accionistas extranjeros. En Fuente de Piedra fue esto lo que ocurrió durante la segunda mitad del siglo XIX. Pero veamos cómo fueron asentándose las bases durante la primera mitad de ese siglo para que esto sucediera.
Hasta mediados del siglo XIX el templo parroquial ponía límite al casco urbano por poniente. Medio centenar de metros más allá, aislado, se erigía el palacete del marquesado de Fuente de Piedra. A partir de ahí, un ligero declive del terreno permitía ver totalmente despejada la amplia depresión de Fuente de Piedra y, al fondo, recostada a lo largo, La Laguna Salada del mismo nombre.
Parte del terreno que se avista desde este punto perteneció al marquesado. Y allí donde ese declive cesa y el paisaje llanea por los tres costados restantes, entre pueblo y laguna, empezó en Fuente de Piedra la actividad industrial que caracterizó al siglo decimonónico. Allí quedó ubicada la Estación de Ferrocarril y en sus inmediaciones, en el paraje llamado Los Juncares, lindando con El Retamar, se levantaba unos años más tarde la Fábrica de Abonos.
La envidiable situación geográfica de municipio fue un factor determinante en la elección del trazado de la vía férrea que debía unir Córdoba y Málaga. La llegada del ferrocarril y toda la infraestructura que llevó aparejada fue fundamental en el desarrollo económico del municipio, experimentado en la segunda mitad del siglo XIX y del que también salieron beneficiados los pueblos límitrofes (Humilladero, Mollina, Alameda y Sierra de Yeguas), que hicieron un amplio uso de sus servicios.
La vía férrea que unía Córdoba y Málaga incorporaba en su rosario de localidades a Fuente de Piedra, lo que le reportó múltiples beneficios.
El trazado fue votado[1] favorablemente por las Cortes el martes, 3 de junio de 1856. Habría que esperar a 1863 para iniciar el proceso de expropiación de las parcelas por las que habría de discurrir el camino de hierro, que permitiría ver circular las primeras máquinas de vapor. Esa primera locomotora pasaba por Fuente de Piedra la mañana del jueves 10 de agosto de 1865. Numerosos vecinos bajaron a dar la bienvenida a aquel convoy que había partido al alba de Córdoba, a eso de las 6 de la mañana, con destino Málaga.
A ilustres empresarios malagueños se debe el impulso y la tenacidad por conseguir unir por ferrocarril la capital malagueña con la del Reino a través de Córdoba. Nombres como Jorge Loring, Tomás Heredia y Martín Larios están estrechamente vinculados a este tramo férreo.
Con el ferrocarril llegaba también el telégrafo, sistema de telecomunicación que, descubierto dos décadas antes, fue implantado en todas las estaciones férreas para garantizar la correcta circulación de trenes en ambos sentidos, evitando el peligro de choque. El jefe de estación informaba a las estaciones limítrofes del tráfico ferroviario que de una a otra estación se enviaba o aceptaba. Este medio de telecomunicación fue utilizado por las autoridades civiles y militares en momentos críticos, lo que significó un avance enorme en la rapidez de la información.
Los hilos del telégrafo corrían paralelos a la vía, siendo en parte responsable de la vigilancia del tendido telegráfico el alcalde de cada jurisdicción por los que dichos hilos discurrían.
A lo largo de la historia observamos que uno de los pilares en los que se sustenta el poder es la información. De ahí que todos los gobiernos hayan intentado mantener al máximo rendimiento los medios de comunicación con los que contaron. En el siglo XIX, la revolución del transporte vino de la mano del ferrocarril, en tanto que la aparición del telégrafo adelantó en tiempo las órdenes que se dictaban desde la capital. De ahí la preocupación por mantener francas todas las líneas de comunicación, tanto para el transporte físico de personas como las que servían para el transporte de ideas u órdenes.
La Laguna, hasta entonces había sufrido varios intentos de desecación y todos fueron paralizados. Pero el conato que se gestó en 1870 era imparable. El 4 de julio de ese año la Comandancia de Resguardo de la Sal terminaba su cometido en La Laguna y hacía entrega al alcalde villafontense del Inventario de Bienes. Resultado final de todo ello fue la retirada del ejército de la custodia de La Laguna, pasando al Cuerpo de Carabineros centralizado en Campillos, que la vigilaría, pero no tan de cerca, pues la responsabilidad recaía en manos privadas desde el momento en que se crea la compañía encargada de la desecación de vaso lacustre[2] y S. A. El Regente del Reino,[3] el 15 de agosto de 1870 concedía a:
«D. Guillermo Partington y D. José Joaquín Figueras el aprovechamiento de las sales que existen en las la-gunas de Fuente Piedra y las que se produzcan durante los tres años en que han de darse por termi-nadas las obras de desecación de la misma, dandosele la debida posesión y mandandose no se le ponga im-pedimento alguno en su explotación y uso».[4]
A pesar de hacer una advertencia el Regente del Reino en su notificación, hubo graves y muy serios impedimentos.[5] La explotación llevada a cabo por los galos a través de su Société civile française des Terrains et Salines de Fuente-Piedra. Tras una década de gestión, la Sociedad se declaraba en quiebra. Sin pérdida de tiempo, un mes más tarde, el 30 de julio, en Antequera, ante el abogado y notario don José Campos Simón, se constituía la Compañía Agrícola y Salinera de Fuente-Piedra, una sociedad anónima que se iniciaba con un capital de 50.000 ptas. distribuidas en 1000 acciones de 50 ptas. cada una, con el objetivo de adquirir los terrenos, obras de fábrica, y derechos de todo género procedentes de La Laguna de Fuente de Piedra para explotarla agrícola e industrialmente. Cinco días más tarde, el 4 de agosto, quedaba legalizada dicha Compañía y sus estatutos publicados en la Gaceta de Madrid el sábado 21 de ese mismo mes.
El Marqués de Fuente de Piedra, Diego Casasola Stoppani es quien preside el comité, que lo componen 4 miembros más, Francisco Aranda Ortiz, Felipe Burgos Sarmiento, Lorenzo Casasola Stoppany y, por último, Juan Manuel Delgado, que con 521 acciones se convierte en el mayor accionista y todos acuerdan nombrarle director de dicha compañía. Una compañía que nace deprisa para ocupar el lugar dejado por la sociedad gala, declarada en quiebra y sacada a subasta por el Juzgado de Antequera. A partir de 1880 conti-nuaría la explotación, ahora bajo la dirección de la Compañía Agrícola y Salinera de Fuente de Piedra.[6] Cinco años más tar-de, en 1885, Don Victoriano García Quintana, representante de dicha compañía, solicitaba licencia municipal de obras para emprender la inmediata construcción de una fábrica de abonos, que incluía una casa para la administración, almacenes y demás estructuras y dependencias necesarias para la explota-ción industrial, y varias viviendas para los empleados.
El Ayuntamiento, entendiendo que se trata de una em-presa seria y con personal suficientemente cualificado y competente, no hizo observación alguna al requerimiento y dio vía libre a la construcción.[7] De este modo, la Compañía Agrícola y Salinera de Fuente de Piedra, en el terreno conocido como Los Juncares, levantaba la Fábrica de Abonos, bajo la supervisión de su Director facultativo D. Laureano Calderón,[8] hombre de mucho carácter y vivo de genio,[9] y del ingeniero D. Julio Groján.[10]
Y fue así como el conjunto de edificaciones, hoy en ruinas, fue levantado en la segunda mitad del XIX siguiendo los cánones de la arquitectura industrial de moda en la época.[11] Aunque el hierro, uno de los materiales que lo caracteriza (Cristal Palace, Torre Eiffel, Estación de Atocha, etc.) fue utilizado relativamente, no ocurre lo mismo con el ladrillo, que empleado acertadamente se deja ver como nota distintiva de la época en los alféizares y arcos escarzanos de puertas y ventanas dando un toque muy peculiar a las construcciones de la época, de las que son bellos ejemplares el conjunto de edificios de la estación férrea, los de la Fábrica de Abonos y la clásica chimenea, símbolo majestuoso que se eleva pregonando el carácter industrial de la zona y el siglo en que nació.
La luz eléctrica llegaba a Fuente de Piedra en 1908; cinco años más tarde, la compañía eléctrica suministradora Santo Domingo[12] solicitaba permiso al Consistorio para hacer dos tendidos de cable para el transporte de la energía, uno para suministrar electricidad al municipio de Mollina, que la demandaba; otro, hasta Los Juncares, para abastecer de energía a la Fábrica de Abonos.[13] Aprovechando este último tendido, el cabildo municipal mandó instalar varios puntos de luz a lo largo de su trazado, lo que supuso mantener iluminado el tra-yecto de carretera que une el municipio con la estación férrea. Trayecto muy transitado por los vecinos de toda la comarca que se dirigían a tomar los trenes mixtos que circulaban de madrugada. De este modo, la Fábrica de Abonos, que hasta entonces se había servido de una máquina de vapor como fuerza motriz para la elaboración de los abonos minerales,[14] a partir de 1913 contó también con energía eléctrica.[15]
La Fábrica de Abonos mantuvo su actividad hasta 1951, momento en que se abandonó la explotación al dejar de ser rentable. Pero hasta entonces, la sal llegaba a los almacenes y recibía el tratamiento de molienda adecuado hasta alcanzar la granulometría deseada.
Culminado el proceso se almacenaba formando montañas, similares a los almiares, de donde se iba extrayendo para su distribución a las zonas demandantes. Distribución que se hacía generalmente a través del ferrocarril, con cuya estación era colindante.
El complejo industrial de la Fábrica de Abonos se fue manteniendo en relativo buen estado de conservación hasta bien avanzado los años 80 del pasado siglo. El abandono total a que se ha visto abocado lo ha llevado a presentar el estado ruinoso actual, del que ni siquiera se ha salvado su majestuosa torre, símbolo de la actividad y del siglo que la vio nacer que, aun cercenada y maltrecha, permite que las cigüeñas sigan anidando en su cúpula.
Hoy, aquel ruido provocado por la ida venida de los pasajeros, el del silbar de aquellos trenes de vapor a su paso por la estación, el provocado por la carga y descarga de las mercancías en vagones de madera y el de la febril actividad de la Fábrica de Abonos, ha sido sustituido por el silencio. El silencio fantasmagórico que transmiten los abandonados y esqueléticos edificios de la Fábrica de Abonos. Silencio quebrado sólo por el ulular del viento al mecer la maleza que, de forma salvaje, ha invadido todo el recinto.
Fragmento de Historia Temática Villafontense
Capítulo: Lugares con Historia
La Fábrica de Abonos y la Estación de Ferrocarril
Francisco Muñoz Hidalgo
(En composición)
[1] AMFP. Doc. de Sec. Año 1856, 7 de junio, doc. N.º 262.
[2] Société civile française des Terrains et Salines de Fuente-Piedra.
[3] En 1870 la regencia estaba en manos del General Francisco Serra-no.
[4] AMFP. Doc. de Sec. Año 1870, doc. N.º 37.
[5] Véase la Crónica Histórica de La Laguna en el bloque temático La Laguna y su entorno (Tomo IV).
[6] De 1870 a 1951 fueron muchos los problemas que tuvieron que sortear las distintas sociedades que explotaron la sal del sustrato de La Laguna. Pero, al no ser este lugar para extendernos en ello, invita-mos al lector interesado a consultar el capítulo titulado La Laguna: Crónica Histórica. (Tomo IV)
[7] AMFP. Doc. de Sec. Año 1885, Leg. 3, doc. N.º 5 y A.C. de 4 de enero de 1885.
[8] Hermano de Salvador Calderón, circunstancia que propició que se trasladara en régimen de visita a Fuente de Piedra y publicase entre 1888 y 1889 cuatro trabajos relacionados con Fuente de Piedra en el Boletín de la Real Academia de Historia Natural, en los que detalló profusamente la geología y biología del término y la Laguna Salada de Fuente de Piedra. Sobre este tema pueden consultarse el capítulo Crónica Histórica de La Laguna, y Los Hermanos Calderón Arana, Laureano y Salvador, en el bloque Personajes con Historia.
[9] Su carácter le llevó a tener más de un incidente con los empleados.
[10] Aprovechando la estancia del ingeniero D. Julio Groján en el pueblo en enero de 1885, el alcalde le requirió que valorase la situa-ción en que había quedado el templo tras el terremoto de 1884, siendo su dictamen el de peligro para el vecindario, lo que motivó el traslado de los enseres de la parroquia a la Casa Palacio del Conde del Castillo de Tajo, y el cierre del edificio.
[11] Estilos historicista, ecléctico, y arquitectura del hierro.
[12] La popularmente llamada «Fábrica de la Luz», se encontraba en la actual calle La Iglesia y llevaba por nombre Santo Domingo, siendo gestionada por la empresa Paniagua y Compañía. Sobre este asunto puede consultarse el capítulo titulado: La Luz Eléctrica.
[13] Véanse los Anexos 1 y 2
[14] AMFP. Registro de Correspondencia. Año 1888, 8 de febrero, p. 9 asiento 41. Leg. 6.
[15] AMFP. A.C. 19 de noviembre de 1913.
La Fábrica de Abonos según un grabado de finales del siglo XIX.
Estación de ferrocarril de Fuente de Piedra en la actualidad.
(Déc. años 50) Trabajadores de Vías y Obras en Fuente de Piedra. Al fondo, una de aquellas máquinas de vapor.
Vista de la Estación de Ferrocarril y Fábrica de Abonos desde la Laguneta del Cerro del Palo
Aspecto que presentaba el complejo de la Fábrica de Abonos en los años ’80.
La Fábrica de Abonos en la actualidad