Ranos 54-55
Ranos 54-55

FUENTE DE PIEDRA

 

Política y Gestión Municipal

 

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LA GESTIÓN MUNICIPAL

(1907-1916)

1907 fue el primer año que se suprimieron los actos lúdicos de las fiestas patronales y supuso el disparo de salida. Dos años más tarde, en 1909, volvían a suspenderse y en esta ocasión tampoco se contrató la banda de música, cuya actuación era muy celebrada por los vecinos. Solo se solemnizó el novenario y la función religiosa el día 8 de septiembre, día de la patrona. El importe presupuestado para la feria de ese año fue destinado a las familias de los heridos en la llamada segunda guerra de Marruecos provocada, según consta en acta:

 «… por las hordas salvajes del Rif”.[1]

En otro orden de cosas, en 1907 el Ayuntamiento recibió numerosas denuncias de los vecinos por el mal servicio prestado en el alumbrado público, lo que llevó a la Corporación a suspender del servicio a D. Juan Ramos Castaño, contratado que lo venía desempeñando y abrirle expediente de responsabilidad.[2] Esto ocurría en marzo de 1907 y hasta final de año se contrató para este fin a D. José García Dorado, al que se le subió el sueldo respecto al contratado anterior y se surtió de petróleo, depósitos, mechas, cristales y demás material necesario para el mantenimiento del servicio. Pero tampoco fue la solución. A final de ese año de 1907 se pensó en el sacristán, D. Serafín Avilés Giráldez, que prestaría servicio durante cuatro meses, pues el 1 de mayo del 1908 se encendía la primera lámpara incandescente alimentada con energía eléctrica. El primer contrato de alumbrado público con energía eléctrica lo firmaban en el ayuntamiento el alcalde D. Juan del Pozo Rubio y varios vecinos en representación de la villa y D. José Paniagua Maceda gerente de la compañía suministradora del fluido eléctrico Santo Domingo. Contrato que tuvo vigencia hasta finales de 1911. Posteriormente le seguirían otros.[3]

Al año siguiente, 1909, el Boletín Oficial de la Provincia publicaba la obligatoriedad de la enseñanza primaria desde los 6 a los 12 años.[4] Esto hizo que el número de alumnos aumentase considerablemente ante esa obligatoriedad, lo que provocó la necesidad de buscar algún edificio en el que instalar las aulas necesarias para tal fin. Se pensó en la Casa Panera, o sea, el Pósito municipal, y en 1910 se intentó acondicionar e inscribir el edificio como inmueble municipal. Pero aquel corral de cabras y ovejas que se adquirió en 1789 y en el que se levantó el Pósito municipal constaba inscrito en el Registro de la Propiedad[5] como  propiedad de la Casa Panera o Pósito de  Fuente de Piedra.[6] Para legalizar la situación se interesó su venta, que tuvo un retraso de cuatro años, pues cuantas certificaciones se emitieron para legalizar la propiedad mediante la enajenación fueron devueltas por el Registrador que exigía que en la certificación debiera constar que el propietario de la Casa Panera era el Pósito de Fuente de Piedra. En 1914 el edificio pasaba a propiedad de D. Rafael García Cabrera tras haber depositado el último plazo para su compra.[7] Un hecho un tanto extraño, pues Don Rafael compraba el inmueble para inmediatamente donarlo al Ayuntamiento con objeto de instalar en él la Casa Capitular,[8] cosa que no llegó a ocurrir, pasando de inmediato a Escuela Nacional; función que desempeñó hasta principio de los años 70 del pasado siglo.

A finales de 1910 se desata otra tormenta política de la que la ineptitud de unos, las rencillas de otros y los errores de todos, que no faltaron, provocarán un colapso en los servicios municipales. He aquí los hechos.

Tras una visita de inspección girada al Ayuntamiento, ciertas irregularidades observadas supusieron el desplazamiento de D. José Roca y Mota, delegado del gobierno, que hizo entrega al alcalde D. Juan del Pozo del acta levantada por el secretario de la Delegación D. Antonio Ruiz Yespes, en la que se detallaban los cargos formulados contra la Corporación y el secretario municipal, para que en el plazo de 48 horas hiciesen las correspondientes alegaciones sobre los 17 cargos imputados a la Corporación y el secretario.[9] El 30 de diciembre, penúltimo del año, se convocó sesión de pleno extraordinario motivada por la visita del delegado del gobierno Sr. Roca y Mota, que, dando la palabra al secretario nombrado por la delegación D. Antonio Ruiz, dio lectura al acta del gobernador en la que se ordenaba la suspensión del Ayuntamiento vigente como consecuencia del expediente administrativo abierto, quedando suspendidos oficialmente de sus cargos el  alcalde, Juan del Pozo Rubio y sus concejales Manuel Carrero Sánchez, José Martín Gallardo, José del Pozo Rojas, Vicente Dorado López, Francisco López Flores, Francisco Luque Pachón, José Acuñas Giménez y Rafael Alarcón Vegas, así como el secretario inte-rino Cristóbal Padilla Mendoza. De inmediato, los mismos abandonaban la sala, si bien, hubo algún concejal que pretendió permanecer en la sesión, pero el delegado no lo permitió.[10] Los concejales cesados fueron  sustituidos provisionalmente por D. Plácido de la Torre Romano, D. Antonio Díaz Pachón, D. Diego Dorado Pozo, D. Bartolomé Espinosa Mancheño, D. Juan Espinosa Villalobo, D. Alonso Martín Rodríguez y D. Antonio Rubio León, y se propuso de secretario accidental a D. José Sánchez Gallardo.[11]

D. Plácido procedió a la formación del Ayuntamiento provisional, cuyo procedimiento no gustó a los presentes y fue denunciado ante el Juzgado de Antequera. Se le acusaba de hacer uso indebido de las insignias de alcalde. Se iniciaba así una nueva batalla que traería graves consecuencias. Para empezar, los concejales nombrados se negaron a firmar el acta de constitución, abandonando la sala con la protesta de una parte del público y el aplauso de otro grupo de asistentes. Ante el alboroto que se produjo, el presidente ordenó a la Guardia Civil desalojar la sala, dando por terminado el acto. 

En esta situación, el 2 de enero de 1911, o sea, dos días más tarde,  es incautado el Libro de Actas de Sesiones por el Juzgado Municipal, cumpliendo órdenes del Juzgado de Instrucción, lo que impidió que se pudieran extender las actas de las sesiones celebradas en los días posteriores, si bien, a las mismas no acudieron los concejales. El libro fue devuelto dos sema-nas más tarde, el 13 de enero.[12]

Revisados dichos libros y demás documentos por el Juzgado de Instrucción de Antequera, el juez decretó la suspensión en sus cargos y el procesamiento de los miembros de la Corporación, que el 30 de diciembre de 1910 había sido cesada,[13] acusándoles de malversación de caudales públicos.[14] Grave error de la justicia que provocará una batería de errores en cadena que se irán sucediendo uno tras otro hasta que, subsanado el entuerto, los miembros de la  Corporación cesada vuelvan a ser restituidos en sus cargos el 10 de agosto de 1911. 

De la comunicación judicial de cese quedó informada la autoridad municipal villafontense y el Gobernador Civil de la provincia.

El 12 de enero de 1911, D. Plácido dirigía oficio al gobernador civil solicitando que interviniese ante esa denuncia presentada hacia su persona por prevaricación y uso indebido de las insignias de alcalde, que al ser referidas a los hechos ocurridos durante la constitución del Ayuntamiento que él presidía, hecho puramente administrativo, el juzgado debía inhibirse.[15]

A las sesiones que se produjeron desde mediados de enero a finales de febrero solo asistieron el alcalde, D. Plácido de la Torre y el primer teniente de alcalde D. Bartolomé Espinosa Mancheño, dando fe de ello un nuevo secretario, D. José de Lara del Pino.

Para sustituir a la Corporación cesada, a finales de febrero de ese año de 1911 el gobernador civil nombraba nuevos concejales, ahora en calidad de interinos, cuyo nombramiento quedará reflejado en el acta de la sesión plenaria de 27 de febrero.[16]

Al igual que ocurrió los meses anteriores, los concejales no comparecían a las convocatorias a que se les emplazaba, por lo que el secretario hizo constar en el libro de actas que durante el mes de marzo no se celebraron sesiones plenarias por no haber número suficiente de concejales.

La precipitada actuación en el nombramiento de nuevos concejales por parte del Gobierno Civil fue un dislate. La mayoría de los concejales nombrados no pudieron tomar posesión del cargo por haber fallecido. Para solventar el problema, desde el Gobierno Civil se solicitó para la elección de nuevos concejales interinos lista nominal de todos los ediles que habían sido elegidos por votación popular durante los últimos 20 años. Ahí quedaban incluidos los fallecidos, los procesados y los suspensos. Solo había tres disponibles de la expresada lista: D. Juan Acuñas Jiménez, D. Juan Doblas Montenegro y D. Francisco Rubio León que, con los dos que habían tomado posesión, es decir, D. Plácido de la Torre Romano y D. Bartolomé Espinosa Mancheño hacían un total de 5 concejales, faltando 4 para completar, en número de nueve, los ediles que componían la Corporación. Para evitar que la administración municipal quedase interrumpida, siguiendo la legislación de la época fueron nombrados comisionados municipales, una vez comprobado que reunían la condición de electores D. José Galisteo Martín, D. Diego Zurita Pino, D. José López Rodríguez y D. Francisco Vallejos Ruiz.[17] Por fin se pudo constituir el Ayuntamiento, aunque no comparecieron dos de ellos y un tercero tenía más de 60 años. No obstante, al contar con número suficiente de concejales en la sesión, se pasó a nombrar por votación los cargos de teniente de alcalde, que recayó en D. José Galisteo Martín por cinco votos de los seis que había en total y procurador síndico D. Francisco Vallejos Ruiz, con el voto restante, siendo también nombrado suplente del procurador síndico D. Diego Zurita Pino.[18]

Pero retrocedamos un poco. Tras  tomar posesión como alcalde provisional, aun sin libros donde poder transcribir las actas, pues habían sido incautados por el Juzgado, en enero, primer mes de su mandato, D. Plácido de la Torre demostró que no perdía el tiempo ni le temblaba el pulso. De entrada, antes de finalizar dicho mes, suspendió de empleo y sueldo al alguacil del Ayuntamiento Francisco Ruiz García por falta de cumplimiento en el desempeño de su cargo y la falta reiterada a las órdenes que le habían sido dadas.[19] En esa misma sesión, que solo contó con la presencia del primer teniente de alcalde D. Bartolomé Espinosa Mancheño, nombraba dos guardias municipales: José del Pozo Vitoria y José Solís Sevillano. 

Salvadas las múltiples dificultades con que contó la nueva Corpora-ción municipal para constituirse, el nuevo Ayuntamiento empezó a remover los asuntos pendientes y nada más interesante que ver el estado de la Hacienda pública municipal,[20] adoptando una serie de medidas encaminadas a su saneamiento.[21] En la revisión a fondo que fue llevada a cabo fue destituido el agente del Ayuntamiento en la capital porque, según consta en acta:

«[…] no lleva su cometido en forma conveniente”.[22]

Si volvemos un poco atrás recordaremos que en la campaña electoral de 1906, D. Antonio de la Torre Romano, tras ser reelegido alcalde arremetió de forma enérgica contra el entonces secretario D. Antonio Luque París, al que destituyó en el cargo contando solo con el apoyo de su hermano Plácido, por los motivos oficiales que ya se detallaron más arriba, pero que en el fondo era clara respuesta al acto de haber hecho política en su contra. Meses más tarde, el secretario era restituido en el cargo y D. Antonio de la Torre, suspendido y procesado. Parecía que las aguas volvían a su cauce. Al poco tiempo el secretario, D. Antonio Luque Paris, dimitía alegando problemas de salud, muriendo poco después. Pero cuatro años más tarde, en 1911, vemos a D. Plácido de la Torre Romano elegido alcalde y sin haber olvidado lo ocurrido a su hermano D. Antonio. Desde su llegada mostró sus intenciones. No estaba dispuesto a dejar pasar una, ni tan siquie-ra al ya fallecido secretario, Sr. Luque París, al que su hermano había destituido y posteriormente hubo de readmitir, volviéndose el asunto en su contra, puesto que a continuación sería el propio alcalde, D. Antonio de la Torre el destituido de sus funciones. Habida cuenta que el secretario D. Antonio Luque París había realizado la gestión de recaudador municipal hasta marzo de 1907, D. Plácido de la Torre exigía al nuevo secretario que investigara si el Sr. Luque París había hecho liquidación de la recaudación municipal que había tenido encomendada tras haber pasado el plazo marcado para la rendición de cuentas,[23] advirtiendo que en caso negativo procediera a exigir a sus herederos -pues el Sr. Luque París ya había fallecido-, la reposición de la cuantía faltante, dando un plazo de quince días para resolver, haciendo extensivo el asunto a todos los concejales que habían formado parte de la Corporación hasta que cesó el citado secretario en el desempeño de las funciones de recaudador,[24] o sea, que abarcaba a todas las corporaciones municipales desde la destitución de su hermano D. Antonio de la Torre Romano.[25]

Visto el cariz que tomaba el tema, el Sr. Lara del Pino presentaba su dimisión como secretario municipal alegando su mal estado de salud. Con carácter de interinidad, el puesto fue ocupado por D. Antonio Ruiz.

D. Plácido, al igual que le había ocurrido a su hermano D. Antonio, empezaba a quedarse solo. El concejal D. Bartolomé Espinosa Mancheño, también renunciaba a su cargo de depositario alegando que

«[…] sus ocupaciones y no buen estado de salud le impedían continuar desempeñándolo».[26]

Esto ocurría el 30 de mayo de 1911  y  a diferencia de las sesiones plenarias ordinarias que semanalmente se venían celebrando los meses anteriores, le siguió una etapa de vacío de junio a agosto, toda vez que ninguno de los días establecidos para celebrar la sesión se consiguió reunir el necesario cuórum de concejales.[27] Todo esto ocurre con los nuevos ediles interinos elegidos por el Gobierno Civil, que no acuden a los plenos a los que son convocados, aun a sabiendas de que los que les precedieron en el cargo fueron amonestados por la autoridad superior por la misma causa, o sea, la inasistencia a los plenos.[28] 

El jueves 10 de agosto de 1911, tras haberse dictado auto de sobreseimiento en la causa que sobre los concejales cesados se seguía, estos fueron restituidos de inmediato en sus puestos volviendo a formarse una nueva Corporación, encabezada por D. Juan del Pozo Rubio,[29] recibiendo las insignias del cargo de manos de D. Plácido de la Torre Romano, que anunciaba que habían quedado cesantes los guardias municipales por él nombrados en enero D. José del Pozo Vitoria y D. José Solís Sevillano, al tiempo que el oficial de secretaría D. Plácido de la Torre Carrascosa y el alguacil Juan Rojas Pedraza, dimitían de sus destinos.[30] Al día siguiente, viernes 11, se celebraba sesión extraordinaria para intentar encauzar los múltiples temas pendientes, quedando redactados los asuntos que habrían de tratarse en otra sesión, igualmente extraordinaria, convocada también para el día posterior, sábado 12 de Agosto. En esa sesión, los concurrentes consignaron frases encomiables hacia el Sr. D. Juan del Pozo Rubio, el cual, como alcalde, se excusaba de continuar en el cargo alegando motivos de salud. Se llevó a cabo votación tras establecerse las candidaturas saliendo elegido D. Francisco Luque Pachón por siete papeletas y una en blanco, obteniendo mayoría absoluta.[31] También se nombró a D. Cristóbal Padilla Mendoza secretario interino, ocupando de nuevo la plaza de la que fue destituido meses antes por orden del entonces alcalde, D. Plácido de la Torre Romano y que venía siendo  desempeñada por D. Plácido de la Torre Carrascosa. Por último, al agente en la capital, José María Montero Torres, que D. Plácido había nombrado, destituyendo al que había venido desempeñando esa función, fue igualmente destituido pasando a ocupar el puesto de agente del municipio en la capital D. Manuel Noguera Jiménez.[32]

De esta guisa, la nueva Corporación, tras consultar la situación de la Hacienda municipal, llevo de nuevo la tranquilidad a la administración local y, en consecuencia, también al propio municipio, no sin que se advirtiera dos semanas más tarde la pésima gestión llevada a cabo durante los meses que la Corporación de D. Plácido había ejercido el cargo, la cual quedaba plasmada y denunciada  de forma pormenorizada en el acta capitular de la sesión de 26 de agosto de 1911.[33]

A partir de aquí y durante un quinquenio se gozará de cierta tranquilidad para volver a las andadas a finales de 1916, como en su momento detallaremos.

 

En 1912, ante el estado ruinoso que presentaban las viejas campanas, se hacía necesaria su sustitución sin demora. Sería la Corporación presidida por D. Francisco Luque Pachón la que acometiera el proceso de adquisi-ción que se inició con una suscripción popular. Pero no dio el resultado apetecido, pues el 7 de agosto de ese año de 1912 solo se habían recaudado 500 ptas, cantidad muy inferior a la presupuestada.[34] El Ayuntamiento siguió adelante con la propuesta presentada por el empresario campanero D. Constantino Linares Ortiz, quien desde su taller ubicado en Carabanchel Bajo, en Madrid, se comprometía a fundir las dos campanas solicitadas a cambio de las antiguas, que estaban rotas, y 1.500 ptas, corriendo a su cargo el transporte y colocación.

         El 13 de abril del año siguiente, el rey Alfonso XIII sufría un segundo atentado a manos de un anarquista,[35] del que se salvó milagrosamente. La Corporación municipal no tardó en pronunciarse de forma enérgica dejando constancia en acta:

«[…] Abierta la sesión por el Señor presidente se manifestó que como consta de la convocatoria el objeto de la Sesión es únicamente dar cuenta oficial a la Corporación del inicuo atentado perpetrado por un infame anarquista contra la persona augusta de S. M. el Rey el día trece del actual a la hora que de público se decía que estaba anunciado, Rafael Sancho Alegre sugestionado quizá por esas publicaciones y predicaciones infames o juramentado y sorteado tal vez en alguno de esos centros de destrucción que se organizan hoy a ciencia y paciencia de los gobiernos, trató de llevar a efecto el cobarde Regicidio, cuyo execrable hecho han publicado con minuciosos detalles los periódicos.

El Ayuntamiento enterado en su nombre y en el del horado y noble

vecindario que representa, protesta con toda la energía y la indignación de sus honrados sentimientos, del incalificable e inicuo atentado de que ha sido objeto la persona augusta de su muy amado Monarca Don Alfonso XIII y hace votos porque Dios conserve su preciosa vida contra tan perversas, criminales e inicuas acechanzas; a la vez se felicita con el mayor y más sincero entusiasmo y da gracias a Dios porque milagrosamente ha resultado ileso de tan traidora y cobarde acción su amado Rey.

Se acuerda que esta protesta y felicitación se haga llegar a las gradas del trono por conducto del Mayordomo mayor de Palacio, así como la inquebrantable adhesión de este vecindario a la persona augusta del Rey; y con vivas a éste y a España se levantó la sesión, extendiéndose de ella la presente acta, que firman los Señores del Ayuntamiento concurrentes al acto, de que Certifico. [siguen firmas]”. [36]

Ese año y los siguientes, la sanidad experimentará en Fuente de Piedra un fuerte impulso. En abril de 1914, el médico titular D. Emilio Serrano, como Inspector Municipal de Sanidad manifestaba la necesidad de encargar vacuna de ternera del Instituto Selma de Zaragoza, que era vendida en condiciones muy ventajosas para destinarla a los niños de las familias pobres de beneficencia,[37] y también adquirir suficiente suero antidiftérico y desinfectantes para los citados niños que lo necesitasen.[38]

Ese mismo año, al igual que ocurrió en 1907 y 1909, fueron suprimidos los festejos de la Feria y Fiestas en honor a la patrona que solo contó con los actos religiosos. Las 1.500 ptas. presupuestadas para los festejos se destinaron a la construcción de un matadero municipal de reses,[39] que palió en parte el considerable paro obrero provocado por la sequía y la mala cosecha que se venía padeciendo,[40] y, además, empeoraba el no haberse sembrado ese año la remolacha. De inmediato se iniciaron las obras, que corrieron a cargo del maestro albañil Francisco del Pozo Muñoz. La construcción se terminaba el 17 de marzo de 1915 y de inmediato se dio orden de limpiar y blanquear las dependencias para proceder a su uso. A partir de ese momento, las reses eran sacrificadas en el matadero bajo la estricta vigilancia del veterinario, que diariamente pasaba a la Alcaldía el registro exacto del número de piezas sacrificadas, peso, procedencia y las posibles incidencias que se pudieran producir.[41]

En 1915 se jubila D. Emilio Serrano, siendo sustituido por D. José Rodríguez Zambrana,[42] que entró con fuerza en el cargo. Aprovechando la publicación de una Real Orden, la Corporación solicitó autorización para el establecimiento de un botiquín de urgencia,[43] pues el pueblo carecía de farmacia y tampoco esta la había en un radio de 10 Km. La autorización llegó a vuelta de correo y, sin pérdida de tiempo, se mandó construir un estante y una mesa en la que ubicar los medicamentos. Atendiendo a esa Real Orden, que había sido publicada el 20 de junio 1915, se puso dicho botiquín en servicio dotándosele de los aparatos y medicamentos necesarios, los cuales fueron consensuados entre el farmacéutico que los surtió y Rodríguez Zambrana que, como responsable del equipo,[44] bajo su estrecha vigilancia dispensaba los medicamentos a los más necesitados cuando las circunstancias y existencias lo permitían. Y de este modo, cada año se empezó a consignar una cantidad del presupuesto municipal para sufragar esos medicamentos que, en principio, iban destinados a aquellas personas carentes de medios económicos que no podían sufragar dicho gasto.[45]

Los cinco últimos años tratados, desde la destitución de D. Plácido de la Torre Romano y sus concejales en 1911, año en el que la vara de mando pasa a mano de D. Francisco Luque Pachón, fueron de relativa tranquilidad hasta que a finales de abril de 1916, D. Francisco Luque solicita un mes de licencia por prescripción facultativa.[46] No volvió a ocupar la Alcaldía. Las sesiones fueron presididas por el alcalde accidental D. Manuel Carrero Sánchez, que venía ejerciendo de primer teniente de alcalde. La situación se complicará a partir de noviembre de ese año de 1916,  provocando lo que hemos dado en llamar la Crisis municipal de 1917, que detallamos en capítulo específico, ciñéndonos aquí a un sucinto resumen.

 

 

 

[1] AMFP. A.C. 14 de agosto de 1909.

[2] AMFP. A.C. 9 de marzo de 1907. Al contratado D. Juan Ramos Castaño le fue rescindido el contrato, perdiendo, según la cláusula 8ª las tres últimas mensualidades del año por incumplimiento del mismo, al desestimarse las alegaciones que presentó, por falta de fundamento.

[3] La firma del contrato de ampliación del suministro eléctrico para el alumbrado público tuvo lugar el 20 de noviembre de 1911. Para más detalle véase el Anexo N.º 2

[4] Boletín Oficial de la Provincia N.º 181 de 23 junio 1909. Apud: AMFP. A.C. 7 de  agosto de 1909.

[5] AMFP. Libro de Actas. Año 1910, p. 20.

[6] Ibidem. Año 1911, sesión de 11 de noviembre de 1911, pp. 20-21.

[7] AMFP. A.C. 25 de marzo de 1914.

[8] Ibidem. 7 de julio de 1915.

[9] AMFP. Libro de Actas de Sesiones. Año 1910. Sesión Extraordinaria de 21 de diciembre de 1910, fol. 54-55.

[10] El desarrollo de los acontecimientos quedó plasmado en el A.C. de 30 de diciembre de 1910, que reproducimos en el Anexo N.º 15.

[11] AMFP. Libro de Actas de Sesiones Año 1910. Sesión Extraordinaria de 30 de diciembre de 1910. fol. 60v.

[12] AMFP. Doc. de Sec. Año 1911, fol. 62.

[13] Los cesados fueron el alcalde, D. Juan del Pozo Rubio y sus concejales, D. Manuel Carrero Sánchez, D. José Martín Gallardo, D. José del Pozo Rojas, D. Vicente Dorado López, D. Francisco López Flores, D. Francisco Luque Pachón, D. José Acuñas Jiménez y D. Rafael Alarcón Vegas.

[14] AMFP. Libro de Actas de las Sesiones. Año 1911, fol. 75. Sin embargo, el asunto no debió evestir gravedad toda vez que meses más tardes fueron todos restituidos de nuevo en sus cargos, como más adelante detallaremos.

[15] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1911, 12 de enero, doc. N.º 5496.

[16] AMFP. Libro de Actas de las Sesiones. Año 1911. fols. 75-76. Los nombrados fueron D. Plácido de la Torre Romano, D. Bartolomé Espinosa Mancheño, D. Antonio de la Torre Romano, D. Francisco Ortiz Núñez, D. Juan León Fernández, D. Antonio Saavedra Rebollo, D. Ramón Díaz Borrego, D. Eduardo Garnicas Cobos, D. Diego Alarcón Suárez.

[17] AMFP. Corresp. Oficial, Año 1911, 31 de marzo, doc. N.º 5470 y 5471. La orden, firmada por D. José Sanmartin, a la sazón gobernador civil, emitida el 31 de marzo de 1911, fue puesta en vigor sin demora.

[18] AMFP. Libro de Actas de las Sesiones. Año 1911 fols. 77-78.

[19] AMFP. A.C. de 30 de enero de 1911, fol. 67, doc. N.º 9989,

[20] De los talonarios de Consumo y arbitrios extraordinarios quedaban 17.454,64 pesetas pendientes de cobro que venían siendo arrastradas año tras año desde 1900 a 1910, es decir, la década completa.

[21] AMFP. Libro de Actas de las Sesiones. Año 1911. fols. 78-79.

[22] El agente destituido fue D. Salvador Barroso Navarro y nombrado como sustituto D. José María Montoro y Torres, a quien se facultó, en forma legal, para que representase al municipio y gestionase cuantos expedientes y asuntos surgieran.

[23] El plazo lo había marcado cuatro años antes D. Antonio de la Torre Romano, alcalde del momento, cuando arremetió contra el secretario D. Antonio Luque París.

[24] AMFP. Libro de Actas de las Sesiones. Año 1911. fol. 83.

[25] La actitud de D. Plácido de la Torre fue similar a la de su hermano D. Antonio, no importándole tener  en contra al resto de concejales.

[26] AMFP. Libro de Actas Capitulares. Año 1911. fol. 86.

[27] El secretario hizo constar una diligencia en el Libro de Actas para advertir de esta anomalía.

[28] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1911, 16 de febrero, doc. N.º 5488.

[29] Los concejales destituidos que retornaban a sus puestos fueron D. Manuel Carrero Sánchez como primer teniente de alcalde, D. José Martín Gallardo como segundo teniente de alcalde y como regidores o concejales: D. José del Pozo Rojas, D. Francisco López Flores, D. Francisco Luque Pachón, D. José Acuñas Jiménez y D. Rafael Alarcón Vegas.

[30] AMFP. Libro de Actas de las Sesiones. Año 1911. fol. 87v.

[31] Ibidem. Año 1911. fol. 88v.

[32] Ibidem. Año 1911. fol. 89v.

[33] AMFP. Libro de Actas de las Sesiones. Año 1911.  fols. 96 y ss. Para completar información consúltese el Anexo N.º 38.

[34] AMFP. A. C. de 7 de agosto de 1912.

[35] El anarquista Rafael Sancho efectuó varios disparos cuando el rey marchaba a la Jura de Bandera de reclutas de Madrid. El atentado tuvo lugar en la calle Alcalá y supuso el retraso de la legalización de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT)

[36] AMFP. Acta Capitular de 15 de abril de 1913.

[37] Estas y otras acciones similares, ya tratadas también en el apartado dedicado a D. Emilio Serrano en el bloque titulado Personajes con Historia. fueron las que le valieron el reconocimiento del pueblo y lo que motivaría años más tarde que una de las calles del municipio llevara su nombre.

[38] AMFP. A.C. de 15 de abril de 1914.

[39] AMFP. AA.CC. Año 1914. Sesiones de 26 agosto y 14 de octubre. 

[40] Durante el siglo XIX y buena parte del XX, uno de los cultivos más extendidos en Fuente de Piedra fue la remolacha, cuya labor necesitaba abundante mano de obra, lo que beneficiaba a la población.

[41] AMFP. A.C. 17 de marzo de 1915.

[42] Ibidem. 26 de mayo de 1915.

[43] Ibidem. de 8 de septiembre de 1915.

[44] El importe del mobiliario ascendió a 115 ptas. que fueron abonadas al carpintero D. José Torres Reina.

El farmacéutico que facilitó los aparatos y medicamentos, D. José Peláez Bermúdez, cobró 103,30 ptas. además del transporte y embalaje de la mercancía. Conf. A.C. de 16 de febrero de 1916.

[45] El presupuesto asignado para el curso 1922-1923 fue de 476 ptas., distribuidas en dos partidas: una, la dotación destinada al titular (en este caso el médico Sr. Zambrana) que ascendía a 238 ptas. y otra cantidad igual, o sea, 238 ptas., asignadas al pago de los medicamentos. Conf. AMFP. A.C. 15 de septiembre de 1921.

[46] AMFP. A.C. de 26 de abril de 1916

 

 

 

Fragmento de Historia Temática Villafontense

Capítulo.-  Política y Gestión Municipal

La Gestión Municipal de 1907 a 1916

Francisco Muñoz Hidalgo

(Obra en composición)

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