Este año que empieza se conmemora el II Centenario del renacimiento de Fuente de Piedra. 1820 fue un año crucial para el desarrollo y la
perpetuidad del pueblo. Año en que se dieron cita cinco factores que contribuirán a devolver la vida al municipio, cambiando el rumbo de la ruta que venía siguiendo desde más de un siglo atrás y cuyo
destino se veía abocado a la desaparición de la entonces aldea. Analicemos lo ocurrido.
Ya se dijo en otro momento que en sólo treinta años, desde su nacimiento en 1547, Fuente de Piedra creció como la espuma. Las
décadas siguientes aumentó su prosperidad y fama hasta el extremo de exportar sus aguas medicinales allende el océano; al nuevo continente recién descubierto. Pero esa prosperidad durará poco más de
un siglo. Dejando al margen epidemias puntuales como el cólera, será el paludismo o malaria, favorecida por las aguas estancadas en la Plaza del Prado, la que año tras año se cebe en los vecinos
hasta el punto de dejar la aldea al borde de su extinción. Este proceso degenerativo que se inicia a mediados del siglo XVII se prolonga hasta principios del XIX; más de siglo y medio de decadencia
sin que la autoridad municipal de Antequera, de la que dependía el arrabal, interviniese para poner solución a tan grave situación, y sólo permitiendo, años antes de la invasión francesa, que se
vendiesen 302 fanegas y 9 celemines de trigo, que se consideraban sobrantes en la Casa Panera o Pósito, y costear con el importe de su venta la obra de desecación; si bien advertía de la prohibición
de llevar a cabo el proyecto si con lo recaudado no se podía culminar el desecado del Prado y la reparación de la fábrica del manantial, como de hecho ocurrió.
En estas circunstancias, la población siguió siendo castigada hasta el extremo de apenas superar el centenar de vecinos en 1820.
Pero a partir de entonces se van a dar una serie de circunstancias que propiciarán el renacer de Fuente de Piedra dando inicio a un proceso de recuperación espectacular, similar al experimentado
durante el primer siglo de su existencia, del que ya dimos cuenta en notas anteriores.
El factor principal del cambio lo provoca la decisión del obispo de la Diócesis de Málaga, Alonso Cañedo, conocedor de la crítica
situación en que vivía la exigua población, costeando las obras de desecación del Prado y la reconstrucción de la «Fuente de la Piedra» bajo la dirección del Ingeniero Jefe de Marina,
Joaquín Peri. Actuación que tiene lugar ante la pasividad mostrada por el Cabildo antequerano, que seguía desentendiéndose del problema que azotaba a su arrabal.
Saneado el lugar y reconducidas las aguas del derrame de la fuente pública, de inmediato, las epidemias desaparecieron y la
población empieza a aumentar a un ritmo considerable, triplicándose en sólo quince años.
Visto lo ocurrido, los moradores de Fuente de Piedra se plantean segregarse de una ciudad, distante tres leguas, que desatendía
los problemas que la acuciaban y daba una respuesta tardía, injusta o, simplemente, no la daba. Así las cosas, Fuente de Piedra inicia el proceso de segregación de Antequera que, aunque llevará
varios años, tiene sus inicios en esta década.
Decíamos que fueron cinco los factores que contribuyeron a que Fuente de Piedra volviera a nacer, partiendo de la situación
extremadamente crítica a la que llegó en 1820. Esos factores fueron:
- El saneamiento y desecación de la Plaza del Prado,
- La reconstrucción de la fuente medicinal y la correcta conducción del agua de su derrame para evitar el estancamiento del líquido,
- El alejamiento de las epidemias de paludismo que en Fuente de Piedra se habían convertido en endémicas,
- La recuperación vertiginosa de la población y expansión del casco urbano, motivado por el aumento del vecindario,
- El inicio del proceso de segregación de Antequera.
Y estos cinco acontecimientos tienen lugar en 1820; año crucial en el futuro de Fuente de Piedra. Unos hechos ocurridos hace
doscientos años que cambiaron el rumbo del trágico destino y ruina en la que se había sumido el pueblo y supuso el renacimiento del arrabal que pronto pasaría a convertirse en municipio
independiente.
De vez en cuando es recomendable mirar atrás pues, en la distancia del tiempo, a veces descubrimos algunas coincidencias
temporales que son dignas de reconocimiento o celebración. Este año, sin duda, lo es: se conmemora el II centenario del renacimiento de Fuente de Piedra (1820-2020).