Ranos 54-55
Ranos 54-55

FUENTE DE PIEDRA

 

Lugares con Historia

 

 

EL PRADO

 Y

LA FUENTE DE LA PIEDRA

El Prado es sin lugar a dudas la Plaza Mayor de Fuente de Piedra. En torno a ella y su fuente nació el pueblo, se proyectó su ampliación y giró la vida del municipio desde sus inicios.

El Prado fue testigo de todo lo ocurrido en Fuente de Piedra y aún lo es, pues en sus esquinas continúan los encuentros y las tertulias; por tanto, el pulso de Fuente de Piedra lo sigue marcando la plaza con su actividad.

Y si la plaza se encargó de proyectar el pueblo hacia los cuatro puntos cardinales. También fue la plaza, con el estáncamiento de las aguas de la fuente, la que lo llevó, siglos atrás, casi a su extinción.[1]

En su zona sur, la Fuente de la Piedra vio nacer el pueblo y por ende, El Prado. Ambos vivieron momen­tos de esplendor en los siglos XVI y XVII hasta que las epidemias los llevaron a una crisis que se prolongaría hasta principios del XIX. A partir de entonces, aquel ejido, desecado y saneado, empezó a ser de nuevo usado por el vecindario, aunque su utilidad y aspecto difería mucho del actual.  Entonces, el agua seguía discurriendo a su aire buscando la zona norte sin un cauce seguro; las bestias campeaban a sus anchas por todo el ejido y, por último, en la explanada donde desaguaba el líquido, más tarde llamada Los Tableros, las eras servían de zona común para la saca de grano de todo aquel vecino que lo necesitase.

Pero todo esto empezó a cambiar a partir de 1924, tras la visita girada por el delegado del Gobierno que, aunque felicitó a los ediles del momento por sus aciertos y buena gestión, propuso una serie de mejoras en el arreglo de las calles y, muy especialmente, en el corazón del pueblo, o sea, en El Prado. El citado personaje instó al municipio a separar mediante una verja de hierro dos zonas bien diferenciadas: una, la comprendida por la propia fábrica del manantial y la alcubilla que recogía el agua que manaba de la fuente y cuyos bordes servían de apoyo a los aguadores[2] que recogían el líquido y, por otra parte, la zona posterior que incluía el abrevadero para el ganado y el lavadero. También recomendaba el delegado que se encauzasen las aguas y el derrame del líquido fuese conducido mediante tubería[3] hasta el abrevadero y lavadero, y a continuación, el desagüe se cubriera en el resto del trayecto que lo sacaba de El Prado, lo que dejaría el terreno libre para hacer un paseo.[4] En 1930 esta idea se hizo realidad. Todo esto queda enmarcado en la política llevada a cabo bajo la dictadura de Primo de Rivera y el Estatuto Municipal de 1923, que provocó importantes cambios en las ciudades españolas, cuyo alcance también llegó a Fuente de Piedra, según hemos tenido la oportunidad de comprobar.

Todos estos cambios propiciaron que las vivien­das, que daban su espalda a la plaza, empezaran a orientar sus fachadas hacia ella, convirtiéndose en el foro del municipio. Allí, por la tarde, se daban cita los vecinos para hablar de sus asuntos y, por la mañana, era un hervidero de vida; al trasiego de las mozas acudiendo a recoger el agua de la fuente, se sumaba la actividad y el vocerío de los puestos al aire libre de frutas, verduras o pescado, levantados diariamente a la sombra de frondo­sos árboles.

Al paso del tiempo, tiendas, bares y negocios se han ido alternando en El Prado. El tiempo todo lo devora y lo transforma y la plaza no iba a ser una excepción.

     El mercado ya no se encuentra al aire libre en la plaza, tiene su propio local; en diciembre de 1959 se adquiría el solar donde se ubica actualmente.[5]  La  Tienda  Verde  hoy  es  una  sucursal  bancaria,  la  de  Periquito desapa­reció, como la de Argimiro, o la de Diego Piñero, como el estanco de Lola y de Emilia, como la barbería de Segundo y la zapatería  del  Barbino,  como  el  puesto  de  Ana  la  de  los churros,  la carnicería de Ciroña, o el café del Buque. Y cada uno de ellos se llevó consigo multitud de historias e incluso ambientes muy peculiares y un amplio abanico de sensaciones. De ejemplo valga citar el café del Buque; con él desaparecía toda una gama de aromas: el del aguardiente de las arrieras servidas de madrugada, el del café de maquinilla en horas de siesta, el del vino y la cerveza de mediodía, mezclado con el olor del aceite de las anchoas de lata, la fritura de boquerones del tapeo y el humo del tabaco negro. Y todo ello aderezado, los días de lluvia con el olor a aserrín mojado, y las largas tardes de verano con el de lejía de los Tres Sietes, con la que se limpiaban las amarillen-tas tablas de aquellas inestables mesas de tijera.

            El Prado ha cambiado multitud de veces de fisonomía y usuarios, pero sigue siendo la Plaza Mayor del pueblo, y enclavada al sur, pero como siempre, mirando al norte, la Fuente de la Piedra la contempla.

 

Fragmento de Historia Temática Villafontense

Capítulo.- Lugares con Historia

El Prado y la Fuente de la Piedra

Francisco Muñoz Hidalgo

(Obra en composición)

 

[1] Este aspecto habría que matizarlo, pues si bien se acusa a la Fuente de la Piedra de las epidemias que tuvieron lugar en los siglos XVII-XVIII, motivado por el estancamiento de las aguas, de lo que no dudamos, lo cierto es que tras desecar las aguas pantanosas y saneada la zona, las epidemias continuaron. El chivo expiatorio paso a ser La Laguneta del Cerro del Palo.

[2] Tal vez debiéramos decir aguadoras, pues en ninguna de las fotografías que se conservan hay un solo varón recogiendo líquido.

[3] Entiéndase cauce de fábrica para evitar libre circulación a través de varios brazos.

[4] AMFP. A.C. 22 de febrero de 1924.  El embovedado se llevaría a cabo en mayo de 1926.

[5] Hasta el 18 de julio de 1963, el mercado de abastos se montaba a diario en el Prado. Un documento de 1938 que recoge varios aspectos del municipio dice sobre el mercado: No existe mercado propiamente dicho, las ventas en ambulancia de pescado y verduras se llevan a efecto en una plaza destinada a este fin sin parte de cubierta alguna. AMFP. Doc. Varios. Año 1938, doc. N.º 2024 a 2027. El importe del solar del mercado ascendió a 12.500 ptas. que fueron presupuestas en el ejercicio de 1960.

(Década de los 50) Foto A. López.- La chavalería posa en El Prado, junto a uno de los puestos de verduras en el entonces mercado al aire libre.

Finales de los años 50) Foto López.- Puesto de fruta y verdura de Salvador y Paca la de Álora

Foto López: (1971) Mercado de Abastos

Foto López: Varios vecinos posan junto a unos de los puestos del Mercado de Abastos

Fotos A. López: Dos estampas habituales de El Prado: los carrillos, Arriba el de las chuches; Abajo el del helado

Estampas varias del Prado

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