Ranos 54-55
Ranos 54-55

FUENTE DE PIEDRA

 

Servicios Públicos

 

3

 

LA ESCUELA PÚBLICA

Desde que en 1820 se inicie el proceso de segregación de Antequera habría que esperar un lustro, a 1825, a que se instaurara el Reglamento de Escuelas de Primeras Letras del Reino por el que se procedía a la creación de escuelas públicas en las poblaciones con más de 50 habitantes. Sin embargo, quince años más tarde, en 1840, Fuente de Piedra no cuenta con una escuela pública de instrucción primaria. En cambio la hubo privada, aunque poco efectiva a juzgar por los datos que se facilitaron en enero de 1942, respondiendo a una circular que cursó la Comisión Provincial de Instrucción Pública a la Comisión Local y en la que se informó que el pueblo tenía 419 vecinos, de los cuales, entre hombres y niños solo 20 sabían leer y escribir y de mujeres y niñas, leer y escribir 6 y solo leer 15. Había dos escuelas privadas, una temporal, asistida por un vecino, D. Ramón Díaz, y una escuela de miga[1] atendida por la maestra Dª Antonia Rosales.[2] D. Ramón y Dª Antonia, carecían de la titulación exigida[3] para impartir clases como maestros de instrucción pública, aunque ejercían el magisterio a título personal cubriendo la carencia de profesores públicos, sin tener asignación presupuestaria municipal,[4] y atendiendo a aquellos alumnos cuyos padres pudiesen pagar la cuota que el maestra o maestra hubiesen estipulado, lo que en parte vendría a indicarnos el alto índice de analfabetismo.

Dicho esto, volvemos un poco atrás y a la escuela pública. Cuando la Comisión Provincial remite una circular el 14 de diciembre de 1840 a la Comisión Local de Fuente de Piedra, solicitando que se informe sobre el número de maestros con que cuenta en pueblo y si poseen titulación para ejercer el magisterio, la respuesta fue concisa y contundente. En el margen de dicha circular se lee «Dcho con fecha 29, no hay ninguno examinado ni sin examinar».[5] De la contestación enviada se deduce el poco interés mostrado por la Corporación en establecer una escuela pública de primeras letras.

Durante todo el año 1841 y parte de 1842 la Comisión Local de Instrucción Primaria demostró una dejadez y pasividad que la Comisión Provincial no estaba dispuesta a tolerar, por lo que puso el asunto en manos del gobiernador civil que, alarmado, no se anduvo con rodeos. El 10 de abril de 1842 cursaba la máxima autoridad malagueña a la Corporación villafontense oficio en el que manifestaba su malestar ante la situación a que se había llegado, advirtiendo al alcalde que de persistir la situación sería llamado a su presencia para explicar el motivo de la morosidad que se venía observando. En dicho oficio leemos:

«Habiéndoseme manifestado por la Comisión provincial de Instrucción Primaria que todos sus esfuerzos han sido hasta el presente infructuosos para ver establecida en ese pueblo una escuela de primeras letras y no pudiendo yo tolerar que por más tiempo continue abandonado un ramo tan importante que tan recomendado se haya por el Gobierno y que en tan alto grado interesa a la futura proyección del país he acordado excitar el celo de esa Corporación a fin de que reconociendo en el complemento del indicado servicio uno de sus muy transcendentales deberes se dediquen a él sin alzar mano dándome parte de su resultado a la mayor posible brevedad, pues solo así me evitarán el tener que llamar ante mi autoridad al presidente de ese Ayuntamiento a responder de la culpable morosidad que observa […]»[6]

         La comunicación del gobernador parece ser que surtió efecto, pues en septiembre de 1844 había sido destinado al pueblo un maestro de instrucción primaria. Pero pasaban los días y éste no se presentaba. Más tarde se supo que había rehusado al puesto, si bien, la situación quedó regularizada al presentarse para el cargo D. Rafael Aguirre Echevarría de quien el pueblo tenía un buen concepto, tanto por su conducta moral y política como por sus conocimientos para desempeñar el cargo. La Junta Local de Instrucción Primaria lo admitió comunicando al Jefe Político de la Provincia que el citado maestro no disponía de dinero para revalidarse, pero que lo obtendría si la superioridad daba su aprobación.[7] Desconocemos si llegó a tomar posesión del cargo.

         La problemática de este asunto giraba en torno a su financiación. Tanto es así que al año siguiente, en 1846 fue propuesto maestro de Instrucción Primaria el vecino D. Ramón Díaz,[8] que debía abrir el curso 1846-1847. D. Ramón había sido regidor-síndico (concejal) en 1843 y volvió a la política  ese año de 1846. Como persona más instruída respecto de los demás políticos que le rodeaban debió percatarse que en los presupuestos confeccionados por la Corporación anterior y aprobados por el Jefe Superior Político de la Provincia, no había sido asignada cantidad alguna para el desempeño del magisterio que él debía ejercer. Advertida esta anomalía, el alcalde, D. Diego León Jiménez, lo trasladaba a la autoridad malagueña mediante oficio en el que se decía “[sic] Habiendo recibido el Presupuesto Municipal del presente año aprovado por V.E. en 30 de Julio anterior ha observado este Ayuntamiento de mi Presidencia no viene fijada la asignación al Maestro de 1as Letras como V.E. manifestó […]».[9]

         El alcalde paralizó la recaudación prevista en el repartimiento que sobre dicho presupuesto se había aprobado, hasta que la superioridad solucionase el error y actualizase el impuesto a cobrar ese año.

         Como hemos visto unas líneas más atrás, D. Ramón Díaz pasó en 1846 a ocupar la escuela pública, aun careciendo del título de magisterio, y lo mismo ocurría con Dª Antonia Rosales. Como aún se recordaba la reprimenda del gobernador a la Corporación, esta no dudó en poner en su conocimiento tal circunstancia para salvar su responsabilidad.[10]

Por otra parte, también habría que esperar a 1857 para tener la primera ley educativa integral y racional como lo fue la Ley de Instrucción Pública -conocida como Ley Moyano-, promulgada durante el reinado de Isabel II y encaminada a solucionar el grave problema de analfabetismo que sufría el país.

Años antes, en 1848 se establecía la división de los pueblos de la provincia para señalarle la dotación que debía percibir el maestro de primeras letras. El importe que correspondió a Fuente de Piedra estaba en torno a 2.000 rs. al año.[11] El servicio se financiaba con ayudas al abono, productos de obras pías, fundaciones y otros recursos destinados a este fin; aportaciones que resultaban insuficientes para cubrir gastos, por lo que, salvo alguna excepción, el vecindario era quien sufragaba la diferencia.

Dos años más tarde, en 1850, el presupuesto municipal aprobaba 1.100 reales para pagar a una maestra de «miga», importe que no iba a tener justificación puesto que no había persona alguna[12] que desempeñase ese cargo.[13] La enseñanza corrió ese año a cargo del maestro[14] que venía ejerciendo como interino y no disponía de título, «aunque andaba en la tarea de conseguirlo». Ese mismo año lo consiguió y fue nombrado maestro titular de Fuente de Piedra. Se llamaba D. Fernando Pérez de Guzmán.[15] Pero D. Fernando duró poco.[16] Conseguida su titulación como maestro de primeras letras voló buscando nuevos horizontes con su título bajo el brazo y dando inicio a una constante en el profesorado que llegaba a Fuente de Piedra: ninguno terminaba calentando el asiento.

En 1851 Fuente de Piedra seguía sin maestra de miga. Sin embargo, no faltó el maestro, aunque no estuviese titulado.

Gracias a un estadillo que mandó cumplimentar la Comisión Superior de Instrucción Primaria de la Provincia, disponemos de datos muy esclarecedores. El cuestionario habla por sí solo:

«Noticia que el Ayuntamiento y Comisión local de instrucción primaria de este pueblo, da á la comision Superior de esta provincia, según lo prevenido en su circular de 10 de Enero anterior:

En este pueblo no hay fundaciones, obras pías, legados ó memorias que tengan ó hayan tenido aplicación á la instrucción primaria.[17]

Tampoco fundaciones, obras pías, legados o memorias que estando destinadas á algún objeto piadoso puedan aplicarse á instrucción primaria.

Tampoco hay productos del caudal de propios por carecerse de estos, ni arbitrios de ninguna clase; pues el sueldo que el maestro disfruta es pagado solamente del presupuesto municipal formado todos los años para acudir á este gasto y otros que son indispensables,  sin percibir  otra  alguna  retribución  por  ningún

concepto.[18]

La Comisión local se compone de las personas siguientes: D. José, Cura párroco: D. Juan del Pozo Casado, presidente de ella. D. José Navarro, Regidor primero. D. José de Rojas y D. Pedro Pachón, vecinos y Labradores de esta población.

El maestro se llama D. Ramón Díaz Borrego, el cual se encuentra en la edad de treinta años. El que no tiene título, y la escuela es elemental, la cual está desempeñando diez años hace[19] y con buenos resultados.[20]

La escuela tiene local capaz para el fin a que se destina y es propiedad de Dª Juana Guerrero,[21] gozando el maestro de local propio para sí y su familia.

La escuela se encuentra hoy en buen estado.

La dotación del maestro según el presupuesto aprobado para el corriente año, consiste en 2000 rs. pagados de los fondos municipales y maestra (de miga) no hay; pero el maestro ejerce al mismo tiempo estas funciones por no haber persona capaz para ello; sin percibir retribución de los niños según va dicho.

El maestro tiene el reglamento de instrucción primaria y con arreglo a él ejecuta las disposiciones que previene.

No se ha puesto aun en práctica el Sistema métrico decimal[22] ni aun se dan lecciones de agricultura por no estar el maestro todavía provisto de estos libros, pero está haciendo diligencia para ello.

La conducta del maestro es irreprensible y por consiguiente merece buen concepto».[23]

Será en 1852 cuando es ocupada la plaza de maestra de miga. Para el cargo fue nombrada interinamente Doña Josefa Fernández que tomó posesión como maestra de la clase titular «a fin de que la juventud no carezca de la debida instrucción».[24]

Desconocemos si D. Ramón Díaz Borrego también se había marchado y le sustituyó Doña Josefa, o se aumentó a dos el número de maestros en la población. Más bien parece ser esto último, pues sabemos que la maestra de miga tuvo que ocuparse de la clase titular de forma provisional hasta que la plaza fue cubierta.

Decíamos que tal vez se amplió el número de clases para los jóvenes y quedó atrás el de miga basándonos en que a mediados de julio de ese mismo año,[25] desde Málaga se remitían los títulos de los maestros asignados a Fuente de Piedra.[26] Por otra parte, aunque sea a finales de ese año, concretamente el 2 de diciembre, desde la Administración de Instrucción Pública de Málaga se amonesta al Ayuntamiento por no haberles pagado. Por esa comunicación creemos salir de dudas y sabemos que al menos eran dos los maestros, toda vez que dice «[…] y bajo la multa de 200 reales de vellón con que desde luego queda V.S. conminado, y que haré efectivo sin consideración de ninguna especial, satisfará V.S. á los Maestros de esa Villa, todos sus adeudos hasta fin del tercer trimestre del año actual».[27]

Ese año y los venideros, los maestros tuvieron dificultades para cobrar, circunstancia que ocurría también en otros municipios del entorno e incluso con otros colectivos.[28] El Negociado de Instrucción Pública de Málaga tuvo que intervenir de continuo para que los pacientes maestros cobrasen sus emolumentos y ni bajo la amenaza, de nuevo, de 100 rs. de multa con que se conminaba al Ayuntamiento, conseguían cobrar.[29]

Puede que el impago fuese el principal motivo por el que permanecían tan poco tiempo los maestros de primeras letras. En 1853 se marchó otro de ellos y se propuso como titular interino  a  D. Francisco Andrade,[30] que durante muy poco tiempo ocupó el cargo.

Poca o ninguna suerte tuvo Fuente de Piedra con sus maestros esos años. Nadie se presentaba a la vacante de titular y el Ayuntamiento tuvo que tirar de lo que encontraba más a mano. Así se recurrió a D. Francisco Beltrán, de quien se decía que no sabía hacer la «o» con un canuto. En Málaga se enteraron de ello y como el tal Beltrán no estaba provisto de título ni conocimientos, se ordenó que dejase de inmediato el magisterio.[31] Lo más sorprendente es que el hombre se marchó, pero cobró.[32] Lo que no habían conseguido otros con título y conocimientos.

A los efectos de que la enseñanza pública no sufriera retraso, de inmediato, la vacante que dejaba Francisco Beltrán le  fue confiada a D. Manuel Blanco, vecino de Alameda,[33] que aportando la titulación pertinente pasó como titular a ocupar la plaza de maestro de instrucción primaria.[34]

Dos años antes, Don Francisco Andrade, aunque estuvo poco tiempo en el cargo, se marchaba voluntariamente y con toda la razón. El Sr. Andrade había visto como aquel que no sabía hacer la «o» con el canuto había cobrado sus honorarios y en cambio él, seguía poniendo la mano y esperando. Se cansó y abandonó su puesto, aunque de palabra, no por escrito, lo que conllevó consecuencias negativas para el Ayuntamiento que accedió a su petición de abandonar. Pero D. Francisco, teniendo como objetivo cobrar, se presentó en Málaga con sus argumentos y desde allí se obligó al consistorio a abonarle incluso el tiempo que había estado separado de sus quehaceres.[35]

El pueblo no estaba dispuesto a pagar a un señor que no había cumplido con su deber y empezó a dar largas al asunto, hasta que de nuevo intervino Instrucción Primaria[36] de Málaga presionando y el cabildo le abonó los importes que se le adeudaban.[37] Sin embargo, no era el pago, era el honor del pueblo y por tanto, los ediles levantaron un acta en el que expresaban lo ocurrido con el tal Andrade que literalmente decía:

«[sic] En la Población de Fuente de Piedra á veinte de Setiembre de mil ochocientos cincuenta y siete, reunidos en la Sala Capitular los Sres. que componen el Ayuntamiento de la misma á saber D. José Navarro Regidor primero y Síndico, D. Francisco del Pozo segundo y D. Juan del Pozo tercero, bajo la presidencia del Sr. Teniente de alcalde D. Juan Pachón Fernández quien por enfermedad y ausencia del primero desempeña esta Alcaldía interinamente, abierta la sesion, se dio lectura por dicho Sr. á una orden del Sr. Gobernador Civil de la Provincia su Fecha nueve de este mes espreciva á que en veinte y dos de Agosto anterior ordeno á esta Alcaldía la Comisión Superior de Instrucción Primaria, repusiera en su cargo á el maestro de esta Villa, abonandole el sueldo que le correspondiera por el tiempo que había estado separado y que no habiendo cumplido con aquella orden según esponen dicha Comisión Superior con fcha tres del actual ha acordado dcho Sr. que en el termino de tercero días se de cuenta del cumplimiento de aquella. El Ayuntamiento con vista de todo ello acuerda se dé cumplimiento á dcha orden que desde luego se de posesion á el maestro, que resultando como resulto esta separacion por abandono y renuncia hecha por el mismo, se suplique á el Sr. Gobernador, releve á esta Corporacion del cargo ó abono que ordeno se haga al mismo maestro por el tiempo que ha estado separado, mediante á que en dcho tiempo ha estado desempeñando la clase D. José Alarcon nombrado interinamente á quien se le ha satisfecho el sueldo que corresponde, según el presupuesto del mismo maestro, que en veinte y ocho de Mayo próximo pasado dio cuenta el Sr. Alcalde Presidente á este Ayuntamiento de la renuncia que de la clase de enseñanza había hecho D. Francisco Andrade que el no haberle ecsigido la dimicion por escrito era por ignorar este Ayuntamiento fuera requisito indispensable por cuya rason tuvo a bien admitirsela verbal y por conocer tambien que en nada se perjudicaba la enseñanza publica puesto que en cuatro años que [...] ni un solo discipulo por su nulidad e incapasidad, y en prueba de ello que se pidan informes por dcho Sr. Gobernador á la Comicion local de este pueblo y á el Sr. Inspector que tambien ha visitado su clase. Por cuyas circunstancias este Ayuntamiento es de sentir que por el Sr. Presidente se suplique á el Sr. Gobernador los releve del pago del sueldo interin dcho maestro ha estado separado. Por el Sr. Regidor Síndico D. José Navarro se manifesto que en veinte y cinco de Mayo ultimo se le presento el referido maestro D. Francisco Andrades quien le manifestó iba a dejar el cargo de la enseñanza aconsejandole dcho Regidor no la dejase y caso de hacerlo diera cuenta á el Sr. Alcalde para reponer la bacante á fin de que no quedase abandonada la enseñanza, á los dos dias despues, le presentó la dimicion por escrito, y le contesto la presentara a él Alcalde que habia hecho muy mal en abandonar la escuela sin dar parte antes de su determinacion, que como inciden [ilegible] quiere conste para los efectos que haya lugar. Con lo cual se concluyo este acta que firman todos los Sres. Consejales de que yo el Secretario Certifico. [siguen firmas]».[38]

Evidentemente hubo discrepancias entre alguna autoridad y el Sr. Andrade respecto a su método de enseñanza y éste se marchó sin más. Más tarde, arrepentido de su marcha volvía, pero la vacante que había dejado ya había sido cubierta provisionalmente. Del litigio que se originó, a efectos legales, para Instrucción Primaria, el titular era el Sr. Andrade. El problema se presentó cuando hubo que pagar a ambos, es decir, a D. Francisco y al que le sustituyó durante el tiempo que anduvo por ahí dando vueltas.

Legalmente no quedó constancia escrita de dicha renuncia por lo que Instrucción Primaria de Málaga insistía que había que abonarle su sueldo.[39] Y de esta forma, el uno por no saber y el otro porque sabía demasiado, cobraron ambos sus honorarios.

Hasta 1858, de los dos profesores que había en Fuente de Piedra, el maestro venía cobrando dos mil reales anuales y la maestra mil trescientos treinta y tres. Ese mismo año experimentaron una notable subida según ley. El Maestro pasó a cobrar tres mil trescientos reales y la maestra dos mil doscientos,[40] lo que suponía casi un 70% de aumento.

El presupuesto escolar presentado por el maestro para el curso 1858-1859 fue el siguiente:

Ingresos:

Existencias del año anterior 0

¼ señalado por la ley para material 825 reales.

Gastos

Menaje

Un cuerpo de carpintería para escritura 100 rs.

Una pizarra de vara y tercio de longitud e id. de latitud 50 rs.

Una docena de muestras de todas reglas para (ilegible) en lamina con marco y cristal 38 rs.

Dos bancas de asiento de tres varas y media 60 rs.

Total 248 rs.

Gastos

Niños Pobres.

Por cuarenta y ocho libros para los niños que reciben la enseñanza gratuita según la relación adjunta 168 rs.

Por dos remas papel para la escritura de los mismos 80 rs.

Por cinco mazos de plumas á 3 uno 15 rs.

Por cinco litros de tinta á 6,30 rs.

Por agua y otros objetos menores 80 rs.

Total 373 rs.

Resumen:

Ingresos 825 rs.

Menaje 248 rs.

Gastos de niños pobres 373 rs.

Sobrante 204 rs.

Firmado: Francisco Andrade.[41]

Los niños estudiaban gramática en libro de Araujo, pero a partir de 1859 se sustituyó por el de la Academia. En Fuente de Piedra ese cambio lo llevó a cabo D. Francisco Andrade.[42]    

         En 1859, el maestro cobraba trimestralmente 825 rs. y dedicaba 206 a material; la maestra, que percibía 550 rs., dedicaba 137 a lo mismo.[43] El depositario de los fondos era Francisco Navarro y para el primer trimestre se desembolsaron 111 reales para la escuela de niñas que fueron justificados por la compra de  unos libros de Obligaciones del Hombre, de gramática, ortografía, catecismos, papel, plumas, tinteros y un banco.[44] La de niños tuvo un desembolso mayor ese trimestre: 206 reales por la compra de una pizarra, un crucifijo, diez manos de papel, dos mazos de plumas, quince catecismos, doce libros de sílabas, seis de Obligaciones del Hombre, litro y medio de tinta, agua y limpieza.[45]

Las malas condiciones que reunía la escuela, cuyo emplazamiento de entonces desconocemos, dio lugar a que se buscase otro local,[46] destinándose 1.200 rs. anuales para alquiler.

En 1861 aparece otro maestro, D. Pedro Pachón, que renuncia a la clase de la que era titular.[47] Al objeto de no quedar abandonada la enseñanza se autorizó al alcalde para sustituirle hasta que fuese cubierta. Por otra parte, la maestra tampoco gozaba de la confianza de la Comisión de Instrucción Pública local. Dicha Comisión se dirigió al gobernador civil de la provincia para denunciar que durante los 4 años que llevaba desempeñando su cargo «[…] no ha enseñado a un solo discipulo por su ineptitud y nulidad, prueba de ello que se pida informe a esta Comisión local y á el Sr. Inspector que también ha visitado la clase [...] se sirva V.S. disponer por su autoridad superior proveer esta clase de instrucción primaria esa persona que sea más apta y capaz para dicha enseñanza, pues como llevo referido la que actualmente la desempeña es completamente inepta y nula»[48]

Consecuencia de todo ello, el Rector giró una visita de inspección de la cual acordó «[…] apercibirla para que si en lo sucesivo no cumple con el lleno de todos sus deberes, tanto en lo respectivo á la enseñanza como en la parte de disciplina se procedería a lo que hubiere lugar [...] debiendo además ampliar sus conocimientos, bien estudiando privadamente, bien pasando a hacerlo en la escuela normal».[49]

         El apercibimiento surtió un efecto milagroso. Dentro de unas décadas veremos al Consistorio lanzando loas en favor de doña Josefa Fernández con motivo de su jubilación. Pero volvamos al momento en que lo dejamos.

La situación escolar era insostenible. Un maestro dimitido y una maestra considerada inútil. Para remediar la situación se nombró maestro a D. Antonio Soriano y Navarro,[50] sin que supiese el pobre hombre donde se había metido. D. Antonio empezó a dar sus clases y la disciplina era algo que llevaba por derecho. Uno de los alumnos le faltó el respeto llamándole por el mote con el que los alumnos lo habían bautizado.[51] D. Antonio lo castigó y ahí podía haber quedado el asunto de no haber intervenido el padre del zagal. Aquella noche, el vecino buscó al profesor por las calles del pueblo y le dio una tanda de palos y golpes que no hubo más remedio que abrir expediente.[52]

D. Antonio quedó tan mal parado de la paliza que le concedieron veinte días de licencia para reponerse.[53] Para que la clase no sufriese las consecuencias por falta de profesor se intentó nombrar uno interino que sustituyese a D. Antonio. Se tuvo en cuenta que  podía servir D. Juan Duarte,[54] y como dadas sus características (las cuales desconocemos, posiblemente el no saber leer ni escribir), no podía admitirlo la Junta Provincial, esta designó para el cargo al propio cura párroco.[55] A la sazón el cura era un tal D. Francisco de Asís, que residía casi de continuo en Antequera por lo que la labor la hacía el presbítero D. Carlos Navarro, que a su vez manifestó que no tenía tiempo al estar solo como estaba y tener que evacuar las atenciones de su Sagrado Ministerio, pero proponía para el cargo a un sobrino suyo que vivía con él. Solo había un pequeño inconveniente: que no sabía leer ni escribir.[56]

 La verdad es que todo este asunto, cuando lo vamos tratando parece broma. Pero es bien cierto y provoca cierta pena. Todo ello llevó a que el propio alcalde manifestase que se había llegado a un estado de abandono y desorden que no era dable tolerar. En consecuencia, la Junta de Instrucción Local acordó llamar al maestro titulado D. Francisco Andrade[57] que por aquel entonces tenía una escuela privada en Alameda y era quien mejor podía desempeñar el cargo de profesor en las circunstancias que se vivían.

D. Antonio, el de la paliza, no estaba dispuesto a volver al pueblo. Había sido nombrado maestro en Huetor-Tájar y se dirigió al alcalde para informarle que le resultaba imposible volver. Eso ya lo sospechaba el alcalde y por tanto se había puesto a buscar sustituto. D. Antonio, como  no quería oír siquiera el nombre del pueblo, se dirigió por escrito para cobrar 918 reales que se le debían, pero quiso cobrarlos a través de la persona portadora del mensaje.[58] Estaba visto que no pensaba pisar de nuevo suelo villafontense.

La Junta Provincial de Instrucción Primaria, que entendía de estas lides, supo desde el primer momento que D. Antonio no volvería a Fuente de Piedra, lo que, además, consideraba muy aconsejable, y en consecuencia decidió enviarlo a Huetor-Tájar, como ya se ha dicho, nombrando interino a D. Antonio García Tornel,[59] pero previniendo al alcalde al que dijo en tono amenazante «[…] y por de pronto le prevengo que si el nuevo maestro llega a sufrir la menor vejacion ó no se le da toda la protección á que tiene derecho exigiré a V. personalmente la más severa responsabilidad […]»[60]

         Así terminó el asunto. D. Antonio Soriano Navarro cobró,[61] aunque lamentablemente por partida doble; en reales, aunque un poco tarde, y en palos y golpes a poco de llegar. Y así fue como D. Antonio abandonó el pueblo. Lo hizo tan rápido que no le dio tiempo a invertir el presupuesto trimestral destinado a material; inversión que tuvo que hacer el nuevo titular.[62]

El nuevo titular llega en enero 1863; se llama D. Juan Gallegos Vega[63] y sustituye a D. Antonio García Tornel, que como hemos dicho más arriba era interino.[64]

Por estas fechas se hizo limpieza general, de personal y de edificios. La inspección en su visita girada manifestó que los locales destinados a escuelas no reunían las condiciones necesarias. Como quiera que resultaba imposible encontrar una casa en régimen de alquiler, se hacía necesario levantar un nuevo edificio de planta acomodada, corriendo los gastos por cuenta del municipio en la cuantía que éste pudiese abonar y, el resto, por el Tesoro.[65] Se empezaban a conseguir algunos avances en la enseñanza.

En 1866 llegaba la enseñanza gratuita. Hasta entonces, el maestro percibía una cantidad del presupuesto municipal y otra por parte de los alumnos pudientes. A partir de ese año se llevó a cabo un convenio con:

«[…] Maestro de Instrucción pública suspendiendo las retribuciones de los niños pudientes por medio de la consignación de una cantidad en el presupuesto […] he acordado aprobar dicho contrato, declarando absolutamente gratuita la enseñanza para lo sucesivo en esa Villa, autorizando a V. para incluir en presupuesto la suma de ciento diez escudos que se destinan á esta nueva obligación».[66]

La nueva escuela no terminaba de llegar y se andaba buscando un  edificio donde trasladarla ya que el que ocupaba era arrendado, propiedad de  Rafael  Pardo,  que  se  mostró  muy  molesto por el uso que se le había

dado y no estaba dispuesto a acondicionarlo.

En esta situación, D. José del Pozo se dirigió a Instrucción Primaria para hacerles saber que:

“[...] y dar cumplimiento a la orden del Excmo. Sr. Gobernador de la Provincia de fecha 16 del corriente, respecto á buscar un local capaz y decente para la enseñanza de niños puesto que la que se halla no tiene las condiciones reglamentarias y haberse negado el dueño de ella a hacerle habitacion para el profesor y su familia a pesar de tenerlo ordenado por dos veces de oficio y otra de palabra y no habiendolo cumplido ha acordado esta Corporacion trasladar la escuela a casa de D. Agustin de Galvez, situada en la Calle Ancha por encontrarla capaz y decente para dicho objeto, y no ganar más que los cincuenta reales que están marcados en el presupuesto municipal; además dichos Sres acordaron abonar al dueño de la casa que sale la escuela cituada en la calle de Mesones la cantidad de ciento cincuenta rs. importe de tres meses de arquilé que lo son Feb. Marzo y Abl, por no tener dicha casa tpo limitado en el contrato dicha cantidad sera abonada por el Concejal D. Juan del Pozo pues asi lo ofreció”.[67]

De este modo, la escuela que estaba ubicada en la calle Mesones, hoy llamada Juan Carlos I, se trasladó a la calle Ancha.[68] Pero pronto surgieron los problemas. D. Agustín tenía que adecentarla todavía más, habilitar las habitaciones para el maestro y a eso no estaba dispuesto,[69] aunque lo pidiese la Junta Provincial de Instrucción.[70] Mientras tanto, veamos lo que pensaba el arrendatario anterior, es decir D. Rafael Pardo que se dirigió a la Alcaldía contestando a otra comunicación:

«Recibido su oficio fecha 5 del corriente en que traslada otro de la Junta Superior de Instrucción pública y en que refiriendose á aquel manifiesta su agradecimiento siempre que en un termino de 10 a 15 dias ponga la casa en la forma y manera que la misma previene. Como quiera que dicha Junta no diga mas que se adecente la casa, sin determinar quien deba hacerlo si el Ayuntamiento, maestro, Junta local o dueño de la casa, pero siempre inconveniente la palabra que emplea y para que la retire se le haya comunicado, mientras conteste no puede hacerse a V. y sin que esto perjudique en lo mas minimo al alquiler que tiene hecho de dicha casa y solo al decoro debiendo prevenirle se abtenga de darle otra aplicación de aquella para que fue arrendada pues teniendo entendido ha servido para deposito de maises de ser cierto me vere en la necesidad de denunciarlo en los tribunales»[71]

La escuela se trasladó, pero don Rafael Pardo, no quedó satisfecho de la forma en que le habían dejado su local. Se quejaba que la casa no estaba abierta, habitada, encalada y limpia como debía estar, informando que se había utilizado como depósito de grano,[72] estropeándola, y si no se la dejaban como manda la ley reclamaría sus derechos. Ante esta tesitura cabe preguntarse ¿si fue usada como depósito de grano, donde daban clase los escolares?

De todo esto, lo que sacamos en claro es que la escuela fue trasladada a la casa propiedad de D. Juan del Pozo, concejal en aquel tiempo y que D. Juan Gallegos, maestro titular del momento abonó 600 reales, importe del alquiler[73] desde julio de 1868 a finales de ese mismo año.

Esta vez el maestro duró más tiempo, en 1872 todavía permanece en el pueblo y la ciudadanía contenta. Tanto es así que dadas las circunstancias políticas, las revueltas, los problemas económicos, etc., cobró a su debido tiempo, ya que el alcalde lo anticipó como reza en un documento de secretaria que dice:

«[…] de su propio peculio, en aquella época D. Juan Jiménez, con las ciento cincuenta y seis pesetas y ochenta y siete céntimos que he recibido del Estado, he reintegrado a dicho Sr. Alcalde de igual cantidad que había suplido para cubrir las atenciones de la escuela durante aquel período, cuyo recibo obra en mi poder».[74]

Dos años más tarde, aún sigue D. Juan Gallegos y Vega de maestro de Instrucción Pública, lo que es motivo para felicitarle dada la corta permanencia de sus antecesores. Por el contrario, la que se mantuvo durante casi tres décadas tras sortear algunos problemas con las autoridades municipales que, en cierto momento le leyeron la cartilla (ya comentado páginas atrás), fue Doña Josefa Fernández que a finales de 1874 todavía la encontramos justificando los gastos habidos en la escuela de niñas,[75] que ascendía a 625 pesetas; dos tercios del presupuesto gastado en la de niños que ese mismo año fue de 920 pesetas. [76]

El presupuesto no daba para mucho, prueba de ello es que en 1875, el inventario de la escuela de niñas era el siguiente:

  • 1 crucifijo
  • 1 dosel
  • 1 mesa
  • 1 sillón
  • 1 reloj
  • 4 cuerpos de carpintería (bancos)
  • 1 escribanía
  • 24 tinteros
  • 2 perchas
  • 1 libro de matrícula y clasificación
  • 1 libro de contabilidad
  • 1 libro de visitas
  • 1 libro de asistencia
  • 2 colecciones maestra Iturzaeta
  • 1 colección de carteles
  • 1 mapa geográfico
  • 1 estante
  • 4 pizarras.

         En 1878 se establece un premio escolar entre los niños que asistían a la escuela y, más que el premio, lo que llama la atención es que ni el propio maestro sabía los niños que tenía en clase. Para ese año calculaba que en la escuela de niños asistían de 74 a 80 y a la de niñas de 75 a 82. Respecto del premio, se nominaron a 12 niños para aspirar a él.[77]

En 1881, ante varias denuncias presentadas por incompatibilidad, la Junta Provincial de Instrucción Pública se interesó por saber si D. Juan Gallegos, maestro como ya hemos apuntado, desempeñaba el cargo de Depositario o Cobrador de los fondos municipales y, en su caso, quién lo había nombrado.[78]

En 1885 surge otro problema, un brote de cólera que afecta a todo el país y teniendo la experiencia de como atacaban las epidemias en Fuente de Piedra, se adoptaron medidas extremas, como suspender totalmente las clases para evitar el contagio, impedir que el médico se ausentase de su puesto y que permaneciese alerta para estar presto a auxiliar a quien lo necesitase.[79]

En 1897, a Doña Josefa Fernández Borrego, maestra que había sido durante 45 años (desde 1852),  le llegó su jubilación.[80]

Al año siguiente, 1898, era nombrado maestro de niños interino D. Francisco Luque Pachón, con un sueldo anual de 412 pesetas y 50 céntimos, importe correswpondiente a la mitad de la dotación legal asignada a dicha plaza.[81]

A inicios del siglo XX, 1907, la maestra de niñas era Dª Dolores Santiago Enríquez,[82] y el maestro titular D. Miguel Fernández Hernández.[83]

En 1907, la escuela de niños, seguía situada en la calle Ancha 11, compartida con el Ayuntamiento. En agosto de ese año se trasladaba la Casa Consistorial, de una pequeña habitación en una casa particular, la del secretario, a los altos de dicho edificio, que era alquilado y propiedad de Doña Soledad Luque[84] y D. Eduardo Garnica Cobos,[85] donde estuvo hasta que el 31 de diciembre de 1911, al expirar el contrato, sin expresar motivos, informaban a la Alcaldía que fuese buscando otro lugar para impartir las clases.[86] El nuevo traslado, que en este caso fue la Escuela de niñas, se mudó a la calle Mesones nº 5, propiedad de D. Rafael Pardo Porras, que tras hacerle los arreglos necesarios fue arrendada por la maestra titular Doña Dolores Santiago Enríquez[87] para local de su escuela y casa habitación para ella y su familia. La Corporación municipal se hizo cargo de la financiación del edificio contratado por el que abonaba la cantidad de 200 pesetas anuales.[88]

El nuevo traslado duró poco; dos años más tarde el propietario del local solicitaba disponer de él al finalizar ese mismo año,[89] o sea, 1914. Pero al haberse publicado un edicto en el que se solicitaba algún local donde poder ubicar la Escuela de niñas, y casa habitación para la maestra y su familia, habiendo acordado el Ayuntamiento abonar una renta de 240 pesetas anuales, el Sr. Pardo retiró su escrito en el que solicitaba se dejase libre su local y volvió a alquilarlo en el precio de 240 pesetas, lo que le suponía un incremento de 40 pesetas sobre la renta anterior.[90]

Realmente, el problema de la ubicación de la escuela no era asunto menor y ante la grave situación que de continuo había que solventar, se acordó pedir una subvención al Estado para construir un grupo escolar donde se pudieran instalar tanto la escuela de niños como la de niñas, ya que con la escasez de edificios que había en el pueblo resultaba imposible encontrar alguno y los continuos traslados llevaban aparejados cambios continuos, sobre todo en la escuela de niñas, con el consiguiente deterioro del menaje, pérdida de enseñanza, molestias a los profesores, amén del alquiler que el Ayuntamiento tenía que pagar y las deplorables condiciones de los edificios en los que se venía instalando la escuela.[91] Ínterin llegaba la subvención, la Escuela de niños era trasladada al número 6 de la calle Ancha,[92] propiedad de doña Carmen Martín Gallardo.

La subvención tardaba en llegar y en 1918, sobre el edificio ocupado por el ayuntamiento y estación telegráfica se anunciaba una nueva subida del alquiler. Ante esta situación la Corporación decidió hacer frente al problema y fijó un precio máximo de 20.000 ptas. para la adquisición de un edificio que albergara Casa Cuartel, Casa Ayuntamiento y Casa del Telégrafo, para lo cual se publicó un edicto que fue colocado en los sitios de costumbre para conocimiento del vecindario.[93]

Se decidió que el importe fuese presupuestado durante cinco años a razón de 4.000 ptas. cada uno.[94] Un año más tarde, el 27 de octubre de 1919 se consignaba en presupuesto extraordinario la cantidad a satisfacer a la Hacienda pública en concepto de derechos reales[95] por la adquisición del edificio citado que recogía varias dependencias municipales, entre ellas la Escuela de Niñas. Con esta decisión se acababa el calvario de andar buscando edificios en alquiler para ubicar algunas dependencias municipales. Posteriormente fue adquirido también en la calle Ancha, otro local, donde quedará ubicada durante décadas la Escuela de niños.

En 1909, el Boletín Oficial de la Provincia publicaba la obligatoriedad de la enseñanza primaria desde los 6 a los 12 años.[96]

Respecto de las fiestas escolares habría que destacar la llamada Fiesta del Árbol.[97] Desde principios del siglo XX cada año se llevaba a cabo la siembra de plantones de eucaliptos y acacias en torno a la Laguneta del Cerro del Palo, con el objetivo de sanear el lugar y eliminar las fiebres palúdicas que hasta entonces venía aquejando a la población.[98] Tras los actos de siembra se daba una merienda en las Escuelas Nacionales a los niños.[99]

Páginas atrás vimos como en 1850, aunque oficialmente no existiese la plaza de maestra de miga, equivalente a preescolar, el servicio lo cubría un maestro, aunque éste no fuese titular. Dos años más tarde se creaba dicha plaza (de miga), que fue ocupada, aunque interinamente, por doña Josefa Fernández, que a su vez tuvo que ejercer de maestra, sustituyendo a don  Ramón Díaz Borrego por ausencia. En definitiva, los párvulos estaban atendidos. Por otra parte, también hemos visto que en 1866 llega la enseñanza gratuita y en 1909 la obligatoriedad de la enseñanza entre los 6 y los 12 años. A esto hay que añadir que también se daba clase a los mayores por la noche.

El 12 de enero de 1917 como resultado del concurso de traslados, era nombrado maestro titular de la escuela de niños de Fuente de Piedra D. Juan Parejo Palacios.[100] El 5 de febrero de 1917 tomaba posesión de su plaza,[101] pero poco tiempo desempeñó el cargo, pues a primero de septiembre de ese año tomaba posesión como maestro en Sierra de Yeguas,[102] y a la par, en Fuente de piedra, se incorporaba con carácter interino D. Esteban Jiménez Alcántara.[103] Al añó siguiente, el 15 de julio de 1918 ocupaba la plaza en propiedad pasó a D. Francisco Bravo Millán.[104]

Un alcalde y maestro que dejó huella en los alumnos y en el municipio fue don Remigio Rubio Tirado. En 1924 se dirigía a la autoridad municipal solicitando que, ya que daba las clases de noche gratuitamente a los mayores, corriese de parte del Ayuntamiento el pago de la luz o alumbrado de la Escuela de Adultos y el material necesario, puesto que el facilitado para todo el curso era insuficiente.[105] De D. Remigio y sus alumnos se conserva una de las primeras imágenes fotográficas del maestro rodeado de sus alumnos en Fuente de Piedra.

También en este año de 1924 se luchó intensamente contra el analfabetismo siguiendo las directrices marcadas por el delegado gubernativo del partido que, a su vez, seguía la orden dada por el Gobernador Civil Provincial. Y las fuerzas de seguridad, tanto la Guardia Civil como la Policía Municipal tenía encomendada la vigilancia de los parques, plazas y calles del municipio, evitando que los niños jugaran o deambularan por ellas en horario lectivo, responsabilizando de las ausencias a clase a sus padres o tutores. La medida fue aún más contun-dente toda vez que la circular llegaba a los maestros para que comunicasen las faltas injustificadas al Ayuntamiento, que se convirtió en garante de la asistencia actuando de forma contundente al aplicar sanciones y multas ejemplares.[106]

Por otra parte, al margen de la educación oficial existía otra particular que también recurría a los fondos públicos. En 1923 doña Carmen Ruiz López, vecina del pueblo, abrió un colegio particular de párvulos y pedía al Ayuntamiento que se le asignase una subvención, ya que la mayoría de los párvulos que recibía en su clase eran pobres y se hacía necesaria la ayuda del Cabildo para mantenerla, alegando que, con su colegio, el municipio se ahorraba una escuela.[107]

A la escuela tradicional de niños hay que añadir la de adultos, que se impartía por la noche. Al efecto, D. Remigio Rubio, el maestro solicitaba en 1926 la instalación de luz eléctrica para atender estas clases, que se impartían por la noche.[108] En 1929, D. Remigio marchaba trasladado a Espartinas, quedando como sustituto interino para el tercer trimestre D. Juan Pardo Fuentes.[109]

En abril de 1936 se solicitaba la creación de una nueva escuela con tres secciones para niñas y otras tantas para niños, así como las respectivas viviendas para los maestros, en las que Fuente de Piedra aportaría el 20% del costo total de la obra. En estas fechas, de una población de 2.595 vecinos, 380 estaban en edad escolar, con edades comprendidas entre los 6 y 14 años.[110] Pero la guerra civil paralizaría el proyecto.

La contienda alteró el ritmo de las clases. El maestro nacional de la única escuela de niños, D. José Velasco Martín, se encontraba suspenso de empleo y sueldo y sujeto a expediente. Por este motivo, para atender la Escuela de Niños fue nombrado con carácter interino D. Juan Roldán Cruz,[111] residente en Alameda, que no llegó a desempeñar el cargo ni el primer trimestre, pues el 9 de diciembre de ese año era nombrado maestro nacional provisional D. Miguel García Castilla.[112]  del que desconocemos el tiempo que permaneció en el cargo puesto que al año siguiente, la información facilitada al Inspector de Primera Enseñanza de Granada en fecha 26 de septiembre, indica la falta de maestro para el curso 1937/1938, aun habiendo sido notificada dicha falta a principio de curso.[113]

El 2 de noviembre de 1938 encontramos de nuevo a D. José Velasco Martín ejerciendo en funciones de maestro, pues había presentado una solicitud en la que «[…] se ofrece voluntariamente a dar clase a los mutilados de 7 a 9 de la noche en el local de la Escuela de Niños”.[114]

Por su parte, la Escuela de Niñas, dirigida por la Maestra Nacional Doña Dolores Santiago Enríquez, titular de dicha plaza, se desenvolvía con la normalidad que cabe esperar en unos momentos en los que el país, dividido en dos bandos, luchaba en una guerra civil. Por supuesto que el nuevo régimen político dictatorial, que no deja nada al azar e intenta controlar a toda la población, había pedido informes sobre la actitud política que se observaba en dicha maestra.[115] 

El 19 de enero de 1940 se propuso la construcción de un edificio destinado a Instrucción Primaria, que debía ser gestionado por religiosas y cuyo coste fue de 47.200 ptas. a las que hubo que añadir otras 12.400 ptas. de intereses y, aunque un año más tarde, en 1941, se acuerda por unanimidad facultar al  alcalde  accidental, Diego Reina Verdugo, para  que  proceda al pago  de dichas cantidades en los  plazos convenidos. El edificio finalmente no irá destinado a Escuela de Instrucción Primaria, sino que pasará a ser propiedad de la entidad nacional F.E.T. de la J.O.N.S. a la que por «ser identificada como organismo del Estado, lo es también del citado edificio.[116] En ese inmueble fue albergado el Ayuntamiento y todas sus dependencias, Juzgado de Paz, casa del alguacil-portero, Jefatura Local de Falange y un pequeño habitáculo que hizo la función de cárcel o cuartelillo.                 

Años más tarde, en agosto de 1959 un arquitecto de Educación tomaba las medidas para la construcción de 3 escuelas y 3 viviendas en la zona conocida como Casas Nuevas[117] que ocuparían 2.000 m2 de superficie,[118] frente a los 2.500 m2 que había sido adquiridos días antes para Casa Cuartel de la Guardia Civil.

Estas escuelas, conocidas popularmente como «Escuelas de las Casas Nuevas», dos años más tarde, en 1961, se encontraban en fase de acabado bajo la dirección del arquitecto malagueño José María Santos Rein.[119] Hecha la entrega de las 3 nuevas áulas y las 3 viviendas para los maestros, el municipio contó con tres núcleos escolares, sumándose al recién estrenado los dos vigentes hasta ese momento, ubicados en la calle Ancha, ocupando la llamada Escuela de Niños el edificio del antiguo Pósito Municipal, conocido también como Casa Panera y la Escuela de Niñas en la construcción que hoy acoge distintas dependencias del Ayuntamiento.

En lo referente a la enseñanza, dirigida desde las más altas instancias  no podemos decir fuera modélica, pero mejoró bastante respecto al siglo anterior. Las deficiencias, no obstante, quedaron compensadas con la humanidad de la mayoría de los maestros.

Tras la guerra civil, algunos maestros se la jugaban, pues tuvieron el valor de abrir las páginas de libros a la sazón prohibidos bajo la dictadura franquista.

Había clase toda la semana de lunes a viernes de mañana y tarde y el sábado, hasta mediodía.

El curso empezaba en septiembre, después de quemar el último cohete, o sea, después de la feria. Los primeros días la clase se llenaba, pero a mediados de noviembre se reducía sensiblemente. Había que coger la aceituna.

Fueron años en los que la religión estuvo, también en la escuela, muy presente.

La Sección Femenina llevó a cabo muchas actividades durante los años 50-60 del pasado siglo, dispensando cursos de costura, cocina, etc., bajo la estricta vigilancia del régimen, adoctrinando, especialmente, a los más pequeños.

En los postreros años de la dictadura, las aulas ubicadas en los tres edificios, dos en la calle Ancha, la Escuela de Niñas, la de Niños y también las del Grupo José Antonio se trasladaban al nuevo Grupo Escolar, levantado entonces a las afueras del pueblo, por poniente, tras la casería del marquesado de Fuente de Piedra. Empezaban a correr nuevos aires, llegaba la democracia y otro concepto de la enseñanza que cuarenta años más tarde no termina de cuajar.

 

[1] Maestra de miga es una expresión que aún se utiliza en muchas localidades. En Fuente de Piedra cayó en desuso. Hacía referencia a lo que se conoce como maestra de párvulos y, actualmente, pre-escolar.

[2] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1841, 15 de diciembre, doc. N.º 2039.

[3] Ibidem.  Año 1842, 15 de abril, doc. N.º 2334.

[4] AMFP. Doc. de Sec. Año 1842, doc. N.º 222.

[5] Ibidem.  Año 1840, doc. N.º 637.

[6] AMFP. Doc. de Sec. Año 1842, doc. N.º 219 y 220.

[7] Ibidem.  1844, doc. N.º 672 y Corresp. Oficial. Año 1844, 5 de octubre, doc. N.º 2719.

[8] Don Ramón fue un interesante personaje que participó en influyó de forma muy decisiva en la vida del municipio durante la segunda mitad del siglo XIX. Fue concejal, y alcalde durante un año, además de maestro de Instrucción Primaria.

[9] AMFP. Doc. de Sec. Año 1846, doc. N.º 770, 771 y 772.

[10] Ibidem.  Año 1842, doc N.º

[11] Ibidem.  Año 1848, doc. N.º 20.

[12]  Desconocemos que ocurrió con Dª Antonia Rosales, que venía ocupando la plaza de maestra de miga y desaparece sin dejar rastro. Su ausencia pudo ser debida a la edad, enfermedad o traslado, circunstancias  que apuntamos entre las posibles ya que nada podemos afirmar al no estar documentada dicha situación.

[13]  AMFP. Doc. de Sec.  Año 1850, doc. N.º 68.

[14] Ibidem.  Año 1848 doc. N.º 4. (Estadillo cumplimentado que responde en el punto noveno informando que la población dispone de un maestro de Primera Enseñanza, al que se abonan 2.000 rs. anuales.)

[15] Ibidem.  Año 1850, doc. N.º 55.

[16] El cabildo nombró interino al vecino Pedro Pachón Guerrero. Apud: AMFP. A.C. de 2 de enero de 1851.

[17] Esto no es del todo cierto. Si repasamos el año 1843 vemos como 200 fanegas de tierra que se habían puesto en explotación por algunos vecinos del municipio y se encontraban en el ruedo de Fuente de Piedra, Antequera pretendía apropiárselas, basándo su argumento en que formaba parte de sus bienes de propios, lo que motivó una reclamación en regla en la que se aducía que dichas tierras, que antes eran improductivas, habían pasado a ser cultivables gracias al esfuerzo de los vecinos de Fuente de Piedra que durante más de 30 años la habían labrado. E incluso que de los beneficios que de ella se obtenían se pagaba al maestro de primeras letras. Estamos de nuevo ante otro de los muchos casos de apropiación ilegal de tierras baldías o comunales. Sobre este particular véase el bloque temático La Tierra.

[18] En efecto esto es así, pero con anterioridad se sufragaba en parte los honorarios del maestro con el importe de la contribución de los vecinos que explotaban las tierras a que nos referíamos en la nota anterior. Ello induce a pensar que dado que la ciudad de Antequera pretendía apropiarse dichas tierras, los vecinos que las cultivaban no perdieron tiempo y las escriturarían a su nombre tras pagar las cantidades estipuladas por dicho trámite.

[19] Suponemos que el citado maestro estaría desempeñando sus funciones en otro municipio, pues hasta el año anterior 1850, hemos visto que el cargo lo ostentaba D. Fernando Pérez de Guzmán. No obstante, sería su sustituto, trasladándose a Fuente de Piedra desde su anterior destino.

[20] Desconocemos cómo podían saber de sus resultados si no había dado clase en Fuente de Piedra. Tal vez fuese recomendado desde otro lugar una vez enterado que D. Fernando López pasaba a un nuevo destino y las autoridades municipales tuviesen información del punto de procedencia.

[21] Juana Guerrero era la viuda del que había sido secretario del Ayuntamiento D. José Fernández Lechado, fallecido en 1845 y junto a D. Diego León, alcalde, se había visto envuelto en una falta de desidia por no haber comunicado a las autoridades judiciales cierta reyerta habida en el seno de un matrimonio del pueblo.

[22] En efecto, aunque se estaba imponiendo dicho sistema de medida, en Fuente de Piedra se seguirá hablando de aranzadas, celemines, fanegas, varas, estadales, etc. De hecho, este mismo año de 1851 veremos cómo existen ciertas discrepancias a la hora de adoptar unas medidas u otras, lo que resultaba muy complicado al establecer el padrón de riqueza, de forma que según la medida adoptada el propietario podía salir beneficiado o perjudicado. Cinco años más tarde seguía sin aplicarse el nuevo sistema métrico. Para conocer las más usadas en agricultura y sus equivalencias consúltese el Anexo N.º 37.

[23] AMFP. Doc. de Sec. Año 1851, doc. N.º 305.

[24] Ibidem.   Año 1852, doc. N.º 472 y A.C. de 3 de marzo de 1852.

[25] Ibidem.  Año 1852, doc. N.º 447.

[26] Observemos que dicen maestros asignados, es decir, en plural, lo que nos induce a pensar que se amplió a dos.

[27] AMFP. Doc. de Sec. Año 1852, doc. N.º 461.

[28] Lo mismo ocurría con el médico, otro colectivo que había de recurrir a la autoridad malagueña para recibir sus emolumentos.

[29] AMFP. Doc. de Sec. Año 1853, doc. N.º 11.

[30] Ibidem.  Año 1853, doc. N.º 125.

[31] AMFP. Doc. de Sec. Año 1854, doc. N.º 429.

[32] Ibidem.  Año 1854, doc. N.º 396.

[33] AMFP. A.C. 14 de abril de 1855.

[34] AMFP. Doc. de Sec. Año 1855, doc. N.º 34.

[35] Ibidem.  Año 1857, doc. N.º 359.

[36] Ibidem.  Año 1857, doc. N.º 406.

[37] Ibidem.  Año 1857, doc. N.º 407.

[38] AMFP. Doc. de Sec. Año 1857, doc. N.º 355.

[39] Ibidem.  Año 1857, doc. N.º 338.

[40] Ibidem.  Año 1858, doc. N.º 88.

[41] AMFP. Doc. de Sec. Año 1859, doc. N.º 357.

[42] Ibidem.  Año 1859, doc. N.º 358.

[43] Ibidem.  Año 1859, doc. N.º 388.

[44] Ibidem.  Año 1860, doc. N.º 126.

[45] Ibidem.  Año 1860, doc. s/n.

[46] Ibidem.  Año 1861, doc. N.º 206.

[47] AMFP. Doc. de Sec. Año 1861, doc. N.º 210.

[48] AMFP. Doc. de Sec. Año 1861, doc. N.º 279.

[49] AMFP. Doc. de Sec. Año 1861, doc. N.º 260.

[50] AMFP. Doc. de Sec. Año 1862, doc. N.º 7.

[51] AMFP. Doc. de Sec. Año 1862, doc. N.º 114.

[52] AMFP. Doc. de Sec. Año 1862, doc. N.º 116.

[53] AMFP. Doc. de Sec. Año 1862, doc. s/n.

[54] D. Juan Duarte era el barbero del pueblo.

[55] AMFP. Doc. de Sec. Año 1862, doc. s/n.

[56] Ibidem.  Año 1862, doc. N.º 59.

[57] El mismo que en 1858 había tenido problemas con las autoridades municipales del momento, pero ahora, con nuevo alcalde y otras circunstancias,se  recurría a él como únca salvación.

[58] AMFP. Doc. de Sec. Año 1862, doc. N.º 88.

[59] Ibidem.  Año 1862, doc. N.º 8.

[60] Ibidem.  Año 1862, doc. N.º 58.

[61] AMFP. Doc. de Sec. Año 1862, doc. s/n.

[62] AMFP. Doc. de Sec. Año 1862, doc. N.º 24.

[63] AMFP. Doc. de Sec. Año 1863, doc. N.º 306, y A.C. de 11 de febrero de 1863.

[64] AMFP. Doc. de Sec. Año 1863, doc. N.º 281.

[65] AMFP. Doc. de Sec. Año 1863, doc. N.º 223.

[66] AMFP. Doc. de Sec. Año 1866, doc. N.º 183 y Año 1867 doc. N.º 273.

[67] AMFP. Doc. de Sec. Año 1867, doc. N.º 462 y A.C. de 29 de enero de 1868.

[68] Ibidem.  Año 1867, doc. N.º 461.

[69] Ibidem.  Año 1867, doc. N.º 275.

[70] Ibidem.  Año 1867, doc. N.º 406.

[71] Ibidem.  Año 1867, doc. N.º 276.

[72] AMFP. Doc. de Sec. Año 1868, doc. N.º 184.

[73] Ibidem.  Año 1868, doc. N.º 214.

[74] Ibidem.  Año 1872, doc. N.º 330.

[75] Ibidem.  Año 1874, doc. N.º 214.

[76] Ibidem.  Año 1874, doc. N.º 213.

[77] AMFP. Doc. de Sec. Año 1878, doc. N.º 258.

[78] AMFP. Doc. de Sec. Año 1881, doc. N.º 421.

[79] Ibidem.  Año 1885, doc. N.º 193 y A.C. de 6 de septiembre de 1885.

[80] Ibidem.  Año 1897, doc. s/n de 28 de junio.

[81] Ibidem.  Año 1898, doc. s/n de 14 de junio.

[82] AMFP. Libro de Actas de las Sesiones Ordinarias y Extraordinarias. Años 1906-1908.

[83] Ibidem. 

[84] Ibidem.  Sesión de 1 de diciembre de 1906.

[85] Ibidem.  Sesión de 1 de agosto de 1907.

[86] Ibidem.  Año 1911, fol. 12.

[87] Por los datos del registro del censo, en 1919 aparece domiciliada en calle Mesones N.º 5, y vecina en el municipio desde hacía 10 años, lo que nos lleva a pensar que su llegada al pueblo fue debido a la consecución de la plaza de Maestra de Instrucción Primaria y debió ser en 1909 su toma de posesión.

[88] AMFP. A.C. de 28 de febrero de 1912.

[89] AMFP. Libro de Actas de la Sesiones. Año 1913, fol. 45v.

[90] AMFP. A.C. de 23 de diciembre de 1914.

[91] AMFP. Actas capitulares Año 1913, fol. 49v.

[92] Ibidem.  Año 1914, fol. 89.

[93] AMFP. Corresp. Oficial, Año 1918, 22 de septiembre, doc. N.º 5627.

[94] AMFP. A.C. de 14 de marzo y 26 de septiembre de 1918.

[95] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1919, 27 de octubre, doc. N.º 5637 y 5638.

[96] Boletín Oficial de la Provincia N.º 181 de 23 junio 1909. Apud: AMFP. A.C. 7 de  agosto de 1909.

[97] Sobre esta fiesta su desarrollo y alcance véase el capítulo del mismo nombre en el bloque temático Las Fiestas.

[98] Véase el capítulo: Salud Pública.

[99] AMFP. A.C. de 12 de febrero de 1913. En 1915 el presupuesto ascendió a 452,60 ptas. de la época. La merienda fue servida por el cafetero D. Juan Doblas Ruíz.

[100] AMFP. Corresp. Oficial, Año 1917, 20 de enero, doc. N.º 5602.

[101] AMFP. A.C. de 17 de febrero de 1917.

[102] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1917, 5 de septiembre, doc. N.º 5603.

[103] AMFP. A.C. de 21 de septiembre de 1917.

[104] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1918, 15 de julio, doc N.º 5628.

[105] En 1923 el presupuesto ascendía a 60 ptas. para todo el curso. Cantidad totalmente insuficiente para sufragar los gastos originados por el alumbrado, tinta, pluma, tiza, papel y demás material necesario. Apud: AMFP. A.C. 16 de octubre de 1924.

[106] AMFP. A.C. 23 de octubre de 1924.

[107] Ibidem.  22 de  abril de 1926. Se acordó subvencionarla con 350 ptas. anuales, advirtiéndole que no admitiese más alumnos que los que no tuvieran edad escolar, dirigiendo los que la tenían a las escuelas nacionales.

[108] AMFP. A.C. 14 de octubre de 1926.

[109] AMFP. Corresp. Oficial, Año 1929, 12 de abril, doc. N.º 5761.

[110] AMFP. A.C.  22 de abril de 1936.

[111] AMFP. Libro de Reg. de Corresp. Año 1936, 5 de septiembre.

[112] AMFP. Libro de Reg. Corresp. Año 1936, 9 de diciembre.

[113] AMFP. Doc. Varios. Año 1937. doc. N.º 2030.

[114] AMFP. Libro de Reg. Corresp. Año 1938, 2 de noviembre. Aunque quede la duda, dado el momento en que esto ocurre y habiéndolo ejercido con anterioridad al inicio de la Guerra Civil, de maestro de escuela  en el municipio, siendo suspendido de empleo y sueldo y expedientado, esa solicitud prestándose voluntariamente a dar clases nocturnas puede responder al deseo de alejar un pasado sospechoso del que  la dictadura recién llegada podría pedir cuentas. Actitud además muy común en esos momentos, que, según la situación del individuo terminaba por derroteros muy distintos. Uno de ellos era alistarse a la División Azul, y así despejar dudas sobre un pasado que podía traer serios problemas posteriores.

[115] AMFP. Libro de Reg. Corresp. Año 1936, 26 de septiembre.

[116] Para más detalle véase el Anexo N.º 30.

[117] AMFP. A.C. de 18 de agosto de 1959.

[118] Ibidem.  de 21 de diciembre de 1959.

[119] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1961, 20 de enero, doc. N.º 6812.

 

 

Fragmento de Historia Temática Villafontense

Capítulo.- Servicios Públicos

La Escuela Pública.

Francisco Muñoz Hidalgo

(Obra en composición)

 

Versión para imprimir | Mapa del sitio
© generacion-ranos54-55.com