A los cuatro meses del inicio de la guerra civil española, el bando nacional establece un impuesto por ley llamado «Plato Único» que consistió
en servir en los restaurantes, establecimientos hosteleros y casas particulares de comidas un solo plato los días 1 y 15 de cada mes, aunque el comensal pagaba la comida entera. El establecimiento
llevaba una lista de los clientes atendidos y abonaba al menos el 25% de lo recaudado.
Lo que empezó siendo dos veces al mes pasó en julio de 1937 a semanal, incluyendo también el «Día sin Postre». Más tarde, el
impuesto afectó también a los domicilios. Con el dinero obtenido se financiaban comedores de beneficencia, casas cuna, orfelinatos, etc. El cumplimiento del «Día del Plato Único» era obligatorio y el
que se negaba era tachado de desafecto al Movimiento, multado, o lo más grave, podía ser incluido en una de las muchas «listas negras» como malos patriotas, además de acarrearle otros perjuicios. Ya
terminada la guerra civil, el 22 de enero de 1942 este impuesto era suprimido.
Dicho esto, en Fuente de Piedra empezó a gestionarse el «Plato Único» el 25 de noviembre de 1936, a partir de unas charlas
radiofónicas que invitaban a ello y en las que también intervino el propio general Queipo de Llano. El régimen también se valió de cuñas de radio, anuncios en prensa o bandos que, como parte del que
reproducimos de un diario salmantino, nos ilustra del alcance y consecuencias a que se arriesga, no sólo el restaurante o establecimiento hostelero, también cualquier vecino que no participase, pues
el bando va dirigido a toda la población. Por su extensión sólo reproducimos lo más llamativo:
«El próximo 1º de Diciembre, se servirá en cada hogar, a las horas de la comida y de la cena, un solo plato, con pan, fruta.[…] esta regla, que es general y obligatoria.
A los particulares se les entregará un recibo a domicilio,[…] estos recibos se pasarán a domicilio el próximo día 2, […] y la cantidad que en ellos fijen, servirá de tipo para las sucesivas
recaudaciones.
Se encarece a los cabezas de familia que tengan dispuesta la cantidad con que hayan de contribuir,[…] Se advierte a las personas que no cumplan lo preceptuado […] que sus nombres serán publicado en la prensa local, siendo
incluso sancionados económicamente.»
Con lo expuesto hasta ahora ya tenemos una idea de cómo va la cosa. Veamos qué ocurrió en Fuente de Piedra. Pasados
unos meses, algunos vecinos no había abonado dicho recibo o lo habían hecho con menos importe, lo que provocó la enérgica intervención de la Corporación Municipal que
acordó:
«[…] pasar quincenalmente a los vecinos que contribuyen a la suscripción Plato Único los recibos con arreglo a la cuota con que venían contribuyendo en meses
anteriores excepto a aquellos que notoriamente contribuyen con una cantidad inferior a la que por su situación económica les corresponde, invitándoles a que aporten la cantidad debida, que de no
hacerlo será señalada por esta Gestora.»
El dinero recaudado era entregado a la Comisión de Señoras de la «Organización Margaritas», que fue quien creó, organizó y se encargó
del mantenimiento del comedor de caridad, nombrándose a D. Diego Montero León, delegado para tratar con la « […] Junta de Señoras encargadas de la Administración e inversión de las cantidades
recaudadas por el Plato Único». A simple vista, D. Diego, vio que era insuficiente el importe recaudado para atender la demanda del comedor y otros fines benéficos que las
«Margaritas» atendían y como la situación se agravaba por días, propuso a la Comisión Gestora buscar otros medios de financiación que cubriesen estos gastos, especialmente los de
comedor.
El comedor, como hemos dicho más arriba fue creado, organizado y atendido por la «Organización Margaritas»,
presidida por Doña Rosario Luque, viuda de Checa quien, ante la imposibilidad de facilitar un edificio el Ayuntamiento, había aportado un local de su propiedad donde quedaron recogidos los huérfanos
que estaban en situación de total desamparo, motivado por la guerra que se venía padeciendo.
En menos de un año, desde el inicio de la guerra civil a abril de 1937, en esos 8 meses, son 50 los huérfanos de padre y madre que
hay en Fuente de Piedra, 30 de ellos recogidos por algún familiar, pero los 20 restantes están solos y desprotegidos. En una de las actas capitulares ya se anuncia que: « […] los niños sin padres
cuando termine la guerra formarán legión.»
Y si algo se está haciendo a favor de ellos es gracias a: «[…] la agrupación “Margaritas” que con altruismo digno del mayor elogio abrieron un
comedor benéfico en que se alimentan los niños necesitados.»
He aquí uno de los resultados más dolorosos y vergonzosos de toda contienda: el sufrimiento de los más inocentes. No ha pasado un año desde el inicio de la guerra y un pueblo que
no alcanza los 3.000 habitantes, ya cuenta con medio centenar de huérfanos. Cuando termine la guerra, en enero de 1940, serán 35 los que estén totalmente desprotegidos y necesitados de auxilio social
por haber fallecido sus padres, encontrarse detenidos o no tener quienes les atiendan.
La «Organización Margaritas» se encargó de atender a estos huérfanos. Les dio asilo, alimento y en la medida de sus posibilidades cubrieron
sus necesidades básicas, aliviando su trágica situación. Su actuación, un tanto al margen de los dictados de la F.E.T. (Falange Española Tradicionalista), pues esta agrupación iba por libre, provocó
algún que otro incidente con la autoridad municipal. Pero no nos extendemos más. Esa es otra historia.