FUENTE DE PIEDRA
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Iglesa parroquial Nuestra Señora de las Virtudes de Fuente de Piedra
Tras la reconquista del lugar en 1462 se expulsó a la población «mora» que habitaba el lugar y se prohibió construir casa alguna en la zona. De esta forma, los edificios existentes, que debían ser pocos y de baja calidad su fábrica, al quedar abandonados fueron arruinándose al paso del tiempo. Habrían de pasar 85 años[1] hasta que se permitiese construir las primeras viviendas alrededor de la fuente que dará nombre al arrabal dependiente de Antequera.
Hubo una excepción: treinta años antes de que el pueblo actual se levantara, es decir, en 1513, aunque se mantenía plenamente la prohibición para edificar, dada la circunstancia que concurría (afluencia de gente a tomar las aguas de la Fuente de la Piedra), se dio licencia a un ermitaño para que se construyese casa anexa a la ermita existente.
Si desde la reconquista estaba prohibido todo tipo de construcción, esa ermita existente debía estar ya construida y, por tanto, hablaríamos con más propiedad si dijéramos mezquita existente, juzgando por el culto practicado por sus anteriores moradores, expulsados en 1462 por Rodrigo Ponce de León tras la batalla del Madroño.
Hubo más de un intento de construir habitaciones para albergar a los enfermos que al lugar acudían. Pero cuantas veces lo intentaron, otras tantas fueron eliminadas dichas construcciones y sancionados con elevadas multas los que osaron construirlas, desobedeciendo lo ordenado por el concejo antequerano. Sólo, repetimos, se permitió en 1513 a Pedro de la Cámara[2] levantar una pequeña casa junto a la ermita para atender el culto, cuando, a la sazón, aún no había nacido el pueblo de Fuente de Piedra. Tardaría aún treinta años hasta que se empezaran a levantar las primeras viviendas. Pero no fue obstáculo para que aquella ermita fuese eclesiásticamente depen-diente de la de Mollina y ambas a su vez de Antequera.[3]
La primera documentación escrita que habla del templo, al que llama iglesia, lo tenemos en Ambrosio de Morales, que en su Descripción General de España, dice:
«[…] Quando la llevan lexos, un Escribano dá testimonio de la persona, día, mes y año en que se cogió el agua, y después el Cura de la Iglesia sella los cántaros para que no se pueda abrir sin sentirse; y Escribano y Cura hay porque poco a poco […].»[4]
Cuando Morales toma sus notas (1574) el pueblo ya tiene casi treinta años de existencia, pues su primera publicación[5] fue en 1575, de lo que deducimos que, como muy tarde, seis décadas después de la llegada de Pedro de la Cámara, (1513-1577), el edificio pasó de la categoría de ermita a la de iglesia, y como en aquella época la religión constituía un estilo de vida,[6] podemos reducir ese período a la mitad, unos treinta años, coincidiendo con el nacimiento del pueblo actual, es decir, hacia 1547, toda vez que Morales afirma también que había cura en su Antigüedad de las ciudades de España.
Un siglo más tarde, hacia 1650, disponemos de otros datos importantes. El templo es de una nave, con el Sagrario ubicado en el altar mayor y, a sus lados, un crucifijo y una imagen de la virgen del Rosario, según detalla en el capítulo 81 de su Historia de la antigüedad y nobleza de la ciudad de Antequera, García de Yegros, que escribe:
«Una legua más adelante está la población que dicen la Fuente de la Piedra, que es de más de cien vecinos. Hay en ella su Parroquia, y es la Iglesia de una nave, y en su altar mayor está el Sagrario; y tiene dos altares colaterales; en el del lado del Evangelio está un Crucifijo, y en el de la Epístola, Ntra. Señora del Rosario, con su cofradía. Sirven esta Parroquia un cura y un sacristán, cuya provisión es del Prelado. Y por cuanto es muy enfermo este lugar, por razón de los vapores de la Laguna salada que allí está, suele estar sin Cura, por no haber quien quiera serlo; en este caso, sirven el curato los curas de Mollina.»[7]
Aquel templo, que naciendo mezquita pasó a ermita, más tarde, en 1671, se constituirá en la nominada oficialmente Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de las Virtudes, según queda expresado en los documentos que se cursaron para conseguir la titularidad de la patrona, lo cual supuso un enorme esfuerzo para vencer las trabas y dificultades que el Obispado de Málaga puso, consiguiéndose pleno iure (jure) en 1671.[8]
En lo que a sus dimensiones respecta, debieron ser algo más pequeña que las del templo actual, si bien, entonces incluía el Cementerio, que sería trasladado a mediados del XIX a su ubicación actual[9] y hasta entonces, se extendía hacia el sur, ocupando parte de las actuales dependencias ocupadas por el patio, casa-hermandad y nave lateral izquierda, prolongándose hacia el patio de propiedad particular más próximo. Ubicado al sur del edificio.
Respecto de la administración del templo, en 1723, el folio 376 del Protocolo de Padres Trinitarios de Antequera dice:
«El 17 de Enero de 1723, murió en este nuestro convento el P. Fray Juan de la Purificación, religioso sacerdote y profeso de nuestra Sagrada Religión, natural de esta ciudad, de cuarenta años y de hábito veinticuatro; fue religioso de amable condición y de caritativo genio, observante de los tres votos esenciales. Asistió muchos años en el lugar de Fuente de Piedra, donde consiguió muchas limosnas para este convento y miró siempre por sus adelantos. Padeció por espacio de tres años un penoso accidente de orina, que habiéndole formado una úlcera e inflamación interna, le quitó la vida habiéndose dispuesto como verdadero religioso, y hecho confesión general para recibir los santos sacramentos. Fue enterrado su cuerpo en el terrizo de la bóveda de la Iglesia, al lado de la epístola, en la segunda sepultura, arrimada a los nichos.»[10]
Padres de esta orden religiosa asistieron la Iglesia de Fuente de Piedra. El apellido Mansilla Lasso de Castilla tuvo el patronato de la Iglesia y convento de Padres Trinitarios de Antequera, siendo los ascendientes de los más tarde, Condes del Castillo de Tajo, muy vinculados a Fuente de Piedra.
Eclesiásticamente, Fuente de Piedra siempre ha dependido de la Diócesis de Málaga. Si bien hubo un período en el que Antequera perteneció al Cabildo Metropolitano de Sevilla; lapso de tiempo abarca desde la Reconquista de la ciudad en 1410 a 1430, fecha en que fue reclamada por el prelado de Málaga. Al respecto, F. Guillén Robles, en su Historia de Málaga y su Provincia, dice :
«Expugnada Antequera en 1410, su administración eclesiástica quedó a cargo del Cabildo Metropolitano de Sevilla, pero hacia 1430 nombrado Don Fernando de Vergara para la sede titular malacitana, pretendió regir la Iglesia antequerana como parte integrante de su diócesis: resistiéronse los canónigos de Sevilla y sometida la cuestión a la autoridad pontificia reconoció esta los incontestables derechos que asistían al prelado malagueño.»[11]
En dicho período de tiempo (1410-1430), el poblado existente en Fuente de Piedra (Castillejos-Villares), aún permanecía en manos musulmanas. Su liberación se producía en 1462, fecha en que pasó a depender de Antequera que, a su vez, ya pertenecía a la Diócesis de Málaga.
Años más tarde, los Reyes Católicos darían límite al Obispado de Málaga, marcando el término villafontense sus confines por el norte. Esta delimitación fue recopilada por García de la Leña en sus Conversaciones, escribiendo «[…] confina por el Oriente, y Norte con el Arzobispado de Granada desde Maro hasta Archidona: desde esta Villa hasta el Lugar de Fuente de Piedra, con la Vicaría de Estepa, con tierras de Benamejí, que […]»[12] Aclarando en otro lugar «[…]Siguiendo por el Septentrión, partiendo término con parte del Obispado de Córdoba, Benamejí y Estepa, son confinantes los Lugares de Cuevas Altas y Baxas y Fuente la Piedra: entre este, Olbera, Cuevas del Becerro, Zerrato, y el Burgo, entra una manga del Arzobispado de Sevilla hasta Hardales.»[13]
A tenor de lo expuesto, es obvio que el nuevo núcleo urbano surgido en 1547, bautizado con el nombre de Fuente la Piedra, pertenece desde su fundación a la Diócesis malagueña.
Con relación a este asunto diremos que hubo un intento de formar un Obispado independiente en Antequera que incluía desde Archidona hasta Olvera, con Benamejí, Cuevas Altas, Bajas, Fuente de Piedra, etc., intento que no llegó a cuajar.
El templo se mantuvo en uso hasta que quedó amenazando ruina tras el terremoto que tuvo lugar el día de la Natividad de 1884.[14] Por los libros de Cuentas de Fábrica sabemos que un 33,30% del presupuesto que proveía a la parroquia era destinado a las reparaciones del mismo y com-pra de enseres, ornamentos y otros, como cera, incienso, etc.
Por la copia de un catastro, posterior al del Marqués de la Ensenada, que tiene fecha de 1770, sabemos que algunos propietarios de fincas urbanas o rústicas pagaban un tributo a la Iglesia parroquial para el sostenimiento del templo y el curato del momento. He aquí algunos fragmentos que expresan estas donaciones.[15]
Aún siendo muchos los casos, no nos extendemos más.
Todo esto influyó notoriamente a que el templo, con las continuas reformas que le fueron practicadas año tras año, se convirtiese en el lugar más acomodado del pueblo. Al respecto, cuando se procedió a celebrar en 1788 el cabildo abierto para la ejecución de la Instrucción sobre el Pósito, construcción de la Casa-Panera y fuente pública (esto ocurre en esos años en los que las epidemias hacían verdaderos estragos entre la población), el templo fue considerado el lugar más apropiado para reunir a la población de Fuente de Piedra. En dicha Instrucción leemos:
«[…] se haga en la Población de Fuente de Piedra deste Término y Jurisdicción la Junta del Consejo abierto que se previene de todos sus vecinos, para lo cual señala su señoría el dia Domingo y quarto de la próxima venidera Pascua de Navidad, veinte y ocho deste mes después celebrados los Divinos Oficios y se efectue en el propio modo la Conbocatoria que se hace para las Elecciones de Vocales para las de Síndico Personero y Diputado del Común a son de campana tañida y además por citación y notoriedad de edicto cuia Junta se celebre en la Iglesia Parroquia por ser el sitio más desente y cómodo que hay en la citada población para semejante acto pasándose para ello el oficio correspondiente al Sr. Reverendo Cura Párroco y para presidirla […].»[21]
Medio siglo más tarde, en 1836, siendo cura párroco D. Francisco José Sevillano,[22] tiene lugar la desamortización eclesiástica de Mendizábal, pasando el sostenimiento de la Iglesia a cargo del Ayuntamiento, pues aquella desamortización trajo consigo, entre otras cosas, que el Estado asumiera los gastos de la iglesia. En Fuente de Piedra, como en el resto de España, fueron los ayuntamientos[23] los que tuvieron que hacer frente al presupuesto de la iglesia y sus ministros.[24] A estos efectos apareció un nuevo impuesto llamado de Culto y Clero, destinado a satisfacer dicho gasto. El cupo asignado y distribución del mismo para sufragar los gastos durante quince meses, queda recogido en el documento que bajo el nombre: Fuente de Piedra. Año 1843 - Repartimiento original del Culto Divino y obra de la Iglesia Parroquial, en el que leemos:[25]
«Acuerdo: En la Población de Fuente de Piedra en el día primero del mes de Febrero de mil ochocientos cuarenta y tres, reunido su Ayuntamiento como lo hace de costumbre, por ante mí el Secretario, Dijeron: que para cumplir con lo que dispone el artº 5º de la Instrucción adicional de la Ley de 14 de Agosto de 1841 y demás disposiciones de S. E. la Diputación provincial de esta Provª, acuerda proceder a la formación del presupuesto de gastos para el culto parroquial; y teniendo para ello a la Vista el pedido pasado por el Sr. Cura Párroco a esta corporación, y demás datos que han podido adquirirse, se procedió al cupo de quince meses que concluyen en fin de Diciembre del corriente año y es en la forma siguiente=
Para el culto de la Parroquia:
Para 35 libras de cera a diez rs. 350
Palmas y ramos en su festividad 12
Para seis arrobas de aceite a 35 rs. 210
Para la conducción de los Stos Oleos
desde Málaga a Antequera 31
Parte pontificia: (Dotación al Sacristán)
Para 8 fanegas de trigo a 40 rs. 320
De oblata o sean mrs. de Sacristía 66
Gastos menores de fábrica:
Para el Estero y desestero de la parroquia 6
Para algodón, escobas y reondeles 6
Para blanqueos de cal 14
Para cuatro conducciones de cera, 24
Para conducción de los Santos Oleos y
cédulas desde Antequera a esta 6
Suma total 1.207 rs.
En 1838 D. Manuel María Labrador es el cura párroco de Fuente de Piedra, asistido por el coadjutor D. José Duarte,[26] que ocupará el cargo de cura párroco un año más tarde, al ser desterrado por sentencia del Tribunal Eclesiástico,[27] el titular de la parroquia. Para sustituir a D. José Duarte, que hasta entonces había venido haciendo funciones de coadjutor, se nombró coadjutor a D. Francisco Muñoz y Muñoz.[28]
La relación Iglesia-Ayuntamiento no pasaba por sus mejores momentos, de una parte a consecuencia de la desamortización; de otra, la llegada al poder de los progresistas. Se vivieron momentos muy tensos, produciéndose situaciones muy lamentables que tendremos oportunidad de ir detallando en las páginas siguientes. De entrada, el párroco había solicitado que el Ayuntamiento le proporcionase una casa, a la que tenía derecho según la ley vigente y se le había prometido la que habitaba el sacristán. Pero el sacristán, Juan Villalobos,[29] no estaba dispuesto a abandonarla. Ante esta situación, el cura anduvo de pensión en pensión y exigía enérgicamente que se atendieran sus derechos, añadiendo que no estaba dispuesto a compartirla con el sacristán, insistiendo en «[…] el derecho que me asiste me ampare en la posesión formal de dicha casa con exclusión de toda vecindad por ser conforme a justicia que pido.»[30]
El Ayuntamiento hacía oídos sordos a esa petición y el párroco optó por dirigirse a instancias superiores. Desde ellas le llegó la reprimenda al alcalde al que se le exigió que facilitase al cura la casa contigua a la Iglesia. A partir de este momento se empezó a llamar casa del cura a la colindante con la propia parroquia. Durante el tiempo que duró esta petición, aunque por poco tiempo y sin que sepamos, aunque sospechemos, a que razones fue debido, durante cincuenta días, desde el 19 de septiembre al 7 de noviembre de 1841, un nuevo párroco, D. José Muñoz Santana, desempeña sus funciones en la iglesia parroquial de Fuente de Piedra.[31] Ante esta situación cabe preguntarse: ¿Sustituyendo a D. Francisco Muñoz? Y si es así, ¿Cuál fue el motivo?
Llama la atención que el cura que solicitaba todo esto no fuese el titular de la parroquia, sino el coadjutor, que sustituía a su vez a D. Manuel María Labrador, que sufría destierro por orden del Tribunal Eclesiástico.[32] Su ausencia fue suplida por D. José Duarte y la vacante dejada por este, ocupada por D. Francisco Muñoz y Muñoz, eclesiástico, vecino y natural de Colmenar, que es quien se pasó todo el tiempo de su estancia en Fuente de Piedra solicitando se le habilitara una vivienda individual, no compartida con el sacristán, mientras el templo se venía abajo y el Ayuntamiento le entregaba 400 reales a cuenta de la asignación de culto y clero.[33] Teniendo en cuenta que en septiembre de 1840 tiene lugar un profundo cambio político derivado de la llamada «Revolución de 1840», en dicho contexto, el gobernador civil, mediante nota reservada y urgente, solicitaba información sobre la persona de dicho párroco,[34] a lo que la Corporación contestó:
«… debemos manifestar a V. S. que el enunciado Sr. cura es liberar y adicto a las instituciones que felizmente nos rigen; y por jamás se le ha observado cosa que pueda desmerecerle del título de buen ciudadano tanto en lo civil como en lo político. Todo lo que manifiesta a V. S. esta Corporación, no deteniéndose a hablar de las demás virtudes que adornan a dicho párroco en las funciones de su ministerio…»[35]
El expediente de 1843 que anualmente se venía haciendo desde 1841, año en que entrara en vigor la Ley de 14 de agosto,[36] por la que se obligaba a los ayuntamientos a sufragar los gastos ocasionados por el culto, el clero y las reparaciones de la iglesia, dice con relación a un oficio cursado por D. José Duarte sobre el mal estado del templo:
«En el día seis del mes de febrero de mil ochocientos cuarenta y tres, reunidos en cabildo público los Señores de su Ayuntamiento que son, a saber: D. José de Rojas de la Torre Alcalde y Presidente, D. Diego León Regidor 1º, D. José Navarro 2º y D. Ramón Díaz, Síndico por ante mí el Secretario dijeron: han reconocido la necesidad de obra que necesita esta única Iglesia Parroquial, consecuencia del oficio que había pasado el Sr. cura, el cual obra por cabeza de este expediente y teniendo a la vista la obligación que impone a este ayuntamiento la Ley de 14 de Agosto de 1841 en su artº 5º de la instrucción adicional a la misma, acuerdan su cumplimiento, para cuyo objeto mandaron que el Maestro Albañil D. Francisco Moreno vecino de la Villa de Mollina, reconozca esta Igle-sia parroquial y forme como perito el presupuesto de la obra que se necesite dándolo por comparecencia a esta continuación; para lo cual por el presente secretario se le haga saber. Así lo dijeron, firmaron y señalaron de que Certifico. [siguen firmas].»[37]
Puestos en contacto con D. Francisco Moreno, maestro albañil, después de reconocer el templo, su dictamen fue:
«[…] por ante mi, el Secretario de Ayuntamiento y del Sr. Alcalde Presidente, compareció el Maestro Albañil de la Villa de Mollina, D. Francisco Moreno, residente trabajando en esta y dijo: Ha examinado esta única Iglesia Parroquial, y para recurrir al el estado ruinoso en que se encuentra la nave principal y mayor de la misma se necesitan los efectos y trabajos de operación siguientes:
Real de Vellón
Cuarenta vigas de cinco varas
cada una a diez reales … … … …. …. 400
Veinte y cinco cargas de caña a diez reales… … … 250
Seiscientas tejas a 20 reales el 100 … … … … 120
Porte de estas desde Antequera … … … … … … 60
Trescientas fanegas de Yeso a 3 reales
incluido su porte … … … … … … … … . .900
20 docenas de madejuelas a 2 reales … … … … 40
Trescientos ladrillos a 30 reales [el ciento] … … 90
Porte de ellos desde Antequera … … … … … 40
Treinta días de trabajo del Maestro director
de la obra a 11 reales . … … … … … … … … … 330
Otros nueve días para un oficial a nueve reales 270
Tres jornaleros diarios para el arrimo de
materiales a 5 rs. cada uno … … … … 450
De espuertas, cubetas y canjilones … … … 80
Para clavar las vigas 100 clavos de
a real cada uno … … … … … … … … … 100
Suma … … … … … … … … ..… 3.130
Así lo dijo y lo firmó con el Sr. Alcalde Presidente de que yo, el Secretario, Certifico. [siguen firmas].»[38]
Aprobado el presupuesto por la Diputación Provincial el 4 de marzo de ese año, se procedió al repartimiento para recaudar los fondos necesarios y acometer la reparación, que con los trámites y demás gastos ascendió a 4.587 reales y 17 maravedíes.
De las hermandades o cofradías locales que poseían tierras en el propio término villafontense figuran la del Santísimo Sacramento, Las Ánimas, San José y Nuestra Señora del Rosario,[39] según reza en unos documentos[40] datados en 1848, de los que hemos tenido conocimiento a través del siguiente asunto. En 1836 se produjo la desamortización eclesiástica, de forma que las propiedades de la Iglesia pasaron al Estado que las fue vendiendo para sanear las arcas del Tesoro Público y salir de la bancarrota. Años más tarde, ciertos bienes fueron devueltos a la Iglesia. Entendemos que las propiedades de la Cofradía fueran devueltas, pero ¿a quién, si la Cofradía desapareció tras la expropiación? El tiempo fue pasando y un vecino intentó aprovechar la coyuntura y hacerse con la propiedad, aunque no le salió bien el negocio. El Administrador de Fincas del Estado de la Provincia de Málaga le contestaba que la finca en cuestión estaba registrada a nombre de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Fuente de Piedra, según constaba en la relación que el hermano mayor de dicha Cofradía, con intervención del Ayuntamiento y del cura párroco, dio el 22 de septiembre de 1841. De esta forma quedaba desarmado el atrevimiento del vecino, aunque el Administrador de Fincas del Estado le invitaba a insistir en ello, terminando su comunicación en los siguientes términos: «[…] No obstante si el interesado quiere sostener su reclamación puede hacerlo acompañando los documentos que obren en su poder.»[41]
Más arriba hemos visto que la relación del párroco con el Ayuntamiento no era lo buena que cabía desear, entre otros asuntos, por la casa que exigía el cura y el alcalde no le asignaba. Solucionado el problema de la vivienda, el cura no la ocupó, pues fijó su residencia en Humilladero, donde se refugió, bien porque le trataran mejor, bien por no verle la cara al sacristán, con quien, como ya sabemos, no estaba dispuesto a compartir vivienda.
El enfrentamiento entre el alcalde y el párroco lo provocaban varios asuntos pendientes, y ambos personajes, en la medida de lo posible, se evitaban. Prueba de ello es que una documentación que había que entregar al párroco, procedente de Málaga y girada por el gestor que administraba los asuntos en la capital, el cual debía estar al tanto de todos los «chismes» del pueblo, incluía una coletilla junto a la petición de entrega que decía:
“[sic] si V. ve que el Sr. Cura se ha de resentir porque V. se lo dé puede entregárselo al Sr. Comandante y darle un recadito de mi parte, haya cinsera amistad les aconsejo a Vds, pues no conocen VV lo que pierde un pueblo en donde no hay paz.»[42]
Al parecer, la paz tardó en llegar. Para tensar aún más la situación, a las arcas municipales, de por sí poco boyantes, el obispado pedía su parte, es decir, las bulas,[43] porque con ellas se financiaba una parte de las dotaciones del culto y clero.
También existía una partida presupuestaria destinada a Beneficencia. Desconocemos que cantidad manejaba, si es que llegó a manejar alguna. Lo cierto es que dicha institución fue conocida como Junta Municipal de Beneficencia, siendo vocales las fuerzas vivas del municipio, a saber: el párroco, dos regidores (alcalde y teniente de alcalde), el médico y dos vecinos pudientes.[44] Esta Junta de Beneficencia se formaba cada dos años y por ella sabemos que en 1854 no había médico[45] en Fuente de Piedra, por lo que se constituyó dicha Junta sin él. Sin embargo, ahora, el titular de la parroquia era D. Francisco de Asís Robles,[46] que no dudó en poner en conocimiento del consistorio el estado ruinoso en que se encontraba el templo.
Pedido un informe sobre la situación del edificio a través del perito público residente en Mollina, D. Francisco Moreno, que confirmó el mal estado del edificio, el cabildo solicitó, a su vez, se hiciese un nuevo informe sobre su estado y un proyecto del gasto que su reparación ocasionaría, para solicitar los correspondientes fondos a quien correspondiera. Si bien, para que los vecinos del pueblo pudieran contribuir con la limosna que consideraran conveniente, se abrió una suscripción voluntaria que se hizo pública a través de un edicto que se colocó en la plaza de la villa, o sea, El Prado.[47] Pero esta decisión fue tomada el 14 de julio de 1854, y una semana más tarde, el 22 de julio, Fuente de Piedra se unía al alzamiento nacional protagonizado por el general Leopoldo O´Donnell,[48] que dio paso al llamado Bienio Progresista (1854-1856). De esta guisa, las reparaciones del templo quedaron en suspenso al haber quedado anulado el acta en la que se recogía esta intención. Pero dado que la situación del templo era muy precaria, el miércoles 18 de octubre de ese año, el Consistorio hacía suyo el acuerdo tomado tres meses antes. Volvía a colocar un edicto en El Prado para conocimiento de todo el vecindario y la aportación de los que pudieran hacerlo y al mismo tiempo comunicarle al Sr. Obispo el montante que arrojaba la obra de restauración, avalado con los informes del perito.[49]
Al dar la autoridad eclesiástica la callada por respuesta y no poderse demorar más la reparación del templo, el verano de 1855, el cabildo aprovechó la coyuntura de la creación del nuevo cementerio que se construiría ese año a las afueras del municipio para, con el mismo procedimiento financiero aprobado, llevar a cabo ambas obras cuyo coste fue estimado en ocho mil reales.[50]
La situación del templo a mediados del siglo XIX era muy precaria. Necesitaba una buena reparación[51] y se empezaron a mover los hilos para ver quien corría con los gastos. Al tratarse de una obra urgente, Francisco de Torres, el constructor, cobró 280 reales, importe correspondiente a sus honorarios.[52] De inmediato, el Ayuntamiento lo trasladó al Obispado de Málaga, que haciendo lo propio, invitó a las autoridades municipales a excitar de nuevo el celo del vecindario para que aumente sus servicios.[53]
Se aprobó el expediente de reparación de la Iglesia y su presupuesto ascendió[54] a 14.085 reales. El importe se conseguiría sobre la base de la Real Orden de 19 de septiembre de 1851; normativa desconocida por los villafontenses, que no dudaron que le fuesen aclaradas por su gestor en Antequera, que los puso al corriente:
“[sic] el 1º (artículo) ordena que las solicitudes se hagan por el Cura y el Ayuntamiento espresando lo que voluntariamente contribuyan los fieles, lo que se tendra presente al formar el presupuesto cuyas solicitudes se hara por conducto del diocesano.
El 2º dice que el Diocesano hara la reclamacion al ministerio de gracia y justicia.
El 3º Que el reconocimiento de la obra puede hacerse por un maestro de obras, alarife o aparejador informando de su conducta el cura y el alcalde.
El 4º Las cantidades libradas se invertiran por una Junta compuesta del Cura, su teniente o Coadjutor, el Alcalde Procurador Sindico, del mayor contribuyente del Pueblo y de los feligreses que hayan ofrecido mas limosnas, haciendo de Depositario administrador la persona que la misma Junta elija.
El 5º dice que la Junta dará su cuenta de lo gastado al Diosesano. […] De manera que se instalara la Junta en lo que soy de opinion se invite para que tome parte el Sr. Conde de Castillejo como mayor contribuyente por medio de un atento oficio del Sr. Alcalde invitan-dole que si no puede asistir delegue en una persona la responsabilidad, tambien contribuyente vecino del Pueblo […].»[55]
Y así se hizo y a primeros de septiembre de 1857 se recibieron a cuenta 5.000 reales,[56] quedando los 9.085 restantes pendientes de cobrar en Madrid.[57]
La obra continuó durante 1858 y con motivo de la reparación sabemos que existía una imagen de Nuestra Señora del Carmen. Se intentó su traslado y hubo ciertos problemas. La Alcaldía se dirigió al Obispado:
«[…] con motivo de haberse dado principio a la obra de reparación en esta Iglesia parroquial ha pedido permiso al encargado en la misma D. José Conejo para depositar en una de las piezas de su casa la Imagen de Nuestra Sra. del Carmen a fin de evitar que tanto dicha Sra. como las prendas del altar sean martratadas con la obra; cuyo permiso le ha negado el mismo encargado y como siendo que es lo solicitado por la Dª María Pachón es en beneficio de la misma Imagen, he creido conveniente dirigirme a V. E. Iltma. Para que de su superior permiso y trasladar a Mª Smª donde se solicita, pues me consta que tanto la abitacion donde ha de ser depositada como en el cuido de la misma sera esmerado mediante a que es la persona encargada de su culto y costeado por la mis-ma como podra informar a V. E. Iltma. El Sr. Cura Parroco de esta Iglesia que se encuentra en esa capital. Con este motivo aprovecho la ocasión para pedir permiso a su Iltma para que en el mismo local la Imagen de Ntra. Sra. de las Virtudes, Patrona de este pueblo interín se construye el nuevo camarín […] Abril 1858. Fdo. José Navarro.»[58]
Por otra parte, se aprovechó el motivo de la obra para llevar a cabo otras reparaciones, al tiempo que dotar a la imagen de Nuestra Señora de las Virtudes de un trono decente con el que poder salir a la calle en procesión el día de su festividad. Josefa O’Donnell de Casasola, esposa de Diego Casasola, se dirigía por carta a D. Pedro Pachón[59] el 10 de noviembre de 1858, en la que decía:
«Apreciado amigo Sr. Pachon, estando mi marido ausente y habiendome dejado encargo de ver al Escultor sobre lo que V. desea, lo he verificado hoy, siendo adjunta la medida de todo el alto que representa el Trono incluso la repisa: hoy empiezan á dorarlo y me han asegurado que el viernes ó Sabado de la procsima semana podra encajonarse para lle-varselo a esa: lo que comunica a V. para que mande por él cuando lo crea oportuno. Las bombas y el belo iran tambien al mismo tiempo. Se recibio la letra que esta aceptada y se cobrara para pagar el trono.
Deseo lo pase V. bien y disponga lo que guste; siendo su afma.
Josefa O’Donnel de Casasola.»[60]
Entre 1859 y 1860, España se enfrentó al sultanato de Marruecos en la llamada Guerra de África o Primera Guerra de Marruecos, por haber ofendido el moro el pabellón español. En la contienda se produjeron muchas bajas y D. Gaspar Carrasco, a la sazón párroco del pueblo, convocaba a todas las autoridades para que acudiesen a una misa que iba a celebrar por los «gloriosamente finados en la lucha de África.»[61] Era una manera de limar asperezas entre Iglesia y Estado. Y se limaron, aunque salió otro frente, formado por esos individuos, siempre presentes, que orbitan alrededor de la parroquia y no cesan de hostigar. A D. Gaspar se le dio licencia para terminar sus estudios en la Universidad de Granada y entretanto fue sustituido por D. Pedro Gallardo, que no gozó de las simpatías de ciertos vecinos. Aunque se elevaron quejas hasta el obispa-do, el alcalde salió en defensa del coadjutor quitando hierro al asunto, manifestando que las faltas no habían sido trascendentales y que D. Pedro había observado una conducta irrepren-sible en cuanto al cumplimiento de su ministerio y que por consiguiente, esas quejas estaban injustificadas, ya que el párroco sólo había defendido la independencia de la Iglesia que se le había confiado.[62] En este sentido poco han cambiado las cosas, ciertos grupos hacen presión ante eventos festivos y/o tradicionales queriendo obligar al párroco a actuar en contra de su criterio. Aunque especulemos, en este tema, algo similar debió ocurrir, pues en esta ocasión, el alcalde acudió en su ayuda ante las protestas, según ha quedado dicho, sentenciando:
«El Sr. Cura propio que se encuentra en esta ha investigado los motivos de semejantes disgustos y creemos que su prudencia e ilustracion evitaran que se reproduzcan. En el día el numeroso concurso de fieles, tanto de esta como de los pueblos inmediatos que asisten a escuchar la palabra divina; la puntualidad en el cumplimiento de Iglesia de todos los feligreses, la limpieza y el decoro del templo, el entusiasmo del pueblo sin diferencia de clases por nuestro digno Parroco, acreditan suficientemente su deseo de no ausentarse de esta […].»[63]
Posteriormente, se supo que eran cuatro vecinos los que se quejaron de estar desatendido el ministerio parroquial.[64]
Dos años más tarde, en 1863, el párroco de Fuente de Piedra era D. Carlos Navarro.[65]
En lo que respecta a D. Manuel María Labrador y D. José Duarte, párroco y coadjutor, que habían impartido su ministerio en el pueblo, desconocemos el tiempo que lo desempeñaron, cuándo cesaron, o sus posteriores destinos, pues fue imposible atender un requerimiento en el que se interesaba conocer su paradero[66] para evacuar ciertas diligencias. Si bien, en 1843, el párroco titular Manuel María Labrador aún ejerce de párroco en Fuente de Piedra, por lo que su cese debió ser posterior.
D. Carlos Navarro tampoco permaneció mucho tiempo de párroco, pues en 1864 ya lo era D. Antonio Durán Jaramillo,[67] sacerdote que le tocó vivir situaciones tensas durante su estancia en el pueblo, como tendremos oportunidad de ver más adelante, siendo finalmente destinado de canónigo a la catedral de Córdoba y requeridos sus servicios en 1889 para oficiar la primera misa en la bendición del nuevo templo, reconstruido tras el terremoto de 1884, según consta en la ins-cripción conmemorativa que luce a la entrada del mismo.
En 1866, con motivo del alumbramiento de la reina, D. Antonio Durán celebró un Te Deum al que invitó a la Corporación municipal,[68] que no asistió, ya que como hemos apuntado más arriba, por estas fechas, la relación Iglesia-Ayuntamiento era tensa y los plantones continuos. Así, para evacuar ciertas diligencias, el cura fue citado al ayuntamiento dos meses más tarde. No se presentó alegando que se encontraba enfermo.[69] Tal vez fuese así, pues no dudó en dirigirse de nuevo a la Corporación para que participase en la celebración del Corpus Christi. Muy interesante es el oficio que cursó, pues aclara algunos aspectos sobre los que vamos a profundizar. Decía así:
«Sírvase V. nombrar los seis individuos de la hermandad del Santísimo Sacramento, que en la procesión, del Santísimo Corpus Christi; hayan de llevar las varas del palio.
Además espero de su Autoridad, se digne prohibir los tiros en la procesión, pues con ellos se cometen muchas irreverencias y grandísimos desacatos a la divina y augusta Magestad.
Dios guarde á V. m. a. Fuente de Piedra y Mayo 28 de 1866.
Fdo: Antonio Durán Jaramillo»[70]
Este documento pone de manifiesto que la Hermandad del Santísimo Sacramento seguía existiendo, amén de haber tenido cierto patrimonio en tierras, de cuyo fruto se había surtido hasta la desamortización de Mendizábal en 1836. A pesar de haber sacado a subasta sus tierras (al igual que lo fueron las de las Cofradías de las Ánimas y del Rosario), por parte del Estado, no hubo quien las reclamase posteriormente. El documento viene a confirmar que la Hermandad del Santísi-mo Sacramento seguía vigente en 1866.
De las otras hermandades poco sabemos y aunque anualmente salía en procesión el día de su festividad, habrán de pasar aún muchos años hasta que nazca la Hermandad de Nuestra Señora de las Virtudes.
La segunda parte del anterior oficio viene a indicarnos que la Semana Santa y el día del Corpus eran festivos, sí, pero una forma de entender la fiesta poco ortodoxa. Los santos o el Santísimo iban acompañados de ruido y no de cohetes, sino de disparos, lo que provocaba la razonable ira del señor cura párroco, a la sazón D. Antonio Durán Jaramillo. Incidentes por cierto muy frecuentes.
En 1868, ante la inestabilidad política[71] y conociendo el paño, la Alcaldía solicitó la presencia de una pareja de la Guardia Civil vestida de gala[72] para la procesión del 8 de septiembre, día de la patrona. Le fue denegada[73] a pesar de justificar la necesidad de tener esa pareja por la afluencia de trenes especiales[74] que llegarían esa noche.[75] Razonable la petición de fuerzas de orden público juzgando por los hechos que se venían repitiendo. Al año siguiente, con motivo de la procesión de Semana Santa, ocurrió un hecho que llama poderosamente la atención y que transcribimos, por su frescura, tal cual denuncia los hechos D. Antonio Durán Jaramillo, o sea, el cura párroco:
«[sic] Sr. Alcalde Popular de esta Villa
Un hecho escandaloso acaba de ocurrir al pasar con su divina Magestad por la calle de los Solices, del cual me quejo á su digna autoridad para el competente castigo.
El hecho a que me refiero á sido que despues de varios tiros disparados por todo el transito de la prosecion en esa calle y en la casa de Joaquín Alarcon salio un hombre disparó una escopeta cerca de su divina Magestad y entonces yo entristecido por los desacatos a Dios, les rogue á todos que no se repitie-sen pues eran ultrages a la divinidad y que por lo tanto esperaba no volviesen á hacerlo mas, pero el tal que tiró al concluir yo de hablar dijo con voz que se percibio muy bien: vaya V. a la mierda, de este ultrage, de este publico insulto á mi humilde persona, no me quejaría si no hubiese sido en un acto tan solemne, tan público y llevando en mis indignas manos á su divina Magestad, por lo cual espero de su celo, de su religiosidad haga las competentes diligencias para averiguar quien haya sido y se le de el competente castigo.
Dios Gde á V. m. a. Fuente de la Piedra y Mayo 27 de 1869 Fdo: Antonio Durán Jaramillo.»[76]
Se presentaban tiempos difíciles para la Iglesia. Ese mismo año, con la llegada del sexenio democrático y su programa revolucionario, una de las primeras medidas adoptadas tuvo un fuerte aire anticlerical. Valga de ejemplo la extinción de los conventos. Pero D. Antonio Durán no perdió la fe y se quejó a la Alcaldía ante ciertos hechos y actitudes:
«Conviniendo altamente a los intereses y al bien de la religión y de la sociedad, que queden de un lado aclarados y desvanecidos ciertos hechos que la impiedad diariamente pretende poner de manifiesto para desvirtuar si posible fuera tirándole mas y mas á la divina religión cristiana y como quiera que en esta población se ha intentado, quizá como en pocos pueblos de España, rebajar tanto el valor de los Sacramentos, pisotear con gran descaro uno de los siete instituidos por Ntro. Sr. Jesús Cristo, el del Matrimonio, pretendiendo desligarse completamente de ese sagrado é indisoluble vínculo para unirse civilmente con otra persona, pero como ley civil no ha roto del modo que se quería el vinculo sacramental esa unión tan escandalosa como ilícita no se ha podido llevar a cabo á pesar de todas las gestiones hechas para ello. […] sin respetar la religión, la moral publica, la sociedad, se juntan propalando con cinico descaro que lo han hecho autorizados y bajo la salvaguardia de la ley [...]»[77]
El escándalo lo provocó una pareja que se había casado por lo civil. Eran los primeros y había que contar de raíz para evitar que se propagase la irrespetuosa costumbre y la siguiesen otros. Los tiempos estaban cambiando y la Iglesia perdiendo el control social que había mantenido durante siglos.
Para que los ánimos no decayeran, D. Antonio Durán no dudó en invitar a la Corporación para que acompañara la procesión que tras la Misa Mayor del Corpus tendría lugar.[78]
En 1873, tras la dimisión de Amadeo I de Saboya y la llegada de la Primera República, continuaron los ataques a la Iglesia, de ahí que se solicitara información sobre todo edificio que en el pueblo estuviese consagrado al culto y que no fuese de patronato o patrimonio particular, añadiendo que se procediese a su tasación del modo más exacto y factible.[79]
Hasta entonces la presencia de las autoridades municipales en los actos religiosos se consideraba tan natural que no se hacía necesario recordarlo. Pero las cosas estaban cambiando y el párroco no tardó en invitar al Sr. alcalde y demás Corporación municipal al Te Deum que con motivo del advenimiento al trono de S. M. el rey se iba a celebrar en la Iglesia Parroquial.[80] Era en este tiempo sacerdote titular D. Diego Martínez Vargas, y en lo que al templo se refiere se llevaron a cabo una serie de mejoras, a todas luces insuficiente como viene a corroborarlo las reparaciones que hubo que acometer cinco años más tarde, en 1879. Reparación en la que creemos que también se adjuntaron los gastos que ocasionó el antiguo cementerio anexo al templo que, aunque no se efectuasen inhumaciones en él, estaba ahí, visible y prácticamente en el centro del municipio.
Del detalle del desglose, la reparación practicada debió ser de cierta magnitud, aunque insuficiente, como se demostraría años más tarde. El gasto fue el siguiente:
«Por doscientas cuarenta y siete varas de pared a tres reales importa 720.
Por 103 varas superficiales a 2,50 reales 263,50
Por la solería y empedrado de la misma 250
Por la escalera y tabiques 260
Por los cuadrados 350
Por las Vigas del mismo 120
Por las del tejado 210
Mas por 103 varas de tejado a ocho reales 824
Por dos capillas de horno de pan cocer con sus chimeneas 700
Por los pollos para el mismo 100
Por las puertas de Calle y Patio alasena y ventanilla 120
Por 377 varas patio a 2 reales 754
Por la Cuadrilla 200
Por el pozo 300
Por las tapias del patio de medianería 200
Total: 5.371 reales.»[81]
El templo, aunque modesto, destacaba sobre el conjunto de las viviendas del lugar hasta que cinco años después de llevarse a cabo esa reforma, en 1884, un terremoto lo dejó casi destruido, amenazando ruina y con peligro de derrumbe de la techumbre. El seísmo tuvo lugar el 25 de diciembre de 1884 y en los días sucesivos se produjeron réplicas que continuaron minando la estructura y mantuvo asustada a la población.
La iglesia fue uno de los edificios más dañados por el temblor, ya que en el medio siglo precedente, desde la desamortización de Mendizábal en 1836, dadas las circunstancias políticas que imperaban, se le habían practicado muy pocas reformas y las que se le hicieron fueron muy deficientes;[82] todo ello derivado de la situación creada tras la desamortización que llevó al Ayuntamiento a incluir en presupuesto el mantenimiento del edificio. Mantenimiento que llegó escaso y tarde, provocando como resultado final la ruina del templo el día de Navidad de 1884. De la documentación existente que relata los hechos se desprende que, salvo el templo, el pueblo no sufrió en demasía, excepción de algunas tapias de patios y alguna que otra grieta en casas que los propios vecinos repararon.[83] Un error de apreciación que se haría patente poco más tarde cuando las intensas lluvias terminaron por arruínar edificios resentidos por el seísmo, cuyos defectos no habían sido detectados en su momento.
Pasado el susto inicial, los vecinos siguieron acudiendo al templo hasta que el 11 de enero de 1885, un ingeniero de la Compañía Agrícola y Salinera, D. Julio Gro-ján, que se encontraba por esas fechas en el municipio para proceder a levantar el proyecto de construcción de los almacenes y dependencias administrativas de la compañía, situadas en las inmediaciones a la estación de ferrocarril y actualmente en ruina,[84] dictaminó en el informe solicitado por el Sr. Alcalde el peligro que entrañaba el edificio para los vecinos. De inmediato, el máximo edil lo puso en conocimiento del Consistorio, reunido en sesión ordinaria el domingo 11 de enero. Costumbre era en este tiempo celebrar los plenos a las doce de la mañana, después de haber oído misa. Pero desconocemos si ese domingo se ofició y, si se hizo, si fue solemne, según se había acordado. Lo cierto es que el pleno de ese día recoge la inquietud ante el posible desplome del templo y la orden al párroco para clausurar el edificio.[85] El mismo domingo 11 de enero, se cursaba oficio al entonces párroco, D. Enrique Conejo Sola, anunciándole lo acordado por el Consistorio, siendo uno de esos acuerdos la clausura del templo, conminándole a no permitir la entrada de los fieles hasta nueva orden.[86]
Si todo esto ocurría el domingo 11, el lunes 12 se levantó acta, cuya copia certificada fue remitida al Sr. Gobernador Civil de la Provincia, poniéndole al tanto de lo ocurrido y acordado, que decía:
«Habiéndose abierto diferentes grietas en la Iglesia Parroquial de esta Villa con motivo de los terremotos ocurridos y temiendo pudieran ser causa de ruina, he podido obtener del Ingeniero de la Compañía Agrícola y Salinera de esta Villa Don Julio Groján que se encuentra en esta Población que reconociera el templo y me informase sobre su verdadero estado. Y del informe que ha emitido y de que acompaño certificado, que la Iglesia está en estado ruinoso, que hay inminencia de que se desplome. Para evitar una catástrofe, he ordenado su clausura, comunicándolo así al Señor Cura Párroco y me apremio a ponerlo en el superior conocimiento de V.E. si tiene a bien ordenar nuevo reconocimiento pericial y pueda de acuerdo con el Ilmo. Sr. Obispo de esta Diócesis, disponer lo más acertado para que el culto tampoco sufra en un pueblo tan esencialmente católico como es este.»[87]
Realizados los trámites oficiales, se hizo balance de la situación, se estudió la problemática que se presentaba y se adoptaron las medidas más apremiantes, entre ellas desalojar y ubicar las imágenes y demás ornamentos religiosos en casas particulares. Solucionado este problema se planteaba otro difícil de resolver al no disponer el pueblo de ningún edificio en el que poder celebrar el culto. En esta tesitura, el Sr. Conde del Castillo de Tajo, con noble y generoso gesto, cedió dos habitaciones de los bajos de su palacete para que fuese instalada, hasta la construcción del nuevo templo, la Iglesia Parroquial. Y en esta situación, el culto, aunque de forma precaria, pudo seguir celebrándose. Al paso del tiempo, en estas condiciones tan precarias, el culto se resintió tanto que el Sr. Alcalde, al cabo de tres años, tuvo que intervenir ante la nueva problema-tica que se estaba planteando, que incluía varios factores. El principal, la falta de espacio para acoger a todos los fieles en las dos habitaciones habilitadas en el palacete, lo que obligaba a muchos de ellos a permanecer fuera del recinto para oír misa, soportando las inclemencias del tiempo y la desatención que provocaba el paso de carruajes, caballerías y personas por el camino inmediato, siendo este uno de los más transitados del lugar.
Coincidiendo con la opinión del párroco, el culto se había relajado bastante entre gran parte de la población y los más pequeños tampoco asistían a misa, entendiendo el sacerdote y el alcalde que era un serio problema. Otro factor negativo era la ubicación del palacete, aislado y alejado del pueblo, lo que favorecía la inasistencia al culto. Ante estos inconvenientes, en un intento de solución, el alcalde propuso utilizar la Casa Panera o Pósito, donde se almacenaba el grano, como Iglesia Parroquial, considerando que era un edificio que se adaptaba a las necesidades más inmediatas y su ubicación en el centro del pueblo, calle Ancha, 12, ayudaría a restablecer de nuevo el culto y educar en la moral cristiana a los más pequeños. De todo esto, de forma pormenorizada y detallada quedó constancia en el acta de la sesión extraordinaria que el Sr. Alcalde, a la sazón D. Juan Fernández Pachón, convocó para exponer la situación reinante.[88]
En lo que respecta a la construcción del templo, en 1886, el Excmo. Sr. Comisario Regio encargó a D. Eduardo de Solano tomar los datos necesarios para el proyecto de la nueva Iglesia.[89]
Ese mismo año, el párroco D. Antonio Salgado informaba al alcalde del paso del nuevo obispo de Málaga, D. Marcelo Spínola y Maestre, a los efectos de que la autoridad municipal se desplazase a la estación de ferrocarril para saludarle y presentarle sus respetos.[90]
En 1889, reconstruido el templo, volvieron a él las imágenes y enseres que desde 1885 habían estado custodiados en casas particulares y en el palacete del Conde del Castillo de Tajo. Se empezó a oficiar de nuevo la misa en el recién estrenado templo, al que aún le faltaban varios elementos, como las campanas y el reloj que serán añadidos años más tarde.
Vueltas las aguas a su cauce, se inicia la actividad religiosa con normalidad. La primera misa celebrada en el nuevo templo tuvo lugar el 19 de octubre de 1889, siendo bendecido con la solemnidad que el momento requería. La noticia fue publicada días más tarde, 13 de noviembre de 1889, en el número 11 en la Crónica Diocesana del Boletín Oficial del Obispado de Málaga, que dice:
«Al cabo de cinco años de carecer de Iglesia los vecinos de Fuente de Piedra lograron por fin ver abierta al culto el día 19 del pasado Octubre, la que en sustitución de la antigua ha construido la Comisaría Regia, encargada de remediar los daños ocasionados por los horribles terremotos de 1884 y 1885. Cediendo a los ruegos de aquel Ayuntamiento de la población y principales personas, el Excmo. Sr. Obispo (D. Marcelo Spínola) a pesar del estado, delicadísimo de salud en que se encontraba su anciana madre, pasó a Fuente de Piedra el citado día 19, siendo recibido con indescriptible entusiasmo por las autoridades y vecinos, que en masa acudieron a saludarle.
S.E., después de descansar algunos momentos en la casa del Excmo. Sr. Conde del Castillo de Tajo, donde se hospedó, procedió a bendecir el nuevo templo con arreglo al Ritual Romano, celebrando la Misa el M.I. Sr. Canónigo de la Catedral de Córdoba D. Antonio Durán Jaramillo, pero la lluvia no permitió se verificase la procesión, que con el Santísimo Sacramento debía hacerse desde la casa del Sr. Conde del Tajo, quien bondadosamente había cedido para que sirviese de Iglesia, mientras otra no se edificase, uno de los salones bajos de su grandiosa morada, y el acto hubo de aplazarse para el domingo.
Amaneció éste sereno, y gracias a tan venturosa circunstancia, la procesión pudo tener el esplendor y solemnidad, que los hijos de Fuente de Piedra deseaban, y concurrir a la gran función, que inmediatamente después se celebró, la población entera. El Sr. Obispo predicó, enlazando en su sermón con la fiesta de la erección de la Parroquia, el panegírico de su titular, la Virgen de las Virtudes, objeto de singular veneración para aquellos religiosos vecinos.
S.E. inmensamente regocijado al ver cumplido uno de los deseos más vivos de su alma, tuvo palabras de gratitud y bendición para todos los que han contribuido a que sobre las ruinas de la antigua Iglesia se alce otra, y muy especialmente para el Sr. Alcalde y autoridades, para el Conde del Tajo, que por tanto tiempo ofreció albergue al Dios del Tabernáculo, para el Sr. Durán antiguo Párroco de Fuente de Piedra, que en esta ocasión ha mostrado todo el amor que guarda a sus feligreses de otro tiempo, y en fin para todos.
El lunes dejó S.E. a Fuente de Piedra, visiblemente agradecido a las atenciones que se le prodigaron por toda clase de personas, y particularmente por las autoridades y los Condes del Tajo.
Sin embargo de que los días de grandes funciones no son los más a propósito para administrar el Sacramento de la Confirmación, el Sr. Obispo durante su estancia en Fuente de Piedra confirmó 563 individuos entre niños y adultos.»
Dos años más tarde, el verano de 1891, se mandaba esculpir una lápida conmemorativa para dejar memoria de lo ocurrido, que fue colocada en el cancel de la iglesia el 30 de julio, o sea, dos años después de la bendición del templo. En dicha lápida se lee:
«A las nueve de la noche el día de la Natividad de N.S. Jesucristo, el año 1884 sintiose un espantoso terremoto en esta Villa de Fuente de la Piedra y la Iglesia quedó totalmente inutilizada amenazando ruina inminente, siendo preciso cerrarla después de trasladar la Parroquia a la Casa-Palacio del Excmo. Señor, Conde del Castillo de Tajo, galantemente cedida para este religioso objeto. Merced al eficaz auxilio de la caridad que en España y otros nobles países se levantó espléndida para socorrer la tierra de Granada y Málaga azotada por aquella desdicha el Comisario Regio Excmo. Señor. Duque de Mandas reconstruyó este templo parroquial en el reinado de Don Alfonso XIII, y lo bendijo a diecinueve días del mes de octubre de 1889, el Excmo. e Iltmo. Señor Don Marcelo Spínola y Maestro, obispo de la Diócesis; celebrando la primera misa el Ilustre Señor Don. Antonio Durán Jaramillo, canónigo de Córdoba y antiguo cura de esta feligresía, siendo Alcalde primero, Don Juan Fernández Pachón y Secretario del Ayuntamiento Don Antonio Luque París. El muy Ilustre Municipio acordó esculpir esta inscripción a mayor gloria de Dios, Honor y Alabanza de María Santísima de las Virtudes, nuestra Patrona y para perpetuar tan fausto acontecimiento, a treinta de Julio de 1891.»[91]
Las campanas, fundidas en 1912, no subieron a la torre hasta 1913, año en el que el proveedor, Constantino Linares Ortiz, las instaló, siendo cura párroco D. Miguel Palomo Monte-negro.[92] Habría que esperar a 1926 para que D. Mateo Marot y March colocase y dejase funcionando el reloj,[93] cuyo mantenimiento, cuidado y limpieza corrió con cargo al presupuesto municipal.[94]
Las festividades de Semana Santa y Corpus eran muy celebradas y entrañaban ciertos riesgos. Para controlar la situación se recurría a la Guardia Civil cada año. En 1890 el alcalde se dirigía al comandante de Puesto para que números de la fuerza de seguridad concurriesen a la función religiosa que tendría lugar el 5 de junio de ese año, con dos objetivos, dar mayor esplendor a dicha función y evitar cualquier tipo de desorden que «por la concurrencia de las muchas personas que se esperaban, pudiera ocurrir.»[95]
La ola de anticlericalismo que azotó al pueblo desde la llegada de la II República, se agravó los meses previos a la guerra civil. Durante la llamada Primavera Trágica se manifestó en múltiples formas, alcanzando cotas insospechadas como la prohibición de tocar las campanas para llamar al vecindario al culto, prohibir el enterramiento de un fallecido según el rito católico[96] o el asalto y destrozos provocados la noche de aquel funesto miércoles 13 de mayo de 1936, fecha previa a la Guerra Civil Española, en ese primer asalto, que culminaría en un segundo asalto dos meses más tarde, el 21 de julio, a tres días del inicio de la Guerra Civil, en el que un grupo de personas entra en el templo y empieza a destrozar los enseres que encuentra a su paso. La talla de la Virgen de las Virtudes, obra de Andrés de Carvajal,[97] es subida a una carreta junto a otros ornamentos y enseres religiosos, trasladados a Los Castillejos y allí rotos o quemados. El desastre no fue de mayor envergadura gracias a que se tuvo noticia reservada de lo que iba a ocurrir ese día y, la noche anterior, algunas imágenes y otros bienes fueron trasladadas del templo a casas par-ticulares y pudieron salvarse de la quema. Todo esto fue vivido por el párroco del momento D. José Gamboa Barranco que, como tantos otros clérigos, terminó pagando con su vida la barbarie, la sin razón y la intolerancia de dos Españas enfren-tadas que destilaban odio, rencor y toda esa maldad capaz de materializarse en una guerra entre hermanos, una guerra civil. El cura párroco Gamboa Barranco fue uno de los miles de clérigos que dejó su vida en la contienda. Fusilado el 24 de septiembre de 1936, junto a otros 126 hombres y 8 mujeres, [98] una lápida en el cancel de la iglesia lo recuerda. En 1940, un nuevo párroco, D. Juan Ruiz, ocupaba la vacante dejada por Gamboa.
En 1938 se empiezan a restituir las imágenes desaparecidas a partir de una suscripción popular, la autorización del gobernador civil[99] y el concurso de varias familias pudientes que adquirieron algunas de las imágenes que se destruyeron.[100] Cuando ese mismo año de 1938 el Ayuntamiento cumplimente un cuestionario sobre los destrozos sufridos en la iglesia, hará constar que «[…] fueron destruidas todas las imágenes, ornamentos y archivo de la iglesia Parroquial pero no el Edificio.»[101]
Para concluir este recorrido, diremos que a finales de la década de los 60, la nefasta interpretación del Concilio Vaticano II llevó a efectuar varias modificaciones en el interior y exterior del templo, que posteriormente se intentó subsanar y mejorar, de cuyo desarrollo ya hemos dado cuenta en sus correspondientes capítulos.[102]
[1] Desde 1462, año de la expulsión mora, a 1547, momento en que, oficialmente nace Fuente la Piedra.
[2] Pedro de la Cámara se convierte así en el primer habitante de Fuente de Piedra, dado que es el único al que se le permitió albergue permanentemente en el Lugar. Sobre este personaje puede cónsultarse el capítulo a él dedicado en el bloque temático Personajes con Historia.
[3] GARCÍA de YEGROS, A. Manuscrito. -ACML. Leg. 642, Pza. 14, p. 407. y AA.CC. 47 fol. 469v. Leg. 89. Pza. 1. Años 1573-1587.
[4] MORALES, A. de Coronica General de España. Las antigüedades de las ciudades de España. Madrid: Imp. Benito Cano, 1792, vol. IX, p.182. y Anexo N.º 28.
[5] Véase el Anexo N.º 28, que recoge las páginas dedicadas a la Fuente de la Piedra en la edición de Alcalá de Henares de 1575.
[6] El pueblo se fundó durante el reinado de Carlos I de España y V de Alemania, el mismo año que tuvo lugar la batalla de Mühlberg.
[7] GARCÍA DE YEGROS, A. Historia de la antigüedad y nobleza de la ciudad de Antequera, Antequera: Imp. Tipografía El Siglo XX, 1915. pp. 406-407.
[8] GARCÍA de YEGROS, A: Manuscrito. -ACML. Leg. 642, Pza. 14, p. 407 y AA.CC. 47 fol. 469v, Leg. 89, pza. 1. Años 1573-1587. Sobre este tema también se puede consultar el capítulo La Patrona: historia y cambio de advocación.
[9] Para ampliar conocimiento consúltese el capítulo El Cementerio.
[10] Archivo de Padres Trinitarios de Antequera: Protocolos de PP.TT. fol. 376.
[11] GUILLEN ROBLES, F. Historia de Málaga y su Provincia. Má-laga: Imp. Rubio y Cano, 1874, p. 531.
[12] GARCÍA DE LA LEÑA, C. Conversaciones históricas malagueñas. Málaga: Imp. Real Colegio de San Telmo, 1789, pág. 31.
[13] Ibidem. pág. 32.
[14] Para que quedase constancia de este evento se mandó esculpir una inscripción que actualmente se encuentra en el cancel de la Iglesia.
[15] Archivo Municipal de Antequera.
- AMFP.: Moradores de la población de Fuente de Piedra, según aparece del tomo 4º del Catastro de la Ciudad de Antequera al folio 2.653 que tuvo principio en el año de 1770. fols.
[16] Ibidem, p. 7. Casa de D. Cristóbal Rodríguez.
[17] Ibidem, pp. 19-20 Casa de D. Diego de Torres, jornalero.
[18] Ibidem, p. 24 Casa de D. Francisco Villalobo, zapatero.
[19] Ibidem, pp. 46-47. Casa de D. Francisco Santaella, arriero.
[20] Ibidem, p. 105 (titular propiedad ilegible). En este caso, un capellán es un sacerdote que oficia en un oratorio privado y una capellanía, una fundación particular convertida en beneficio eclesiástico.
[21] AMFP. Real Instrucción sobre Pósitos año de 1753. Instrucción sobre construcción Casa Panera y fuente pública (manuscrito). En el Anexo N.º 5 transcribimos íntegramente las diligencias practicadas en cumplimiento de la Real Instrucción sobre Pósitos de 1753
[22] AMFP. A.C. de 12 de enero de 1830.
[23] La ley de 14 de agosto de 1841 ordenaba a los Ayuntamientos a hacerse cargo del culto y del mantenimiento del templo y en cumplimiento de dicha ley, anualmente se llevaba a cabo un Repartimiento para atender el culto y obras de reparación de la iglesia.
[24] AMFP. Doc. de Sec. Año 1842, doc. N.º 2
[25] AMFP. Expediente Repartimiento Culto y Clero. Año 1843.
[26] AMFP. A.C. de 30 de marzo de 1838.
[27] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1841, 10 de diciembre, doc. N.º 2951.
[28] AMFP. A.C. de 27 de enero de 1839.
[29] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1842, 11 de septiembre, doc. N.º 2241 y 2242.
[30] AMFP. Doc. de Sec. Año 1842, doc. s/n.
[31] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1841, 3 de noviembre, doc. N.º 2875.
[32] AMFP. Doc. de Sec. Año 1842, doc. N.º 9 y Corresp. Oficial, Año 1842, 10 de mayo, doc. N.º 2309 y 2310.
[33] AMFP. Doc. de Sec. Año 1844, doc. N.º 673.
[34] AMFP. Corresp. Oficial. Año 1840, 16 de octubre, doc. N.º 1898.
[35] Ibidem. Año 1840, 26 de octubre, doc. N.º 1839 y 1840.
[36] La ley de 14 de agosto de 1841 y su complementaria de 2 de septiembre de 1841, disponía que los gastos de conservación y reparación de iglesias parroquiales, y los del culto parroquial, se sufragaran con los llamados derechos de estola o pie de altar, y la cantidad no cubierta fuese repartida entre los vecinos de la parroquia, para ser satisfecha, obligatoriamente, por cada uno de ellos.
[37] AMFP. Doc. Var. Año 1843. Carpeta: Repartimiento original del culto Divino y obra de la Iglesia Parroquial.
[38] Ibidem.
[39] AMFP. Doc. de Sec. Año 1842, 25 de abril, doc. N.º 297.
[40] Ibidem. Año 1848, doc. N.º 10.
[41] Ibidem. Año 1848, doc. N.º 8.
[42] Ibidem. Año 1849, doc. N.º 454.
[43] AMFP. Doc. de Sec. Año 1850, doc. N.º 141.
[44] AMFP. Doc. de Sec. Año 1850, doc. s/n.
[45] AMFP. Doc. de Sec. Año 1854, doc. N.º 387.
[46] AMFP. A.C. de 8 de abril de 1854.
[47] AMFP. A.C. de 14 de julio de 1854.
[48] AMFP. A.C. de 22 de julio de 1854. Al levantamiento militar se le conoce como La Vicalvarada, por ser en la población madrileña de Vicálvaro donde se enfrentaron las fuerzas rebeldes y gubernamentales.
[49] AMFP. A.C. de 18 de octubre de 1854.
[50] AMFP. A.C. de 30 de julio de 1855. Para más detalle consúltese el Anexo N.º 33.
[51] AMFP. Doc. de Sec. Año 1856, doc. N.º 268.
[52] AMFP. Doc. de Sec. Año 1856, doc. N.º 260.
[53] AMFP. Doc. de Sec. Año 1857, doc. N.º 525.
[54] AMFP. Doc. de Sec. Año 1857, doc. N.º 467.
[55] AMFP. Doc. de Sec. Año 1857, doc. N.º 428.
[56] AMFP. Doc. de Sec. Año 1857, doc. N.º 416.
[57] AMFP. Doc. de Sec. Año 1857, doc. N.º 367.
[58] AMFP. Doc. de Sec. Año 1858, doc. N.º 128
[59] Posiblemente se trate de D. Pedro Pachón Guerrero, al que vemos ejerciendo el cargo de concejal en 1862 a 1864, teniente de alcalde en 1865 y regidor síndico en 1866. Con anterioridad, en 1851, ocupó el puesto de Maestro Nacional interino, sustituyendo al titular Fernando Pérez de Guzmán, que no llegó a tomar posesión de la plaza.
[60] AMFP. Doc. de Sec. Año 1858, doc. N.º 47.
[61] Ibidem. Año 1860, doc. N.º 102.
[62] Ibidem. Año 1861, doc. N.º 348.
[63] AMFP. Doc. de Sec. Año 1861, doc. N.º 348.
[64] Ibidem. Año 1861, doc. N.º 347.
[65] Ibidem. Año 1863, doc. N.º 311.
[66] Ibidem. Año 1863, doc. N.º 241.
[67] AMFP. A.C. de 4 de febrero de 1864.
[68] AMFP. Doc. de Sec. Año 1866, doc. N.º 174.
[69] AMFP. Doc. de Sec. Año 1866, doc. N.º 175.
[70] Ibidem. Año 1866, doc. N.º 176.
[71] En 1868 tiene lugar la Revolución conocida como La Gloriosa que derrocará a Isabel II.
[72] AMFP. Doc. de Sec. Año 1868, doc. N.º 80.
[73] Por otra parte, las fechas en que esto se solicita no permitiría a la Línea de Sierra de Yeguas, que es donde se encontraba el puesto más inmediato, acceder dadas las circunstancias políticas del momento.
[74] AMFP. Doc. de Sec. Año 1868, doc. N.º 79.
[75] Nos resistimos a creer que por las fiestas patronales de Fuente de Piedra la Cía. de Ferrocarriles de Córdoba a Málaga estableciese servicios especiales. Más bien hay que considerar esta valoración en el sentido de presionar para obtener esa pareja de números de la Guardia Civil que se solicitaba por lo delicado del momento. No hemos de olvidar que días más tarde (19 de septiembre) tiene lugar la Revolución de 1868, llamada La Gloriosa y la Comandancia de Resguardo de la Sal, será asaltada y robado todo su arsenal útil.
[76] AMFP. Doc. de Sec. Año 1869, doc. N.º 477.
[77] AMFP. Doc. de Sec. Año 1872, doc. N.º 450.
[78] Ibidem. Año 1872, doc. N.º 446.
[79] AMFP. Doc. de Sec. Año 1873, doc. N.º 211.
[80] Ibidem. 1875, doc. N.º 197.
[81] Ibidem. 1879, doc. N.º 68.
[82] Nos referimos al período comprendido entre la Desamortización Eclesiástica de Mendizábal (1836) y 1884, año en que se produjo el seísmo.
[83] AMFP. Doc. de Sec. Año 1885, doc. N.º 20.
[84] Nos referimos a la Fábrica de Abonos.
[85] Para ampliar datos en este asunto, consúltese el capítulo dedicado al Terremoto.
[86] AMFP. Doc. de Sec. Año 1885, doc. N.º 8.
[87] AMFP. Doc. de Sec. Año 1885, doc. N.º 7
[88] El acta capitular de 8 de diciembre de 1887, en la que son narrados estos hechos y los acuerdos alcanzados son transcritos en su integridad en el Anexo N.º 36.
[89] AMFP. Doc. de Sec. Año 1886, doc. N.º 70.
[90] Ibidem. Año 1886, doc. N.º 35.
[91] Esta inscripción se sitúa a la derecha, en el cancel del templo parroquial.
[92] AMFP. AA.CC. Año 1914 fol. 61v.
[93] Para más información consúltese el capítulo titulado El Templo, en el bloque temático Arquitectura Religiosa.
[94] Según recoge el A.C. de 25 de febrero de 1942, se asignan 100 ptas. a D. Manuel Ruiz por el mantenimiento, cuidado y limpieza del reloj de la torre de la iglesia.
[95] AMFP. Doc. de Sec. Año 1890, doc. N.º 148.
[96] Sobre este tema pueden ampliarse datos consultando el capítulo titulado La Segunda República.
[97] Para más información consúltese los capítulos Virgen de las Virtudes, en el bloque temático Escultura Religiosa y La Patrona en De Pedanía a Municipio.
[98] LLUCH F. VALLS, F. Mi Diario entre los Mártires, Cárcel de Málaga, 1937. Granada: Imp. Hº. de Paulino Ventura, 1937, p. 129.
[99] AMFP. Doc. Varios. Año 1938, doc. N.º 2014 y Corresp. Oficial, Año 1938, 3 de mayo, doc. N.º 5917.
[100] Para más información consúltese el capítulo dedicado a La Segunda República (1931-1936) en el bloque temático Momentos Históricos.
[101] AMFP Doc. Varios. Año 1938, doc. N.º 2021 y 2022.
[102] Sobre este asunto consúltese el capítulo El Templo, en el bloque temático Arquitectura Religiosa.
Fragmento de Historia Temática Villafontense
Capítulo.- Lugares con Historia
El Templo y su administración
Francisco Muñoz Hidalgo
(Obra en composición)
Templo parroquial Nuestra Señora de las Virtudes de Fuente de Piedra